Verdades que duelen

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—Llegamos. —susurró Lena moviendo ligeramente a Kara, la rubia se tallo los ojos y suspiro al ver aquella casa. —nos mojaremos un poco. —Kara sonrió asintiendo, la lluvia estaba bastante fuerte.

La primera en salir fue Lena, rodeo el auto y abrió la puerta para que Kara saliera, la rubia le agradeció con una sonrisa. Ambas corrieron hasta el pórtico.

—Toma. —Lena le dio las llaves. —abre, iré por las maletas. —Kara asintió, abrió pero no entró, espero a Lena en la puerta. —¿Por qué no entraste?

—Te ayudó. —contestó Kara tomando una de las maletas.

—¡Demonios! —exclamó Lena en cuanto entraron y vio que no había luz.

—Debe ser por la tormenta. —comentó Kara caminando por el lugar, no estaban completamente oscuras, la luz de Luna que se colaba por los grandes ventanales, les permitía moverse sin problema.

Lena prendió la chimenea, busco en la cocina y logró encontrar unas velas.

—Estás sangrando. —dijo Kara viendo el pómulo de Lena, la morena se tocó e hizo una mueca de dolor.

—Ahora me limpio. —contestó Lena entrando al baño. Segundos después salió con un pequeño botiquín.

—¿Puedo? —susurro Kara con timidez. —Lena intercaló su mirada entre ella y el botiquín. Se mordió el labio inferior intentando esconder sus nervios. Al final acepto dándole el botiquín a Kara. —cerca de la chimenea se vera mejor. —Lena la siguió sin decir nada.

—Estás empapada. —dijo viendo cómo Kara sacaba algodón y una pequeña botella. —alcohol no. —Kara sonrió.

—Nunca fuiste muy valiente para el. —Lena frunció el ceño. —no es alcohol. —Lena arqueo la ceja. —de verdad. —la morena aligeró su entrecejo sonriendo de medio lado. —tú también estás empapada. —comentó limpiando las gotas de agua en su rostro. Lena intentaba apartar la mirada, pero tener a la rubia tan cerca no se lo ponía tan fácil. —dolerá un poco. —muy despacio pasó el algodón por el maltratado pómulo. —lo siento. —dijo al ver las muecas de dolor que hacía Lena.

—¡Mierda! —masculló apartándo el rostro. —lo siento. —dijo al ser consiente de la palabra que había dicho. —aush. —la morena cerró los ojos en cuanto Kara soplo ligeramente sobre la herida para aminorar el ardor. En cuanto abrió los ojos y vio el rostro de Kara tan cerca del suyo, se apartó, no fue brusca, simplemente tomó el algodón y se levantó. Kara bajo el rostro. —gracias.

—Déjame limpiarte el labio. —dijo la rubia.

—No hace falta.

—Por favor. —Lena la miro con duda, se acercó y volvió a sentarse frente a Kara, quien tomó otro algodón y comenzó a limpiar. —¿Crees que algún día podrás perdonarme? —Lena se sorprendió al ver las lágrimas de Kara.

—Deberías cambiarte. —contestó alejándose. —te vas a resfriar. —dijo caminando hasta las maletas. —puedes usar esto. —Lena le entregó una sudadera y unos pans. —voy a cambiarme, puedes usar esta habitación. —tomó las maletas y subió con prisa.

Después de un rato, Lena regreso, Kara aún no salía, se acercó a la chimenea y contempló el fuego.

—Jamas quise lastimarte. —Lena movía los troncos sin decir nada. Kara se acercó y se sentó. —me equivoque y he tenido que vivir con eso todo este tiempo.

—¿Por qué te fuiste? —Kara suspiro y asintió, era hora, Lena merecía saber toda la verdad.

—Jeremiah fue quien atropelló a Pi. —el semblante de Lena palideció.

Mi pequeña héroe  (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora