Locuras

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—Un mes. ¡Un maldito mes!

—Kara, que boquita.

—Es que, no podré verla durante un mes. —resopló Kara cubriéndose el rostro con la almohada. —Imra se arrojó a la cama quedando boca abajo.

—Puedes verla en la escuela. —razonó la morena apartando la almohada del rostro de Kara.

—No es lo mismo, casi no tenemos clases juntas, solo podré verla en el almuerzo y a la salida llegarán por ella. Además, ya casi son vacaciones.

—Vaya castigó que le dieron. —comentó Pisi.

—Y todo por la tonta de tu prima. —gruñó Kara.

—Pues tendrán que aguantar.

—No la he visto hace dos días porque no fue a la escuela, ni siquiera puedo llamarle, ya es fin de semana, no aguantaré hasta el lunes. ¿Y tú quieres que me aguante así todo un mes? ¡Ja!

—Ya veo, te volverás loca. —contestó Imra riendo.

—Lo tengo.

—¿Qué locura se te ocurrió Danvers?

—Iré a su casa, tengo una idea. —contesto la rubia sonriendo.

—Bien. ¿Qué esperamos? —exclamó Pisi saltando del sofá.

—¿Ustedes cuando se volvieron Imra y Lena? —cuestionó Imra frunciendo el ceño. —les recuerdo que las locuras las hacemos nosotras. —Kara y Pisi se miraron con una sonrisa pícara y solo levantaron los hombros.

Al llegar a casa de Lena, Imra y Pisi se encargaron de distraer al guardia como lo habían planeado en el camino, mientras tanto Kara entro sin ser vista como en otras ocasiones lo habían hecho ella y Lena. Rodeó la casa hasta llegar a la ventana que daba a la habitación de Lena.

—Tú puedes Kara, tú puedes. —susurro para sí misma. —¡Rayos! —Kara camino de un lado al otro. Sus manos sudaban, sus pies temblaban. —no es momento para miedos Kara. —volvió a susurrar. Froto sus manos y comenzó a subir, al estar en la ventana, lanzó una pequeña piedra, no obtuvo respuesta, tomo otra y volvió arrojarla.

—¡Váyanse de aquí estupidos pajaros! —gritó Lena abriendo la ventana.

—Hola. —susurro moviendo su mano. —no soy un estupido pájaro. ¿Puedo quedarme?

—¡K! —exclamó Lena acercándose hasta la rubia. El balcón no les impidió fundirse en un tierno abrazo. —espera, tú. —Lena se alejo de Kara sin soltarla, intercaló su mirada entre la rubia y el jardín. —tú le tienes miedo a las alturas. —la morena frunció el ceño.

—Necesitaba verte. —contesto la rubia rascando su nuca y encogiendo sus hombros. Aquel acto le pareció sumamente tierna a Lena, tomó el rostro de Kara y la beso, sin romper el beso la ayudo a pasar, entre tropezones, entraron a la habitación. Kara llevo a Lena hasta la cama. —te-he-extrañado. —susurró la rubia entre besos. Se levantó y corrió  hasta la puerta, colocó el seguro y en segundos regresó hasta Lena.

—Yo a ti. —susurro Lena perdiéndose en los besos que la rubia dejaba en su cuello. La ropa no tardo en desaparecer, permitiendo que sus cuerpos se fundieran uno en el otro. Entre caricias y besos se demostraron cuánto se extrañaban, habían sido dos días, pero ella jamás se había alejado tanto, desde que eran niñas siempre habían estado juntas y esos dos días les habían parecido eternos.

—¡Ah, Ka...! —las palabras de Lena murieron en los labios de Kara, quien las recibió encantada. La rubia atrajo a Lena en un cariñoso abrazo disfrutando los espasmos que el cuerpo de Lena experimentaba.

—Te amo tanto. —susurró Kara. Lena observo a  la rubia sonrió, ella la amaba de igual manera, no podía expresar con palabras lo que sentía por ella, se colocó sobre la rubia, acarició su rostro, dejó tiernos besos en su nariz y su frente.

—No podría expresar cuánto te amo, lo que tú me haces sentir es... —Lena guardo silencio intentando encontrar las palabras exactas, pero no las había. Así que la beso, intentando demostrarle lo que le hacía sentir.

—Hola dormilona. —susurró Kara acariciando el rostro de Lena.

—Wow es de noche, dormí mucho. —susurro Lena sonriendo.

—Así es, tengo que irme.

—No. —susurro Lena abrazándose a las piernas de Kara.

—Sí me descubren aquí, sabes que el castigo durará más. —susurró Kara dejando un beso en la cabeza de Lena.

—Entonces solo me usaste para satisfacer tus instintos y ahora me abandonas. —aseguró Lena formando un puchero. Kara sonrió ante el berrinche de su novia.

—No me hagas berrinche.

—Vete, no importa que yo me quede sola y triste. —dramatizó Lena colocándose la mano en la frente, Kara se lanzó sobre ella y comenzó un ataque de cosquillas. Lena intentaba librarse de su novia, pero no podía.

—¡Cielo! —se escuchó al otro lado de la puerta, era Lillian. Kara y Lena se miraron sumamente nerviosas. —¿Estás bien? Abre por favor. —Lena se levantó y corrió al baño llevándose a Kara con ella. —te traje algo de comer, ya que no bajaste. —la mujer se estaba impacientando al no recibir respuesta de su hija.

—¿Qué haces? —cuestionó Kara al ver qué Lena abría la ducha y la empujaba dentro.

—Ella va a entrar.

—No lo ha...

—Cielo. ¿Estás bien? Siento haber abierto pero...

—¡Estoy bien, me estoy bañando mamá! —gritó Lena al notar que la manija de la puerta se movió.

—¡Dios!

Mi pequeña héroe  (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora