Capitulo 3

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Girl, you know I want your love Your love was handmade for somebody like me Come on now, follow my lead I may be crazy, don't mind me Say, boy, let's not talk too much Grab on my waist and put that body on me Come on now, follow my lead Come, come on now, follow my lead

El aceite brincaba al ritmo de Shape of You de Ed Sheeran.

No existía mejor manera de iniciar una mañana que cantando y con un incubo sentado en mi mesa completamente desnudo.

La música terminó y siguió mi lista de reproducción sonando de fondo.

Dentro de poco tengo que ir a dejar un trabajo a la universidad, pero no me podía ir sin dejar en claro lo que había sucedido en la noche.

—¿Quieres huevo revuelto o estrellado? — interrogo inocentemente sin esperarme su respuesta.

—Estrellados o revueltos, da igual mientras tu estés arriba.

Aprieto el mango del sartén tratando de contenerme y no aventar el aceite caliente encima de él. Aparte de ser un orgasmo andante era un idiota.

-—Tú ya me diste mi desayuno, querida.

Otra vez. Así que ahora tendré que aguantar sus comentarios lascivos.

No es que fuera malo, pero su compañía después de haber estado casi toda mi vida sola era incómoda.

La mesa rechinó cuando se bajó y me di la vuelta para enfrentarlo. Camino hacia mí, la gracia de sus movimientos me erizó el vello de la nuca. Parecía una sombra que absorbía la luz de la habitación. Me barrió con la exquisita oscuridad de sus ojos de índigo, primitiva e inflexible, llamativo como el demonio.

Bueno, la sedosa caída de su cabello apenas rozaba sus hombros, y yo siempre he tenido debilidad por los hombres bien acicalados.

Oh, mierda, he mordido el anzuelo otra vez.

—¿Sólo te alimentas de mi "energía vital"?

—Si y será así por un buen tiempo, por eso tenemos un contrato — el timbre de su voz, apagado y tibio, pasó rozándome.

—¿Por qué yo?

Entrecerró los ojos, la línea de su mandíbula cambió casi imperceptiblemente. Las alarmas de mi nuca se apagaron de repente. No es que sea tímida, pero el golpe de deseo que empezaba a pulsar en mis venas mientras él se acercaba a la encimera no era normal ni natural.

—Porque eres una soñadora.

Arqueo una ceja sin entender.

—En los viejos tiempos tenía más alimento. La gente usaba su imaginación, libros, arte, cada noche era algo nuevo. Pero ahora... —la esquina de su boca hizo una autocrítica —. Quiero decir ¿cuántas veces tengo que recrear la misma película porno sin sentirme un poco hastiado?

Me lo imagine protagonizando una de esas películas donde se decían hola y comenzaban a follar... Oh, esperen, no había sido muy diferente de la forma en que nos conocimos.

Deshice mi sonrisa al darme cuenta y continuó hablando.

—Como raza, los íncubos solo nos alimentamos bebiendo la energía de los mortales. A cambio, proveemos satisfacción sexual por medio de la fantasía. Con el avance de la tecnología, la fantasía se ha perdido. Ya no hay originalidad en los sueños. Son...frustrantes.

Su cara se llenó de resignación y casi sentí lástima por él. Pero aún seguía sin explicarme por qué me involucró en todo esto.

—Esas imágenes no tienen sustancia, crearlas no tiene ningún esfuerzo de los mortales, por eso no sirven como sustento. Ese alimento está vacío — cortó el espacio que nos separaba para tomar mi mano —. Había pasado mucho tiempo sin que conociera una persona que tuviera sueños tan vívidos, Renata — su pulgar rozó mi palma y me hizo estremecer. — Tengo tanta, tanta hambre — había algo salvaje en sus ojos cuando hablaba, y una hambrienta respuesta chispeaba en mi vientre.

Sus fosas nasales se movieron como si sintiera el olor de su presa.

Yo me retiré tratando de que mi agitación no fuese tan obvia. Me dejó ir, pero me siguió con la mirada mientras me movía alrededor de la cocina, preparando mi té, sacando el azúcar.

"Si, tú y yo tenemos un trato, cariño. Tú me darás energía vital a cambio de un inmenso placer".

Recordé sus palabras. Ahora entendía mejor. Así que de eso se trataba nuestra relación. Sonaba interesante. Ahora no veía el inconveniente de nuestro acuerdo. Mi entrepierna cosquilleo, ningún problema...

—Bueno, tu comida tendrá que esperar porque tengo que ir a la universidad a las nueve y... — gire a ver el reloj de la cocina, eran cuarto para las nueve. Llegaré tarde.

¡Joder! ¡¿Por qué estas cosas solo me pasaban a mí?

Corrí dirección a la sala y preparé mis cosas. Todo esto sucedía por estar platicando tendidamente con el íncubo.

Gil vino tras de mí, cada uno de sus pasos cadenciosos tenía una arrogancia perezosa.

—¡¿Podrías ponerte algo de ropa?! — le grité exasperada al ver a su "anaconda" andar por mi casa libremente.

—No tengo — fue su respuesta despreocupada. Casi jalo de mis cabellos. Si, ahora faltaba que me cayera un rayo.

Corrí al cuarto de huéspedes donde papá dejó ropa vieja. Se las avente a la cara.

—Espero que cuando llegue encuentre todas mis cosas — amenacé saliendo corriendo de mi casa. Para mi sorpresa él me siguió al poco tiempo.

— ¿A dónde vas?

Lo mire de reojo sin detenerme. En medio de la calle él llamaba mucho la atención y de paso yo por estar caminando al lado de un tipo tan apuesto.

Yo no tenía ninguna obligación de responderle y, en lo que a mí concierne, mientras menos me involucre con él fuera de las sábanas, mejor.

Comencé a odiarlo cuando me siguió. Es una grosería y nada me molesta más que cuando lo hacen tan descaradamente.

Una mueca le estropeó el atractivo y me miró como si fuera la primera vez.

— No debes involucrarte con otros hombres — me detuvo poniéndose enfrente de mí. ¡Joder, no tengo tiempo para esto que tengo que entregar un trabajo en la universidad!

—¿Por qué debería hacerte caso?

Dudé, al mirar sus ojos destellando poder, por un momento me paralice con ellos, ahogándome en la súbita promesa de cosas que estarían mejor bajo la sombra protectora de la noche. Sentí que me dejó desnuda y ansiosa; mi cadera temblaba por la urgencia de someterme a él. Parpadeé, y me di cuenta que él fue el autor de mi deseo.

Me quedé paralizada. Tal vez si no me movía, él retrocedería y yo habría ganado esta vez. O tal vez estaba en serios problemas.

Sus mejillas se curvaron con ánimo y, mientras se acercaba a mí, pasó su pulgar por mi labio inferior. "Linda soñadora", canturreo, inclinándose para que el exquisito gesto de sus labios quedara a sólo unos centímetros de mí. Una sacudida eléctrica se disparó de mis pechos a la ingle, resbalando por mi piel con perversas intenciones.

Sip: serios problemas.

Tragué con fuerza, mis ojos se cerraron por voluntad propia. Adentro, mi cerebro trabajaba a marchas forzadas para encontrar algo... Cualquier cosa que responder, pero lo único que puede articular fue un gemido ahogado, impotente contra la ola de placer que se había acumulado en mi vientre.

— Eres mía, Renata. Solo mía.

Sueños HúmedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora