4 |El Jarrón de Mamá|

141 28 2
                                    

Los primeros días que MyungSoo estuvo aquí, tuve que comprarle varios juguetes porque solía echarse sobre los cojines, rasgar las cortinas y mordisquear todo lo que le pareciera asquerosamente adorable.

Entre los que estaban mis pobres pantuflas de elefantito.

Aun así, no podía enojarme con MyungSoo. Cuando veía que rompía algo, me miraba con ojitos de Gato con Botas, echando sus orejitas hacia abajo y metiendo su cola entre las piernas. El muy maldito sabía cómo convencerme sólo con eso.

Por lo que, cuando apenas tuve un poco de tiempo, fui a una tienda de mascota y le compré varios juguetes, entre los que estaba un peluche enorme de pececito que adoró enseguida y llevaba a todas partes, olvidando al pobre de Flounder. Le puso Nemo, luego de ver juntos la película animada y lanzarse a la televisión para tratar de comerse a Marlin y Dory.

Después de entregarle el peluche, lo primero que hizo fue empezar a morderlo por todas partes.

Su segundo juguete favorito era una caja.

Sí, la maldita caja donde llevaba todas las cosas que le compré. Apenas la desocupé, MyungSoo se metió en su interior, y cada vez que lo sacaba, volvía allí apresuradamente. Mira, no me preguntes por qué, pero luego de la décima vez que lo dejé fuera, diciéndole que no se metiera allí, la llevó a su habitación y se escondió dentro de ella.

No sé qué tendrá de interesante una caja, pero cuando se la alejé para echarla a la basura y se puso a llorar, decidí que sería mejor dejársela.

Y el tercer juguete que le gustaba usar era... bueno, no la usaba él, sino que era un puntero láser con el que apuntaba a una pared y MyungSoo se ponía a perseguir el punto rojo de forma desesperada. Me gustaba ver cómo saltaba de un lado hacia otro, subiéndose incluso sobre la mesa para atraparlo.

Suena malvado, lo sé, pero era divertido.

Aunque no lo fue el día que pasé a apuntar sobre el mueble del comedor, MyungSoo se lanzó a atraparlo, y en su caída, botó al suelo el horrible jarrón que mamá me regaló un día.

Mi grito de horror se escuchó en todo el departamento.

Si bien el jarrón era feo, era un regalo de mamá, y tenía claro que ella se enfurecería al saber que lo rompí.

—¡EL JARRÓN! —grité mirando la tierra en el suelo.

MyungSoo se bajó del mueble rápidamente.

—¡Mierda, mierda, mierda! —seguí gritando acercándome—. ¡Maldita sea, puta madre, señor bendito!

Fui a la cocina, tomando la escoba y la pala para limpiar, y cuando salí, no vi a MyungSoo por ninguna parte.

Bajé las cosas, confundido.

Vi un pequeño rastro de tierra dirigirse hacia su cuarto.

Dejé la escoba y la pala a un lado, con un mal presentimiento en mi estómago, y caminé hacia su habitación con tranquilidad, abriendo la puerta y asomándome a su interior. MyungSoo no se veía allí tampoco.

Pero, apenas entré, lo noté escondido en su cajita, acurrucado en una bolita mientras temblaba.

—¿MyungSoo? —pregunté con suavidad.

Noté como se crispaba al oírme, pero no se giró.

—Lo... lo siento —murmuró, y noté que estaba llorando por su tono de voz—. No... no fu-fue a... a propósito... Por... por fa-favor, Sun... SungYeol, no me... no me pe-pegues...

❥ | ➳[YeolSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora