Capitulo 45

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En blanco.

Por un momento mi mente dejo de pensar y me sentí en un limbo de incertidumbre que me sucumbió.

¿Qué es lo que estaba haciendo?

Caminando por un rumbo sin dirección, sin pistas, sin mapa. En un lugar amenazante y desconocido.

Todo lo que sabía. Todo lo que creía no fue más que una mentira siempre.

Encontrarme sola toda mi vida fue realmente tranquilizante, tan liberador y estimulante, y a la vez... Solitario. Y Gil fue como aquella chispa de emoción que le faltaba a mi vida, en lo sexual, en lo emocional, en lo experimental, él me enloquecía.

¿Qué pensé cuando me estaba adentrando al mundo de un demonio? ¿Amor, paz y buenos deseos? Seguramente Santa Claus Les traía regalos a los demonios sin falta cada año porque eran los que mejor se portaban.

— Su gracia, ¿Está bien? — la voz de una mucama me sorprendió. Me levanté de golpe asustada.

Giré a ver a la temerosa chica, flaca, flaca y con las alas caídas. Traía un trapo entre sus manos que estrujó al verme tan alterada. Recupere un poco los sentidos.

¿Qué fue eso? ¿Una crisis existencial?

Inhale profundo y volví a soltar el aire.

— Si, estoy bien. Lamento interrumpir vuestras labores.

Señalé a los demás sirvientes que estaban recogiendo la mesa. El hada abrió los ojos conmocionada.

— ¡No, su gracia, no tiene porqué disculparse con nosotros!

— Da igual — la interrumpí, cansada de este sistema de clases sociales — Me iré, gracias por la comida.

Me despide con la mano y salí corriendo por los pasillos.

"tengo información importante sobre tu madre y aquel imbécil"

Esas fueron las palabras de Leo. Tenía que encontrarlo y dar la cara a mis miedos, ya que él se había convertido en uno.

Toda mi vida, desde que tengo memoria, me he caracterizado por pensar poco las cosas, eso no tendría que cambiar ahora, aunque me estrellara siempre de buches contra mis decisiones.

Prefiero sobarme a preguntarme el que sucederá.

— ¡Su majestad, no puede correr por los pasillos!

Varias mucamas trataron de detenerme, pero eran ignoradas.
Yo estaba dispuesta a encontrar a Leo costase lo que costase.

...

Eso pensé, pero llevaba más de una hora recorriendo el castillo de pies a cabeza, mis piernas eran gelatina y mis pulmones parecían haberse atrofiado.

— ¡Maldición! — me recargue en la pared que daba al jardín central, y miré mis tacones; iba a necesitar unos nuevos.

Suspiré. El jardín central se caracterizaba por tener las flores más hermosas de todo el reino, sin embargo, estaban distribuidas tan tristemente que no daban a lucir su belleza. En una esquina estaban las más pequeñas y conforme se alejaban iban creciendo. Parecía un montón de flores ordenadas sistemáticamente, y la naturaleza no era así.

Aburrido.

Un par de niños, pasaron corriendo por allí, la más pequeña era una niña de cabello azul cielo que atrapó a un niño un par de años más grande por sus pequeñas alas y jaló de ellas con fuerza.

— ¡Hey! — grite alterada, los niños se paralizaron. No puedo creer que los infantes de hoy se lleven así. Me acerque a pasos agigantados — ¿Cuál es tu nombre?

Sueños HúmedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora