Broken

Capítulo 34. El fruto de mi desgracia.

Camino de un lado a otro con los nervios a flote electrocutando mi cuerpo sin piedad. Mi cabello recogido y el vestuario sobre mi cuerpo así como el maquillaje y los zarcillos. Escucho los murmullos de la gente en el auditorio y la música de una presentación la cual está a mitad de su tiempo.

Han pasado dos semanas desde que fui a casa de Nate para tratar de arreglar las cosas, y habría seguido insistiendo de no haber sido castigada por mi madre y de no haber sido obligada a pasar más horas en clases de ballet para evitar que tenga la oportunidad de salir a alguna parte sin su permiso, lo que significa que paso desde las doce de la tarde, hasta las seis de la tarde ensayando mis coreografías y otras rutinas que Cambridge tiene programadas.

Pero he notado algo particular

Mi vientre se nota más grande de lo usual y de hecho se tuvo que hacer algo más suelto el traje para que ahora pudiera entrar en él, Cambridge de hecho se lo notificó a mamá diciendo que debo dejar de comer comida chatarra y que haga más ejercicio con una dieta mucho más estricta.

Mi madre alegó que había estado consumiendo demasiada grasa estos días y que debido a eso es que el traje mi vientre aumentó repentinamente de tamaño, a su vez me hizo comenzar a comer en menor cantidad y con más proteínas, reduciendo así muchas de las calorías que antes consumía.

Pero algo más se suma a esta peculiar lista, he sentido náuseas e incluso he estado vomitando desde hace un día, mi período ni siquiera se ha hecho presente y estoy comenzando a sentirme algo cansada, quiero descartar una posible razón por la que estoy sintiendo todo esto.

Quiero pensar que se trata de algún virus

Flashback

—Fouetté... uno... dos... tre... —caigo al suelo estrepitosamente al perder la concentración y fallar en el tercer conteo por tener la mente ida en una persona.

Nate

—Mia no puede ser, llevas todo el día en lo mismo. No pasas de ese paso, si sigues así tendré que reportárselo a tu mamá para que haga algo al respecto porque no estás prestando atención —me incorporo con dificultad apoyando mis manos sobre el suelo adolorida producto del cansancio gracias a tanto bailar.

—¿Qué te está pasando Mia? —escucho a Carrie indagar.

—Maestra Cambridge... —murmuro frunciendo con fuerza mi ceño consiguiendo ponerme de pie sobre mis débiles y flanqueantes piernas.

—Sabes perfectamente que se me dieron indicaciones sobre que no debo dejarte salir hasta que sean las seis en punto. Y mejor recobra fuerzas, esto apenas está comenzando —me yergo hasta quedar totalmente recta y estanco mis ojos sobre los suyos con dolor y desprecio inflando mi pecho en busca de aire ante lo siguiente que estoy por decir.

—No, lo que debo recordar es que a usted se le pagó el triple por mantenerme encarcelada aquí bailando hasta caer muerta de dolor y cansancio —lo siguiente que sucede es que su mano derecha impacta contra mi mejilla haciéndome cerrar los ojos con fuerza ante el ardor que la calienta.

—No te voy a permitir esa falta de respeto hacia mi trabajo y a mi honor Amelia —masculla entre dientes mirándome fría mientras tensa la mandíbula.

—No puede pegarme, no es mi madre ni mucho menos una autoridad para ponerme una mano encima otra vez —sus ojos fríos y oscuros se pasan por todo mi cuerpoe escaneándome hasta detenerse de vuelta en mi rostro y ladear una sonrisa.

—Por supuesto que no, no sería tan estúpida. Pero tus padres sí pueden ponerte en tu lugar, así que, o trabajas, o estás expulsada del equipo, y ya sentirás cada bofetada de tus padres tanto moral, como probablemente físico. Tú escoges —sin darme cuenta estoy llorando de sólo pensar en la injusticia de esas consecuencias— La competencia ya es mañana, así que te quiero concentrada y si cometes un error, tén por seguro que no vas a las nacionales.