Estupida esperanza

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Unas semanas después de que Kara saliera del departamento de Lena, prácticamente con el corazón roto, intento mantenerse alejada de la morena, ella pensaba que ya había hecho lo que tenía que hacer, ella ya le había dicho todo lo que le tenía que decir y ahora al ver que Lena era feliz, ella debía mantenerse alejada. La morena por su parte, después de que Andrea le metiera esa idea, sobre los celos de Kara, no podía dejar de pensar en eso, lo intento, pero era inútil. Sus amigas le aconsejaron buscar a Kara y aclararle que ella y Andrea no tenían nada. Pero Lena se negó, dijo que Kara podía pensar lo que quisiera que ella no la buscaría y lo mejor era no volver a verla. Eso al menos hasta que Kara la busco.

La rubia se había dado cuenta que ella no tenía porque estar molesta y que aún con todo el dolor que, el que Lena amara a alguien más le causara, la quería en su vida, al menos como una amiga. Por ello la busco para platicar un poco.

—Llevamos un par de horas aquí y sigo sintiendo que algo te pasa. —Kara y Lena estaban sentadas al lado de un gran lago, para Kara en ese parque se podía ver el mejor atardecer.

—Nada Lena, ya te he dicho que no me pasa nada.

—Kara.

—Lena.

—No seas infantil. —Kara miro a Lena con una ceja elevada, ella sabía que no tenía derecho alguno de estar molesta, se había mentalizado durante días y horas antes de ver a Lena, sabía que no tenía derecho a pedir explicaciones. Pero no podía evitar el coraje que se formaba en lo más ondo de su ser y luchaba por querer salir, al escuchar a Lena hablar de Andrea como si fuera la persona más maravillosa del mundo, aunque en realidad Lena hablo de sus amigas en general y lo mucho que la han apoyado todas, pero claro, Kara dejo de poner atención cuando Lena menciono a Andrea.

—Antes te gustaba lo infantil que era. —contestó con sarcasmo, Lena frunció el ceño, estaba intentando con todas sus fuerzas ser paciente, pero la rubia definitivamente no le ayudaba. De un momento al otro la rubia había cambiado radicalmente, no entendía porque Kara la había invitado un café si todo el tiempo iba a estar rara, por no decir molesta.

—Sí, antes. —contestó Lena con el mismo tono de voz. —me puedes decir que te pasa. ¿Para eso me pediste venir?

—¡No me pasa nada! —gritó perdiendo la paciencia, se levantó y comenzó alejarse.

—¿Cuantos años? —Kara se detuvo. Lena suspiro y también se levantó. —digo, ahora cuantos años habrá que esperar para que vuelvas aparecer. —la rubia apretó las manos con fuerza, aquello había sido un golpe bajo, se giró y miró con coraje a Lena, quien sabía perfectamente que aquello no había estado muy bien. Pero ya lo había dicho, ahora le tocaba mantenerse en la misma postura que la rubia.

—No es justo. —contestó con coraje.

—Lo que no es justo es que vengas a comportarte de esta manera, vienes y me invitas a salir, me traes a este parque... ¿para qué, para ser cortante? de repente cambias  y solo te mantienes callada, lo acepte porque supuse que después de todo, era lo que necesitabas. Pero no es justo que me contestes como si yo te hubiera hecho algo malo. —Kara cruzo los brazos sin la mínima intención de bajar la guardia.

—La que hizo algo malo fui yo. ¿No?

—No estoy diciendo eso. —contestó Lena con impaciencia. —lo que digo es que...

—No. —interrumpió Kara. —se lo que realmente quieres decir. Todo lo qué pasó entre tú y yo jamás dejara de perseguirme, te dejé y no permitirás que lo olvide.

—¿De qué demonios estás hablando? —Lena realmente estaba confundida con el comportamiento de Kara.

—¿Sabes que es lo que no hice? —Lena arqueo la ceja. —olvidarte. —aquello no solo sorprendió a Lena, también a Kara, pero que más daba, ya lo había dicho, ahora la iba a escuchar. —todo este tiempo alimente el amor que sentía por ti con tu recuerdo, jamás permití que nadie se acercara más de lo debido.  Tenía la estupida esperanza de que al volver y contarte todo, tú me perdonarías y volverías a mí.

—Kara...

—¿Cuanto tiempo pasó para que tú me olvidaras? —Lena podía notar la rabia en las palabras de Kara, comenzaba a creer que lo que Andrea le había dicho, podía ser cierto. —supongo que no mucho, tú me olvidaste tan rápido como...

—¡Cállate! —gritó Lena intentando reprimir las lágrimas que amenazaban con salir. —no tienes derecho de acusarme de nada, no fui yo la que se fue. Tú dijiste una y otra vez que me amabas y luego...

—No mentía, yo te amaba... te amo. —Kara intento acercarse, pero se detuvo. —cometí un error y...

—¡No, me destrozaste el corazón! —Lena cubrió su rostro intentando calmarse.

—Y siempre me odiare por ello. —contestó Kara intentando calmarse. —siento haberte dicho todo eso, tú no tienes la culpa de haber seguido con tu vida.

—Kara yo no...

—Yo no tengo derecho de cuestionar nada. —Kara se acercó hasta la morena y la miro con tanta tristeza que Lena se estremeció. —fue eso, una estupida esperanza, como pretendía que me esperaras por tanto tiempo. —Kara sonrió amargamente.

—Kara por favor.

—Un error que me costó tanto. —la rubia bajo el rostro para que Lena no la viera llorar. Se giró y limpio sus ojos. —tú no tienes la culpa, la única culpable soy yo. —dijo girando nuevamente. —Yo te dejé, yo te perdí. —Lena intento acariciar el rostro de la rubia, pero esta se apartó. —no quiero tu lastima.

—Nunca te he tenido lastima. —contestó Lena suspirando, negó con la cabeza y se volvió a sentar. Kara hizo lo mismo, aunque esta vez un tanto alejada.

—Solo una cosa. —susurró Kara después de un rato en silencio. Lena asintió. —¿Por qué Andrea?

—Kara, Andrea no...

—Pero miren nada más a quien tenemos aquí.

—Jeremiah. —susurró Kara.

Mi pequeña héroe  (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora