Prologo.

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¡Ahh! ¡Mmm...!

Aprieto los labios tratando de contener mis gemidos sin saber el porqué.

Como siempre, estoy sola.

Como siempre, trato de matar el tiempo explorando mi cuerpo. Tratando de confortar mi alma vacía.

Mis piernas se mueven inquietas ante la intensidad del vibrador, mi cuerpo se tambalea al ritmo del aparato que acaricia mi interior, pero no es suficiente, quiero más, más, mucho más. Mis caderas se balancean ansiosas en busca de ese algo que se arremolina atrozmente en mi vientre.

Alejo la mano con la que masajeaba mi clítoris hinchado y le acerco al vibrador. Sin pensarlo, subo la intensidad hasta el tope. Me arqueo y  con la mano libre agarro las sábanas con desesperación, mis terminaciones nerviosas están a punto de explotar.

—¡Oh, si! — exclamo sin poder contenerme.

Cierro fuertemente los ojos y me imagino a mí en el salón de clases teniendo sexo sobre las butacas. Allí estoy yo, con mi uniforme desalineado, la blusa y falda rotas, ofreciéndome a mi profesor de inglés, aquel extranjero de piel pálida y ojos índigos que nos traía locas a todas en la universidad y al que hago mío en mis sueños.

Abro las piernas en el escritorio y muestro mi intimidad a él. Me ofrezco sin inhibición. Lo quiero. Quiero hacer solo mío a aquel que todas desean.

Mi corazón se acelera al verlo lamerse los labios y acercarse a mí. Veo en sus ojos el deseo de corromperme. Llega a mí con una lentitud tortuosa. Se acerca, pero no me toca. Muerdo mis labios impaciente. ¿Qué espera? Estoy tan húmeda que el escritorio se moja levemente por mi culpa. Su presencia cerca de mí pero lejos me ponen alerta, cada mínimo golpe del aire que hacia al moverse era perceptible por mi piel anhelante.

Sus azulados ojos pasean sobre mi cuerpo, parece probar mi piel con su mirada apremiante, embargada de deseo. Me erizo al verlo entretenerse en mi intimidad y cuando pensé que por fin me daría lo que quería, dice algo inesperado;

—Tócate.

Ordena. Su autoridad me hace enloquecer, sabe que quiero ser suya y que me tiene bajo su poder. Las manos me escocían, 

Dudo. Yo quiero mucho más que masturbarme. Lo quiero a él y muy adentro.

— Hazlo y te daré lo que quieres. —susurra a mi oído, su aliento cálido me excitaba el oído. Me estremezco al sentir su lengua recorrer mi cuello, lo lame y muerde, lo recorre exclamándolo como suyo.

Diablos, no puedo negarle nada a este hombre. Quiebra mis piernas y los cimientos de mi voluntad.

—Toma... —me ofrece el bolígrafo con el que califica a diario en el salón de clases. Él quiere que yo...

Tomo el bolígrafo y lo meneo entre mis dedos. Quiero más, pero extrañamente la situación está agradándome. Este hombre sabe cómo hacerme perder el juicio.

Lo llevo a mi boca y comienzo a chuparlo, imaginándome que era algo mucho más grande y caliente. Lo escucho maldecir al ver que meto el bolígrafo casi por completo en mi boca. ¡Oh, si, enloquece cariño!

Lo sacó y lo acercó a su boca. Nuestras miradas se interconectan cuando él comienza a hacer una felación con el bolígrafo. Ahora es mi turno de exclamar excitada. Es tan sexi ver como su mandíbula se tensa cada vez que succiona.

No aguanto más. Mi coño necesita atención urgentemente. Alejo el húmedo bolígrafo de sus labios y lo llevo a mi clítoris. Sin alejar mi mirada de sus sombríos ojos, masajeo el pequeño botón con el bolígrafo. Y luego lo meto de golpe, me miro a los ojos mientras el pequeño objeto se deslizaba por mi interior.

Sueños HúmedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora