59 |Propuesta|

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Las diez de la mañana. Los niños estaban viendo televisión, así que tenía media hora antes de que les diera hambre y vinieran a buscarnos.

Media hora era suficiente tiempo para nosotros dos.

Verifiqué, aparte, que la puerta estuviera cerrada con llave, y al comprobar que era así, me enderecé para buscar el lubricante en nuestro cajón. MyungSoo me miró, su expresión algo dormida, y sonrió al ver mis intenciones.

—Los niños nos van a oír —susurró.

Me encogí de hombros.

—Están viendo caricaturas, tengo tiempo todavía —contesté, agarrando también un condón.

MyungSoo no discutió, volteándose boca abajo una vez más y elevó su culo, diciéndome que tenía total libertad para hacer lo que quisiera. Por supuesto, no iba a negarse.

No le eché lubricante inmediatamente, separando sus nalgas, viendo su agujero cerrado y apretadito. MyungSoo lucía tan tierno y caliente en ese momento que sólo podía pensar en abrazarlo y follarlo lentamente.

Pasé mi lengua por su ano, escuchando su maullido bajo, y me entretuve un buen instante en su culo, chupando, lamiendo, besando su entrada, divirtiéndome con sus murmullos desesperados. Su polla ya estaba endurecida, goteando presemen, y cuando me alejé escupí en su agujero, mi dedo índice jugueteando en su rosadito y brillante ano.

Agarré el lubricante, apretándolo, el contenido viscoso resbalándose por entre sus nalgas, y ahora metí mi dedo, sonriendo al ver como MyungSoo mordía las sábanas para no ponerse a chillar. Comenzó a mover sus caderas contra mi dedo, pero lo agarré con firmeza.

—No, no bonito —le dije, mi dedo entrando y saliendo, y luego de unos segundos añadí otro—, se un buen gatito y quédate quieto, ¿bien, bebé?

Lloriqueó.

—Sung-Yeol... —tartamudeó cuando volví a mover mis dedos, haciendo círculos y movimientos de tijera en su interior, sus piernas temblando—, por fa-favor...

—¿Qué quieres, gatito? —pregunté, agarrando el condón, rompiendo la envoltura con mis dientes porque no quería sacar mis dedos del ano de MyungSoo—. Dímelo, anda, ¿por qué no me hablas?

Maulló y sentí como mi propio pene se endurecía más con esa acción. La cola de MyungSoo, negra y larga, estaba completamente alzada mientras sus orejas se hallaban caídas en un gesto de sumisión.

—A ti —balbuceó MyungSoo—, qui-quiero tu polla, SungYeol, ah... pro-profunda, en mi culo, mmm...

No me haría de rogar, por supuesto.

Saqué mis dedos de su agujero, viendo cómo se contraía y abría con cada respiración de MyungSoo, y me puse el condón, aplicándome más lubricante para no hacerle daño. Alineé mi polla contra su ano y procedí a penetrarlo lentamente, su ano recibiéndome con gusto, maullando en voz baja.

—Sí, sí, Yeol... —ronroneó mientras yo jadeaba contra su oído hasta que entré por completo, mis bolas chocando con su culo, mis labios ahora besando su cuello.

—Qué bonito eres, gatito —le dije, y volteó su rostro, recibiendo un beso mío—, que gatito más lindo eres, Myungie.

Me sonrió con felicidad, porque MyungSoo adoraba que le dijera cosas así, y mientras nos besábamos, empecé a moverme.

Media hora después estábamos saliendo de la ducha para vestirnos, y tal y como había calculado, los golpes en nuestra puerta empezaron a resonar.

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