-Listo.
Leo acarició mi cuello por encima de la venda que acababa de colocar. Por el espejo frente a mi pude visualizar sus ojos consternados. No pude evitar tomar su mano que estaba en mi cuello.
-No me arrepiento.
Sus dedos ejercieron presión en mi piel, por unos segundos sus ojos se tornaron rojos para luego volver a su tranquilo color oscuro. Sonrió.
-Renata, eres imposible.
-Y tu muy sexy. -jadee al verlo sonreír, cada vez que lo hacia sus ojos se achicaban y los músculos de la cara marcaban en su rostro líneas tenues que le hacían lucir más atractivo, y sus pómulos, Dios, nunca había visto unos que lucieran tan sexys. Mordí mi labio inferior, sonrojándome al darme cuenta de mi declaración. Joder. La había liado.
-Con que sexy, ¿eh?
-En el buen sentido. -trate de aclarar, pero ya era demasiado tarde, mis palabras ya habían golpeado su ego subiéndolo a la cima de la cumbre. Su mirada provocadora me lo decía.
-No hay otro sentido Renata. Solo uno y como maestro me ofrezco a enseñarte... en tu cama.
Me quede sin palabras. Y no por la sensual voz con la que me ataco, ni sus insinuantes movimientos, no, sino porque esas sugestivas palabras trajeron a mi mente a cierto orgasmo andante. Y sin poder evitarlo, lo rechacé.
-Créame que no necesito clases privadas, soy una estudiante autodidacta y, todo lo que quise saber, ya lo averigüé. Pero gracias por la oferta.
-Ya veo... -su mandíbula se tensó con frustración. No se esperaba esta respuesta, y siendo sincera, yo tampoco.
- Pero hay algo que solo usted puede contestarme y que quiero saber... -me levante para girarme y confrontarle hito a hito. Una vez que Gil entro en mi mente, sacarlo de ahí era difícil y junto con él venían los misterios que aún no lograba resolver. Inconscientemente comencé a hablarle de usted al tomar de nuevo el rol de alumna y maestro. -¿Usted sabe algo del paradero del hermano de Gil?
-No necesitas envolverte en su mierda, Renata. Será mejor que te alejes. -su voz sonó tranquila, pero por debajo tenía un trasfondo de tensión.
Torcí la boca. Demasiado tarde, yo ya estaba envuelta en toda esta situación y mis posibilidades de salir eran casi nulas.
-Ya estoy dentro. -puse una mano en mi cabeza con exasperación. -Así que me digas o no lo que sepas no me detendré. Me conoces y sabes que obtendré lo quiero de uno u otra forma.
Sacudió la cabeza con aire serio. Sus ojos taladraron los míos, sin pestañear.
-Sé que te lo he dicho muchas veces, pero él es peligroso.
-Soy consciente de ello y tendré cuidado.
Desvió la mirada, pero pude ver el dolor en sus ojos. Mi pecho se apretó con agonía, nunca me imaginé que reaccionaria así, Leo me había cuidado hasta ahora, inclusive más que mi padre. Pero no mentía, yo quería llegar al fondo de esto porque algo me decía que estaba incluida en este drama más de lo que me imaginaba.
-La última vez que lo vi trate de convencerlo de no huir, pero su determinación era igual de fuerte que la tuya. -dijo finalmente. -Sin embargo, si sigue vivo, -me estremecí. -debe de andar escondido en donde ni las hadas se atreven a entrar, no solas; las profundidades de los barrios bajos del mundo de los demonios.
Su voz se volvió oscura.
-Es todo lo que sé. -su mirada se volvió distante por unos segundos. -Prométeme que no iras a ese lugar. -dijo, y su voz se volvió pensativa, sus dedos volvieron a mi cuello, en donde instantes antes bebió mi sangre. -No podré protegerte del todo si estas tan lejos de mí.
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Sueños Húmedos
RomanceRenata es una chica que busca refugio en lo menos imaginable: la masturbación. Al estar siempre sola su vida fue monótona y lineal, hasta que un tipo sexy al que llamo orgasmo andante aparece para atraerla a las sombras, a las penumbras de la fantas...