- ¿Qué haces aquí? - logré que mi voz no sonará temblorosa - ¡Vete!
Porque si te encuentran no podré salvarte.
El gruñó, su rostro se contrajó con furia. Las venas de su cuello de marcaron contra su piel con una fuerza devastadora que parecían querer salirse de su cuerpo.
Por primera vez, tuve miedo de él. Nunca lo había conteniendo tanto coraje. Ni recuerdo que puediera verse tan letal.
- Pensé que se te había olvidado enviarme invitación, y quise venir a comprobarlo, pero al parecer no fue un error.
Caminó hacia mí, mientras yo retrocedía. En un paso en falso, pise la cola de mi vestido y estuve a punto de caer de espalda, pero Gil fue más ágil y me atrapó por la cintura.
Contuve el aire. Se ablando la dureza de sus orbes doradas por un segundo, pero al ver el vestido blanco ceñido a mi figura, volvió a maldecir.
Su gran mano que se había mantenido quieta en mi cintura, fue ascendiendo, acariciando mi espalda hasta dar con el nudo del cordel.
- Tengo tantas ganas de hacer tiras este vestido.
- No te atrevas.
Lo amenacé inconscientemente, no es que este atada con este vestido de modo sentimental, sino por su precio. Este vestido podría valer fácilmente unas 100 vidas mías.
Oí como los labios de Gil eran apretados. Estaba muy airado.
Reflexiono unos segundos, luego, la malicia en sus ojos era turbulenta.
En un segundo, con la fuerza de un demonio, tiró de mi vestido hasta rasgarlo. Sorprendida, sentí como el frío del aire calaba mi piel, dándome a saber que no era un sueño ni una broma. De verdad, Gil se había atrevido a romper mi vestido.Todo fue tan rápido, tan turbio. Mi mente no tuvo tiempo de asimilar mucho la situación.
Al segundo después de romper mi vestido, me aventó a la cama.
Me apoye en mis antebrazos para verlo a la cara.- ¡¿Qué te pa...sa?! - iba a reclamar, pero me fue imposible. Me mordí los labios para no gritar. Gil estaba colérico.
- ¿Te vestistes así para él?
¿Qué? Seguí su mirada posada en mi ropa interior. Oh, mierda, es cierto, mi ropa interior
Las hadas de la moda, de las cuales nunca supe el nombre, me vistieron así para la noche de bodas.
Me pusieron un liguero negro a juego con un corsel y una tanga del mismo color, todos en encaje transparente. Mi piel morena, lucía sinceramente apetitosa.
Iba a negarme a qué me pusieran esto, pero ¿Cómo decirles a las hadas que el principito de plomo era gay? ¿Cómo decirle a Gil que mi esposo tiraba al otro bando?
- Como sea, ¿Cómo es que saldré así de aquí? La fiesta aún no termina.
Recriminé, pero eso no podría importarle menos. Solo quería librarme de este ambiente, que me mantenía tensa como una cuerda.
- No vas a salir de aquí querida.Le miré sin entender. En un abrir y cerrar de ojos, yo estaba de nuevo acostada en la cama y él encima mío, con su mano en mi cuello ejerciendo presión.
- Gil...
Sujeté su muñeca, queriendo alejar su mano de mi cuello para poder respirar bien, pero fue en vano.vsus dedos se cernieron más en mi piel.
-O eres mía o no eres de nadie. - masculló entre dientes.
Con los ojos entrecerrados capté su mirada, imposible de ignorar.
Enterré mis uñas en su mano, en un intento de contener mi irá.
ESTÁS LEYENDO
Sueños Húmedos
RomanceRenata es una chica que busca refugio en lo menos imaginable: la masturbación. Al estar siempre sola su vida fue monótona y lineal, hasta que un tipo sexy al que llamo orgasmo andante aparece para atraerla a las sombras, a las penumbras de la fantas...