El mundo se congeló; me helé en las profundidades de mis huesos. Mi concentración se fijó en la mirada de medianoche de Gil, mirando estupefacta el destello de aceptación en ella. La última pieza del rompecabezas encajo en su lugar.
La bilis subió a mi garganta y tuve una arcada; tragué y reprimí la urgencia de vomitar.— No —susurré, mis rodillas empezaron a doblarse, las imágenes de todos estos días daban vuelta en mi cabeza. Mi piel se erizo en respuesta, retrocediendo hasta alejarme de él.
— Ven conmigo — ordenó el hada, cansada de mi representación escénica.
— No — dije con voz ahogada, el dolor me aclaró los sentidos. Era una sensación más por canalizar, la cuál explotó en una ira ardiente.
— Tienes que hacerlo por las buenas o podría lastimarte — su cara de acercó a la mía en un abrir de ojos. Su voz era amenazante pero sus ojos suplicantes. — Me ordenaron llevarte con vida — admitió con cinismo. — Pero te voy a dar un minuto para que te despidas de tú amigo.
Señaló a Gil con la cabeza.
Le dirigí una mirada a él torciendo los labios.
— Eres un maldito — mascullé — me arrepiento de haber confiado en ti. Te odio, Gil — hizo un gesto de dolor, pero había dejado de importarme.
Gil dejó escapar un gruñido ahogado, y comenzó a alejarse; al verlo, sentí un dolor agudo a pesar del enojo.
— Parece que debí confiar más en mi corazón después de todo — murmuré.
Su cabeza se irguió como si lo hubieran golpeado, pero antes de decir cualquier otra cosa, el hada me agarró el cabello.
—Suficiente, querida. Vámonos — me jaló arrastrándome por el suelo. El lodo me cubrió el cuerpo y pude probar su sabor. Escupí y forcejee para liberarme, pero la menuda criatura alada era sorprendentemente fuerte.
Enterré mis uñas en la mano que me sujetaba, hizo una mueca y sacudió la cabeza.
— Debes portarte bien o puedo herirte lo suficiente para que desees no vivir.
Sonreí con ironía. Desde hace tiempo no me importaba eso, y no era por su culpa. Doble las rodillas tomando impulso, y con fuerza empuje mis caderas hacia arriba para darle una patada en la cara. El golpe fue certero, pero no tuvo el efecto que esperaba. En lugar de ser liberada, su agarré fue más fuerte. Con el rostro ladeado, el hada sonrió con locura.
— Pensándolo bien, no creo que tengas que estar despierta.
Me retorcí; quería morderle la sonrisa de la cara.
— Estúpida.
Sonrió tétricamente mientras sacaba una daga de una bolsa de cuero colgada en su cintura. Luego, con la empuñadura de esta me dió un golpe en la cara; el dolor se escurrió de un lado de mi cráneo. Tuve una borrosa visión de Gil gritando mi nombre y corriendo hacia nosotros, después me trago la oscuridad y no supe nada más.
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Sueños Húmedos
RomanceRenata es una chica que busca refugio en lo menos imaginable: la masturbación. Al estar siempre sola su vida fue monótona y lineal, hasta que un tipo sexy al que llamo orgasmo andante aparece para atraerla a las sombras, a las penumbras de la fantas...