Capitulo 53

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— ¿Qué tan rezagado estuviste todo este tiempo del Paraíso? —Gil se dirigió a Van.

—Demasiado. Ellos prometieron darme mi independencia si les entregaba a las dos soñadoras. Al no hacerlo, pensé que me iban a mandar al frente de mi escuadrón, pero no fue así, sin embargo no me retiraron el título nobiliario.

—Extraño... —susurró Lysander. Me sobresalte, me había olvidado de él —. El fallar una misión equivale a "entrenamiento" intensivo, para que eso no vuelva a ocurrir, pero te dejaron marchar.

—Exacto. ¿Por qué? Porque querían averiguar los alcances de vuestro plan. Las hadas lo sabían, pero en especial, Leo lo sabía.

—¿Por qué lo sabría? — Van sostuvo la mirada de Gil. Era el inicio de una revelación muy oscura. Era normal verlo a la defensiva, ya que Leo era su amigo.

—Porque siempre estuvo cerca —Gil, masculló, volteándome a ver. Yo no estuve cuando fundaron la agrupación, pero él estaba presente y nada salió bien.

—Puede ser cosa de suerte. No por la presencia de alguien le vas a adjudicar un suceso — las palabras salieron de mi boca sin detenerse. Era como una pequeña mosca, tratando de escapar de la telaraña. Estaba desconectada.

Los labios de Gil se fruncieron.

—Piénsalo, Renata. Por más amistad que tuviera un rey demonio con un perro militar, ¿te seguiría a todos lados? Tu confidente, tu tutor, tu maestro, tu guardaespaldas, tu vigilante. Nadie más estaría tan cerca de ustedes cómo para saber cada paso que daban e informarselo a las hadas. Además de así lograr mediar las decisiones.

—Leo es un viejo amigo, él no haría nada de eso — papá respingo, pero Gil, suspiró exasperado.

—¿Qué raza eres? — le preguntó el íncubo a Van.

—Vampiro...

—Genial — Gil pasó su mano entre su pelo —. Entonces debes saber del odio que sienten los demonios por las hadas, después de que estás nos desplazaron. Creci aborreciendolas, él nos enseñó — gruñó, giró a verme —. Tú querido Leo nos instruyó para ir en contra de ellas.

—¿Te instruyo?

Silencio. Él desvió la mirada, entonces Cass dio un paso al frente, tomó mi hombro y masajeo suavemente, provocando dolor al tocar los músculos anudados.

—Hay cosas que son difíciles de contar, Ren, pero después de la muerte de nuestros padres, las hadas nos esclavizaron. Quién tuvo nuestra cadena fue Leo. Gil y Jon me ayudaron a escapar, pero estoy segura que les obligaron a hacer cosas terribl...

Gil tronó bruscamente la boca, interrumpiendola.

—Nada que un demonio no haga. Pero parte del trabajo sucio era monitorizar a las hadas.

Miré atentamente a Gil. Siempre contándome historias horribles sobre su raza, cosas espantosas que ellos hacen, pero nunca he visto nada de ello en él. ¿De verdad es tan malo?

Sí hasta ahora ha sido derrotado, por Lys, por Van, por casi todos. ¿En realidad el gentil Gil que conozco sería capaz de algo así?
Sus ojos oscuros, cautelosos, son los mismos que me miran con tanta pasión y ternura; los mismos que se forman dorados cuando muestra su verdadera naturaleza.

—¿Para qué querría saber los movimientos de las hadas?

Suspiré y me recargue en la ventana. No recibí respuesta. Solo un fuerte tirón de parte de Gil, quién me arrojó al suelo.

—¡Renata! — todos gritaron mi nombre. De inmediato alce la mirada.

Van sostenía a mamá en sus brazos y Lysander creaba una barrera frente a mis amigos, protegiéndolos. Frente a la defensa chocaban cristales negros y afilados que caían en el suelo en un sonido horrendo.

Sueños HúmedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora