¿Sin flores?

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—Si que te divertiste. —dijo Kara arrancando pequeños trozos de pasto.

—Fue un gran fiesta. Me habría gustado que vinieras. —contestó Lena acostada boca arriba. —vine para ver si te veía e invitarte, pero no te encontré.

—Me alegro que te hayas divertido Le.

—En un par de semanas será mi cumpleaños, irás ¿Cierto? —cuestionó la pequeña Lena con entusiasmo, rodó para quedar boca abajo y observar a Kara. La pequeña rubia acomodó sus lentes y sonrió.

—Lo intentaré, espero mi hermana pueda llevarme. —contestó recostándose en la misma posición que Lena.

—Yo puedo hablar con ella. —dijo Lena.

—Será mejor que yo lo haga.

—¿Cuándo la conoceré? —Kara levantó el rostro y observó a la niña.

—Sí acepta llevarme a tu fiesta, ese día podrás conocerla.

Las pequeñas pasaron el resto de la tarde jugando, pintando, platicando de diferentes cosas. En ese ocasión Samantha no había podido llevar a su hermana al parque, ya que tenía clases y no podía faltar. Pero le pidió a la niñera que lo hiciera. Los padres de las chicas se encontraban de viaje por negocios, aunque el que ellos estuvieran en casa no cambiaba nada, Lena y Samantha la pasaban todo el tiempo juntas, a menos que Samantha estuviera con sus amigas o tuviera pendientes que hacer.

—Creo que es hora de irme. —susurró Kara levantándose. Sacudió sus pequeñas manos e hizo lo mismo con su pantalón.

—¿Tan pronto?

—Sí, hoy no puedo quedarme más tiempo. —contestó la pequeña haciendo una mueca.

—Está bien, pero por favor. Convence a tu hermana de que te lleve a mi fiesta. —exclamó juntando sus manitas.

—Haré lo posible.

—Bien, eso me agrada. —contestó Lena abrazando a Kara. —nos vemos pronto.

—Nos vemos Le. —Kara camino con entusiasmo hacia su casa, estar con Lena siempre la hacía sentir bien. En cuanto estaba a punto de cruzar la calle un auto se detuvo frente a ella.

—Hola extraña. —Kara sonrío.

—Hola otra vez hermana de Lena. —saludó moviendo su manita.

—Se llama Kara, Sami. —dijo la pequeña Lena asomándose por el asiento de atrás. —Sami llego por mí.

—¿Viniste sola al parque? —cuestionó Samantha.

—Vivo aquí a la vuelta. —contesto ruborizada.

—Igual es peligroso. ¿Dónde está tu hermana? No deberían dejarte salir sola. ¿Y tus papás?

—Yo... n-no. —Kara comenzó a ponerse nerviosa, no estaba acostumbrada a las preguntas, de hecho ella no estaba acostumbrada a las personas.

—Sami, la asustas. —dijo Lena bajándose del auto, con una sonrisa se paró frente a Kara. —puedes decirme a mí, yo no dire nada. Lo prometo. —dijo tomando el dedo índice de Kara y enredándolo con el suyo. —por la garrita. —Kara se inclinó y puso sus manitas alrededor del oído de Lena. Samantha rodó los ojos al ver las caras de asombro de su hermana, una mueca tras otra. Al final la niña puso una mano en su boca y asintió.

—¿Y bien, dónde están sus papás?

—No puedo decirte. —contestó Lena con tranquilidad.

—Lena... Kara. —ambas niñas negaron con la cabeza.

—En serio, no puedo, porque no lo sé. Solo sé sobre su hermana.

—Bien. ¿Dónde está?

—Tampoco puedo decirte. —Samantha resopló.

—¿Al menos podemos dejarte en tu casa?

—No es lejos, puedo caminar.

—No puedo dejarte aquí sola. Así tal vez puedo hablar con tu hermana.—Kara lo medito un poco y asintió, sabía que eso último no podía pasar. Y aunque no estaba segura de sí era buena idea, poco podía hacer.

Las pequeñas subieron al auto, Kara sonreía con timidez. No tardaron mucho en llegar, pues en efecto, la pequeña vivía en unos edificios a la vuelta del parque.

—Muchas gracias. —dijo al bajar del auto. Lena observo el lugar, no se parecía en nada a dónde ella vivía, no había flores, ni pasto, solo eran edificios largos y apagados, todo parecía triste. No le gusto que Kara viviera ahí.

—¿En cuál edificio vives? —cuestionó Samantha.

—En ese. —señaló el más pequeño a su espalda, era un edificio blanco, con al menos 4 departamentos, aunque no se veía mal, el aspecto de los edificios de los costados, le hacían ver opaco. —debo entrar. Muchas gracias por el helado.

—De nada. —contesto Lena sonriendo de medio lado. Ambas hermanas vieron como la niña entró, en cuanto la perdieron de vista las dos subieron al auto. Samantha observo a Lena, la pequeña iba cabizbaja, nada habitual en ella, pues siempre estaba riendo, contando chistes o molestándola.

—¿Estás bien? —cuestionó Samantha observando a su pequeña hermana.

—Sí. —contestó encogiendo los hombros.

—Ya veo enana. —Lena no contesto, ella jamás se había quedado callada ante ese apelativo. Samantha detuvo el auto y se giró en su asiento, levantó el rostro de su hermana y sonrió. —¿Qué pasa?

—Por eso Kara siempre esta triste. —contesto la pequeña jugando con el cinturón a su alrededor.

—¿Por qué?

—El lugar en donde vive es triste.

—Tal vez a ella le gusta, Lena.

—No estoy segura. —contesto la pequeña con una mueca en su rostro. —¿Por qué no hay árboles y flores? Cómo en casa, si tan solo hubiera árboles y flores. —meditó la pequeña observando por la ventana.

Samantha volvió a la carretera sin saber qué más decir, como explicarle que en ocasiones las personas no pueden vivir donde quisieran, ella estaba de acuerdo que a cualquier niño le gustaría vivir donde hubiera flores, árboles, juegos, pero no sabía cómo explicarle a su hermana sobre ese tema sin confundirla. Hasta para ella era difícil eso de que unas personas tuvieran más y otras menos.

Evidentemente la pequeña Kara era de las segundas, no vivía en una enorme casa blanca, con un enorme jardín y muchas flores.

—¿Por qué no me habías hablado de ella, bueno, de qué la conociste en el parque? —Samantha cambio el tema, después de un rato en silencio.

—Lo hice. —contesto haciendo círculos en el cristal.

—¿Es ella tú super amiga? —la pequeña asintió. —pensé que era alguien de tu escuela.

—No, nadie de mi escuela es como Kara.

—¿Cómo?

—Genial. —contesto sonriéndole a su hermana. Samantha asintió y le devolvió la sonrisa, por alguna razón aquella pequeña niña, había captado su atención.

—Entonces ese parque más que el chocolate especial, tiene a una Kara genial. ¿Cierto? —Lena se ruborizo encogiéndose en su asiento.

—El chocolate es especial y muy rico, pero sí, solo en ese parque puedo ver a Kara.

—Ya.

—¿Mañana me traerás?

—Ya veremos enana.

—Algún día creceré. —Samantha sonrió al ver a la niña sacarle la lengua.

—Claro.

Mi pequeña héroe  (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora