Especial Gil; Mía

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- Déja de joderme, imbécil.

Gruñí. Tomando del cuello al soldado que el rey mandó tras de mi cabeza. La sangre salpicó mis ropas.
Furioso y cansado por la persecusión.

Me recargue en la pared. Sintiendo como mi ropa se mojaba de sangre. Esos malnacidos lograron herirme, agotar la poca energía que conservaba. Todo por no moverles la cola como un perro fiel.

"Tráeme a la soñadora"

Esa fue la petición está vez. El rey tenía gustos excéntricos. Fingí aceptar la orden, pero al parecer era demasiado obvio que mi prioridad era encontrar al imbécil de Jon. Por eso mandaron un recordatorio. Me tenían acorralado. Era obedecer o morir.

La única soñadora que conozco está desaparecida desde hace años. ¿Esa era la intención del rey? ¿Qué encontrase a un personaje del pasado?

Además, luego de su refrescada de memoria, tenía hambre, demasiada. Moriría sino obtenía energía de algún modo.

- ¡Uhm! - un dulce sonido llegó a mis oídos. Significaba comida.

Miré dirección a la entrada del callejón. Mis ojos la reconocieron inmediatamente. Sus pupilas se dilataron del miedo, las mías se tornaron doradas del deseo.

Paseé mis ojos por su cuerpo. Su cabello castaño estaba más lacio de lo normal, largo y brillante. Sus ojos adornados por la incertidumbre brillaban bajo la luz de la noche y su piel morena suplicaba a gritos que la marcase.

Renata Bell. La hija de Rebeca.
Entonces todo recobro sentido. Esa chica sería mi boleto para mi libertad.

- Tú... - camine hacia ella. Solo necesitaba tomarla y llevarla ante el rey. La promesa del pasado sobre protegerla fue basura desde hace mucho. Ahora el presente la requería como carnada.

Antes de tocarla, dió media vuelta y echo a correr. Joder. Pegue en la pared, incapaz de seguirla. Necesito energía. Y rápido.

Segundos después de que Renata huyera, una chica vino directamente al callejón. La analice bajo las sombras.

Seca. Su aura carecía se sueños. A diferencia de Renata, ella parecía una pasa contra una ciruela. Eso significaba, que la hija de Rebeca heredó su habilidad.

Curve los labios. Genial.
Con hambre, tomé a la chica del cuello sin que se diera cuenta y la lancé al piso. Ella gritó, asustada. Luego de placer. Sobre ella, adentrarme en su mente y encontrar su frustración resultó demasiado fácil.

Dejando marchita a la chica desconocida. Sigo el rastro de mi verdadera presa.

Acomodé mi camisa negra, rasgada y aún olorosa a sangre. Dejé de sangrar, pero aún me encontraba débil.

Esos sueños vacíos, no me sirven de nada.

Tengo hambre. Sed de esa chica. Renata.
Antes de entregarla al rey, dejaría mi marca en ella.

Llegué a la casa. Era la misma que rentaba desde hace siete años. Pero tenía una diferencia; la esencia. Un erótico aroma inundó mis fosas nasales, llegando hasta mi entrepierna y llenarlo de sangre. Mis instintos despertaron.

Alguien estaba soñando. Mis sentidos se agudizaron. Gemidos. Más gemidos. Más esencia erótica.

Usando los pocos poderes que me restaban, abrí la puerta. Trompique. Pero conseguí llegar a su habitación. Al abrir la puerta, caí.

Su rostro palideció, envuelto en una serie de facciones llamativas. Miedo, vergüenza, asombro.

En cuanto logré levantarme, me amenazó con un vibrador.

Sueños HúmedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora