Capítulo 39. Inocente criatura.

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Una semana adelante...

Había pasado ya una semana desde que Mia había sido echada de su casa luego de haber sido internada en un hospital por las heridas en su cuerpo. En dicha semana, seis de los días los habían pasado en un motel que a duras penas, su hermano Gian había conseguido pagar. Cuando por fín encontró un departamento en el cual hospedarse, no dudó en hacérselo saber a su hermana.

Quien había perdido toda cordura en ese instante.

Mia miraba vacía y muda a la nada, sólo vagaba sus orbes zafiro por los alrededores con desprecio, sin mostrar más sentimiento que no sea el de deshonra a sí misma en su expresión facial. Sólo lucía un rostro pálido a pesar de la sangre que le corría por las venas, no articulaba gesto alguno, ni mucho menos torcía sus labios en alguna mueca.

Estaba muerta desde adentro

Pese a que su cuerpo —aunque éste no estuviera de lo más fuerte y sano— se sintiera vivo, su corazón se sentía como una bola rodante en el desierto, seco, árido y ardiente de dolor. Su cabello había perdido el color, se veía como siempre como los dorados collares del sol, pero no tenía ese mismo brillo que lo caracterizaba.

Puesto que la muchacha se sentía traicionada, sentía que la víbora que alguna vez pudo pensar que fue su amiga, le vendió el alma al diablo al decirle a sus padres de la criatura que ahora portaba en su vientre. No sentía ni la más remota alegría, ni siquiera era capaz de sentirse aliviada por una parte de haber salido de aquella casa.

Ese bebé le había arrebatado la felicidad

Por otro lado, Gian permanecía preocupado ante la demacrada situación de su hermana, temía que en cualquier momento y en un peligroso arranque de ira, Mia enloqueciera y se arrancara aquella vida de su vientre, lo presentía, con sus movimientos, sus gestos casi imperceptibles, notaba cómo pasaba sus uñas por su vientre como si quisiera abrirlo.

Y lo que había pasado ese día, le confirmó dicha pesadilla que le había estado atormentando el sueño durante esa dura semana. Se planteaba a sí mismo: si en tan sólo seis días ya ha sido un completo infierno, no quiero imaginar cómo lo será en unos meses cuando ese bebé nazca.

Pero lo que Gian no sabía, era que Mia no tenía intenciones de permanecer con aquel bebé, ella no tenía imaginado dejar que su cuerpo se deformara con un embarazo, despreciaba a esa vida creciendo en sus entrañas, despreciaba a esa célula que en meses sería un feto, despreciaba por completo el simple hecho de que esa vida se formara en su cuerpo.

Mia no tenía suficiente amor en su corazón como para detenerse a pensar en ese niño ni siquiera formado, el amor se lo habían arrebatado todas las cosas que sus crueles padres le habían hecho, ella se sentía de lo más seca, le habían drenado hasta la última gota de empatía por una persona.

Ella no era capaz de pensar que aquella inocente criatura no tenía la culpa de nada, no, al contrario, le echaba todo el peso sobre ella alegando que por su llegada a su vida, todo se había borrado. Ella sentía que ya nada valía lo suficiente como para sentir una sola muestra de afecto por ello.

Y se confirmó así, que oficialmente Mia, ya no sentía nada.

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Mia POV'S

En cuanto Gian abre la puerta con sus llaves me adentro en el departamento dispersando la mirada por los alrededores. Todo se nota gris y sin color, hay humedad en las paredes y un fuerte olor a desinfectante es lo primero que golpea mi nariz haciéndome toser un poco. Al momento de que pongo un pie al frente, la madera vieja y oscura rechina bajo mi peso.

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