Segundo trimestre de embarazo: Semana veintiuno.
Me levanto con dificultad de la silla para caminar fuera de la cocina y buscar a Gian con intenciones de notificarle mi decisión final acerca de lo que haré con este bebé, ya que no puedo quedármelo por motivos de dinero, he tomado la decisión de dárselo a una pareja que sí pueda hacerse cargo de él.
Y no importa lo que Gian diga, es mi decisión después de todo.
El castaño abre con sus llaves la puerta para entrar al departamento y cerrar de inmediato una vez que se encuentra dentro. Con pesadez deja salir un suspiro para colgar su abrigo y mirarme con una sonrisa melancólica dibujada en sus labios, pasa una mano por su cabello y seguido a esto fija sus ojos azules sobre mí con cierta curiosidad al encontrarme esperándolo pacientemente.
A lo que expresa sus dudas
—¿Tienes algo para decirme? —inquiere con burla y una pizca de preocupación al tiempo que toma asiento en el sillón frente a mí con interés.
—He tomado una decisión con respecto a la pregunta que me hiciste hace unos días Gian —declaro firme cerciorándome de que sus orbes azules no se aparten ni un instante de los míos antes de continuar, Gian ladea la cabeza como tratando de descifrar mis palabras a lo que decido proceder— Como ya dije mucho antes, este bebé va a nacer. Pero no se quedará conmigo —lo escucho suspirar.
—¿Vas a darlo en adopción? —asiento.
—Con la diferencia de que nos pagarán una suma de dinero lo suficientemente justo para vivir un tiempo antes de poder irme a rehacer mi vida —el castaño cambia su semblante a uno de sorpresa— No quiero vivir en esta miseria por toda mi vida, Gian.
—¿Piensas vender a tu hijo? —murmura estupefacto con el ceño fruncido y sus ojos levemente abiertos.
—Llámalo como quieras. Ya tomé mi decisión y soy libre de decidir sobre él —el castaño menea su cabeza en decepción mientras parece rogar para sus adentros que cambie de opinión.
—¿Siquiera es fiable esa pareja? —me encojo de hombros sin prestarle gran relevancia.
—Sólo sé que es una pareja que reside en Carolina del Sur, son de clase media así que no le faltará nada a este bebé con ellos —Gian arquea una de sus cejas esta vez molesto.
—¿Piensas venderle tu hijo a unos extraños que no sabes ni para qué lo quieren en primer lugar? Mia, ¿Has perdido la cabeza? ¿Tú qué sabes si son unos traficantes de órganos o de bebés? ¡No sabes el peligro que puede correr esa criatura! —me mantengo calma sin expresar ni una mueca.
—No me importa. Fui muy específica desde un comienzo, y dije que no me importaba si moría o desaparecía con tenerlo —lo miro enterrar sus manos en sus cabellos con frustración— No puedo quererlo Gian, no puedo siquiera preocuparme por él cuando pienso en todo lo que me trajo embarazarme de él en un primer lugar.
—Ya hemos hablado de esto, y creo que deberías aprender a amar, en lugar de culpar —siento una lágrima humedecer y calentar mi mejilla para el momento en que escucho esas palabras.
Mas ni siquiera me puedo inmutar en expresar alguna mueca de dolor o articular palabra, mucho menos suelto un sollozo. Sólo siento mis lágrimas vacías salir de mis cuencas, mi pecho subir y bajar entrecortado y mi rostro arder en fiebre de llanto, no siento lamento, no siento prácticamente nada.
Estoy vacía
—Quisiera poder decirte que siento algo de arrepentimiento de esto Gian, que en verdad quiero quedarme con este bebé —murmuro mirando a un punto fijo en el suelo sin expresión alguna, sólo con la palidez combinada con el rojo carmín de mi sangre acentuada en mi nariz, ojos y mejillas— Quisiera poder decirte que lo quiero, que en verdad deseo ser mamá y que no lo culpo de lo que sucedió. Pero sé que si lo hago, que si lo intento, recordaré a Nate, recordaré a mis padres, recordaré el ballet. Todo lo que yo amaba, y entonces recordaré que todo eso antes, era mi vida, antes de haberme embarazado, y que sin este bebé yo estaría probablemente siendo reconocida como una de las mejores bailarinas de todo California, de no haber sido por este bebé probablemente yo estaría en lo alto del mundo. Y seguramente regresaría a culparlo, le odiaría y sé que no podría vivir con ello, porque sé que no tiene la culpa, pero no puedes pedirme que no lo piense cuando todo eso viene a mi mente, Gian —el castaño parece comprender mis palabras y su punto.
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Broken
Ficción General[HISTORIA DESTACADA DEL MES DE JULIO EN EL PERFIL OFICIAL DE @FicciónGeneral_ES 1-1-7-19] Tras quedar embarazada y desamparada en una ciudad nueva, Mia afronta los fantasmas de su pasado mientras sale adelante por su hijo de cuatro años, con la ayud...