- ¿Matar a todos?
Lo miré como si acabara de decir la locura más grande del mundo, por su lado, él parecía haber dicho la mejor idea de toda su vida.
- Sí, así seríamos los únicos en el poder.
- Aja, ¿Y luego?
Sus cejas se curvaron ante la pregunta.
- ¿Cómo lo harás? ¿Llegaras a dispararle a todos y ya? ¿Hay siquiera las suficientes armas para lograrlo? Serán años en los que juntas suficientes seguidores y armamentos para derrocar un imperio de miles de lustros. Hasta el plan de Lysander es tardado, el tuyo más.
La sonrisa se borró de su rostro y me sentí culpable. Si, a mi también me gustaría que fuera así, pero no. Las cosas no son tan simples como suenan.
- Te has amargado - exclamó con disgusto. Luego se giró para acorralarme en el colchón donde estábamos descansando hace un instante. Nuestras miradas chocaron, este era el inicio de una confrontación sin sentido.
- ¿Amargado?
- En efecto. La Renata que conozco diría sin pensar que ella misma mataría al principito malvado utilizando solamente sus bragas y que después haríamos el amor toda una semana sin parar.
¿Yo diría eso?
Si, me parece buena opción. Y a la vez una locura. Será que...
- Si, me estoy amargando, a este paso ya no seré capaz de soñar pronto. ¿Me dejaras cuando llegue ese día?
Vi sorpresa en su expresión. Yo sonreí dándole ánimos para contentar. No tardó en darme su respuesta; sus labios se juntaron dulcemente con los míos.
- No dejaré que llegue ese día - volvió a besarme tan dulcemente que mi corazón dolía- cada día que estés conmigo te haré soñar. Cada lágrima la convertiré en una sonrisa, cada sollozo en un gemido y cada miedo en una aventura. Y si ese fatídico día llega, moriré lentamente contigo.
Sonreí entre besos y las lágrimas se deslizaron entre nuestros labios. Al sentir el sabor salado, Gil se separó, solo para contemplar mi rostro lloroso.
Estaba tan feliz.
- ¿Renata? - dijo mi nombre con nerviosismo, sin saber que hacer.
- Imbécil. ¿No qué ibas a convertir cada lágrima en una sonrisa? ¿Qué esperas? - gimotee. Escondiendo mi cara en su pecho.
Tardó en reaccionar, luego me abrazó y comenzó a lamer mi cuello mientras me hacía cosquillas en las costillas.
Sin poder evitarlo, comencé a reir al tiempo que lloraba. Mi rostro hacia muecas tan extrañas que en lugar de un ataque de cosquillas, parecía que me estaban realizando un exorcismo.
Cómo manera de escape, logré acumular fuerzas en el brazo y le pegue un derechazo en la mejilla. Gil salió de encima de mí y se desvaneció al lado.
Mierda. Noquee a Gil.
- Gil, Gil, Gil...
Lo moví para que reaccionara, pero sus ojos estaban firmemente cerrados. Miré mi puño asombrada, luego el cuerpo inmóvil del íncubo. Si que tengo fuerzas.
- Tienes que vivir, Gil, aún no hacemos el sin respeto por detrás.
- ¿Te animarías a hacerlo? - cómo por inercia, Gil se levantó en sus antebrazos y me miró anhelante mente.
Ahora fue el turno de mi izquierda en darle el golpe. Su cabeza cayó y rebotó en la cama y está vez estaba segura que estaba inconsciente y ahora no me sentía mal.
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Sueños Húmedos
RomanceRenata es una chica que busca refugio en lo menos imaginable: la masturbación. Al estar siempre sola su vida fue monótona y lineal, hasta que un tipo sexy al que llamo orgasmo andante aparece para atraerla a las sombras, a las penumbras de la fantas...