Quinto día de casada, siendo una maravillosa princesa de las hadas.
¿¡Alguien me puede sacar de aquí?!
No soportó más el ir y venir. El llevar y traer. Nadie me dijo que tenía que tomar clases de política, matemáticas avanzadas e historia. Tampoco que tenía que revisar, firmar, aprobar y rechazar documentos. Menos vestida cómo cuento de hadas.
¡El maldito corsel no me deja respirar!
Me recosté en el escritorio de mi oficina que me designaron. Era extremadamente grande y elegante, pero también se encontraba lleno de documentos y documentos interminables.
¿Quién quería ser una princesita de joven? Pues que venga aquí y se ahogue entre documentos.
Aunque estaba segura que en sí, está no era mi función, al parecer a Lys de le había ocurrido la grandiosa idea de instruirme en su cultura. Y se le ocurrió la grandiosa idea de hacerlo trabajando.
Porque me había dicho claramente; "Una princesa es la imagen pública de un reino, la conducta perfecta, aunque claro, no pienso pedirte imposibles, tranquila".
En pocas palabras, me ocultó en una oficina.
Bufé, terminando de firmar la última carta de consentimiento para la construcción de un aeropuerto. ¿Es enserio? ¿Tienen hadas y quieren usar un avión? Estuve a punto de negarme, pero Lys me dejó muy claro que todo lo que había aquí estaba aprobado por él y debía ser así. Una parte de mí, me decía que no firmara, pero la verdad es que la vida de las hadas me vale un comino. Y si quería gastar millones en un aeropuerto cuando podían volar: qué lo haga.
— ¿Tengo clase está tarde?
Pregunté a mi ayudante personal. Ella asintió para mí pesar.
— Tiene clase de historia, su majestad.
Maldecí en voz baja. Estoy de vacaciones pero aún así tengo clases.
Por cierto, la universidad retornaba sus actividades en menos de un mes. Si estoy no se resuelve antes, estaré en serios problemas.Me levanté, golpeando con las manos la mesa.
— Iré a estirar las piernas. No es necesario que me sigas.
La frené cuando la ví tras de mí. Casi pase desapercibido como frunció los labios. Entre cerré los ojos; seguramente Lys le había ordenado que me siguiera y eso no me gustaba. Quería tener un poco de libertad.
— Con cuidado, Su majestad.
Hizo una reverencia y me fui. ¿Cuánto tiempo tardaría en irme a delatar?
Mientras caminaba entre los pasillos, recordaba la jerarquía de mi familia política; por encima de todos estaba el Emperador Jeremy Couburg, quién gobernaba técnicamente todo el mundo.
Era un gobernador justo y sabio. Un padre amoroso e imparcial que adoraba a sus hijos y a su pueblo por igual. ¡Ah! ¿Se creyeron eso? Obviamente eso es mentira.
Mi papá suegrito era un tirano gobernante de pacotilla, al igual que mi suegra (la cuál no era la verdadera madre de Lys y su hermano Invi)
Ellos dos, en realidad, habían puesto a pelear al par de hermanos por el trono. Sin importar, que alguno de los muriese, ya que tenían la absurda idea de quién ganará el trono era el merecedor absoluto de todo. Pero había un problema; la lucha no era equitativa, ambos gobernantes estaban a favor del primogénito debido a que esté continuaba con sus ideas de gobernar todo por absoluto.
Lo cuál era lo contrario a lo que deseaba Lysander. Él quería libertad para todas las distintas especies. Romper con esta jerarquía absurda. Durante varios días me carcomí la mente, pensando el porque un hada querría eso, la respuesta fue tan obvia que me recriminé; la pareja de Lysander, a parte de ser de su mismo sexo, era de una especie totalmente distinta y de jerarquía baja.
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Sueños Húmedos
RomanceRenata es una chica que busca refugio en lo menos imaginable: la masturbación. Al estar siempre sola su vida fue monótona y lineal, hasta que un tipo sexy al que llamo orgasmo andante aparece para atraerla a las sombras, a las penumbras de la fantas...