Capitulo 37

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Contrario a lo que creía, la sala donde de celebraría la fiesta de mi boda, se encontraba llena en su totalidad. Todas las hadas me miraban con odio, recelo ante mi vestido, ¿Acaso era demasiado sencillo?

Creía que había escogido el más caro para hacer honor al título de mi marido. Ahora soy una princesa, y mi vestido debía ser el de una, pero ante las miradas recelosas de todas, creo que me faltaron un poco más de diamantes, pero ya no cabían en ningún sitio. Toda la seda blanca estaba tapizada de piedras preciosas.

- Felicidades.

La gente de acercaba, conservando un metro de distancia de ambos. No sabía si por respeto o por desagrado. Pero siempre trate de mantener la sonrisa entre tantas hadas.
Mierda, todas querían matarme con la mirada.

- ¿Qué se siente ser una princesa?

- Igual que en la cuentos de hadas, me siento patética e inútil. ¿Me puedo ir de aquí?

Quiero ir al cuarto para liberar un poco de tensión.

- Vendrá el rey y la reina pronto, después de eso puedes desaparecer para siempre.

- ¿Seguro? Porque puedo cumplir eso.

Su brazo en mi cintura me estrujó en modo de advertencia. Resople.
Con la mirada recorrí el salón entero, viendo los girasoles en la mesa decorando con alegría la mediocre escena. Al parecer, a Lys le gustaban los girasoles.

Me enfoqué en ellos, por un momento recordé que no había dormido y que mi cuerpo me lo estaba exigiendo; me dolía la cabeza y mi vista se tornaba borrosa en ocasiones.

- ¿Tú hermano vendrá?

- No, anunció en la madrugada su viaje al mundo humano para arreglar un asunto.

¿Al mundo humano? No será acaso...

- Tina, ¿No irá tras ellas verdad? - con nerviosismo jale su traje, él me miró de reojo con suspicacia, pero no contesto - ¡Te hice una pregunta! ¡Contesta!

Gruñó, me jaló y ahogó mis gritos en su pecho, maldije. Hacia esto para que nadie se diera cuenta, pero no pensaba callar, hice esto en parte para proteger a mi amiga y si no estaba funcionando, el mundo podía caerse en pedazos sin importarme.

- Te di mi palabra, ella está siendo vigilada por mi guardias, no le pasará nada.

Pellizque su pezón por encima de la camisa, gimió de dolor y me soltó un poco, lo suficiente para verle al rostro.

- Aún no sé cuánto vale tu palabra.

Tras mis palabras no comentó nada más. Su silencio dice que tendré que averiguar eso por mi cuenta.
La gente a nuestro lado pensaba que estábamos de acaramelados, y a pesar de odiarme, miraban con ilusión la escena. Cualquiera lo haría, esto parecía una pesadilla de cuento de hadas.

De repente, una sensación cálida y húmeda recorrió mi espina dorsal, haciéndome flaquear las piernas. Un escalofrío de miedo y placer me paralizó.

Me aferre a Lys para evitar caer. Sentía el peso de una mirada penetrante caer sobre mi cuerpo. Resbalandose por mis piel, atravesando mis poros, causando choques eléctricos estremecedores que penetraban mis sentidos.

De reojo, busqué al culpable de hacerme sentir así.

Izquierda; no, no había nadie.

¡Derecha!; Tampoco.

En el lugar solo habían hadas, Miles de hadas que me odiaban, pero sabía que ellas no tenían ese efecto en mí. El único que es capaz de hacerme perder la cordura es cierto ser de cabellera larga que tiene prohibido venir aquí.

Sueños HúmedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora