18 |Mamá|

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Yo crecí en un prostíbulo.

Pero antes de que digan, "¡pobre bebé!", en realidad no fue tan malo. Creo. En realidad, mis recuerdos son más bien difusos sobre mi época allí, pero recuerdo muy bien a Park Kahi, mi mami adoptiva. Ella era una híbrida de pantera, muy bonita y seductora. Era la favorita de los señores que iban allí.

Y también era la madre adoptiva de todos los híbridos pequeños que llevaban, teniendo que velar por nuestro bien, pero por sobre todo, entrenarnos bien para nuestra nueva vida.

Yo quería mucho a mamá Kahi, sin embargo, no podía evitar ser un chico malo.

Porque a mí no me gustaba que me dominaran de esa forma. Yo sólo quería jugar con los demás niños, morder y correr. No quería estar encerrado allí.

Mamá Kahi sabía eso, pero no podía hacer nada por mí excepto abrazarme por las noches, liberando ese dulce olor materno que me hacía dormir y lograba que me sintiera protegido.

Por eso, el día que mamá Kahi murió, me sentí muy triste y decidí huir de ese horrible lugar. No me gustaba estar allí, todos los híbridos tenían expresiones desesperadas además de que eran maltratados por las personas que nos compraban por una noche. Como yo era todavía pequeño, nadie me había usado, aunque tampoco fue una fortuna porque los viejos más ricachones y asquerosos a veces pedían a niños. Por pura suerte yo logré librarme de ese destino.

Conmigo no lo hacían, porque era macho y zorro, y eso ya me volvía un poco salvaje para dominar.

Así que una noche, mientras todos dormían, tomé las pocas cosas que poseía y escapé de ese prostíbulo por la ventana de la cocina. Gracias a mis habilidades de zorrito logré evitar a los guardias de seguridad, aunque sabía que apenas se dieran cuenta de que huí, irían en mi búsqueda. Lo único que podía hacer era correr, y eso hice.

Corrí a pesar de que no tuviera buenas habilidades para el ejercicio, pero mi vida dependía de que lograra escapar de esa gente mala.

No sé cuánto tiempo estuve corriendo por los bosques, pero había pasado ya mucho tiempo, y tenía hambre. Quería pedirles comida a esas tontas ardillas, aunque lo único que logré fue que me pegaran con sus tontas bellotas ya que me tenían miedo. Tontas.

¡Pero un día llegué a la madriguera de un conejito y un cerdito muy lindos!

El conejito estaba columpiándose en el patio trasero, sus orejitas moviéndose con el viento, mientras se reía, y yo quería jugar con él, así que salté entre los arbustos, y cuando se detuvo, ¡lo ataqué!

A SungJong no le hizo gracia alguna porque chilló llamando al cerdito, así que me puse muy triste.

¡Y el cerdito salió de la casa con un uslero en la mano! SungJong se lanzó a sus brazos, chillando algo de que lo había atacado, y yo también quería que ese cerdito me tomara en brazos. ¡Quería abrazarlos y llenarlos de besos! Los dos eran animalitos muy lindos.

¡Gracias a ellos conocí a un gatito gruñón llamado MyungSoo! Es malhumorado y aburrido, pero huele muy bien. Huele como mami Kahi y eso me gusta mucho.

—¿Puedes ver la película en paz, HoWon? —me preguntó MyungSoo exasperado meses después, cuando me quedé en su casa debido a que mi cerdito estaban ocupado con el celo de SungJong.

Me revolví en sus brazos, sonriéndole, y permití que pasara su lengua por mi mejilla. Decía que estaba bañándome, ¡pero yo sabía que no era así! MyungSoo me veía como su bebé, así como mamá Kahi nos veía a nosotros.

¡Mamá Kahi no podía tener hijos, así que nos adoptaba a nosotros para ser feliz!

—Hueles muy rico, MyungSoo —le dije mientras él me abrazaba por la cintura, apoyando su mentón en mi hombro.

—Sí, es mi nueva colonia, Eau de Swag —dijo como si nada.

Volví a olisquear su cuello y sentí su lengua en mi mejilla otra vez.

—¡Duele! —protesté enfurruñado.

—Te estoy bañando, así que te aguantas —me dijo.

Le saqué la lengua, pero volví a ver la película de Buscando a Dory que MyungSoo me obligó a ver por quinta vez debido a que él no iba a permitir que nadie que no supiera los diálogos compartiera habitación con él.

—¿Están bien, bebés? —preguntó de pronto SungYeol asomándose al comedor.

MyungSoo era como una mamá, y SungYeol era como un papá. ¡Me gustaban mucho los dos! SungYeol siempre se preocupaba de que yo estuviera bien y feliz, y MyungSoo siempre me sobreprotegía de cualquier cosa que luciera peligrosa según él, incluyendo los pepinos.

—Me duele el baño de MyungSoo —me quejé, queriendo escapar de los brazos de MyungSoo, pero él se aferró más a mí.

—Eres un bebé —MyungSoo ronroneó, estrujándome—. Mi bebé, ¡claro que debo darte un baño!

—MyungSoo, HoWon puede bañarse en la ducha —dijo SungYeol amablemente.

—No, esa ducha demoniaca no tocarÁ a mi bebé —dijo MyungSoo poniendo mala cara.

SungYeol suspiró, revolviéndome el cabello.

—No sé por qué MyungSoo está así, lleva unos días comportándose de esta forma —se disculpó SungYeol.

—Estoy bien —MyungSoo hizo un gesto enfurruñado—. Es sólo que HoWon es un bebé y alguien debe protegerlo.

—¡Yo sé que pasa! —dije emocionado—. A MyungSoo lo va a visitar la abejita. ¿O era la cigüeña?

SungYeol arrugó el ceño, confundido, en tanto MyungSoo comenzó a pasar su lengua ahora por mis cabellos, diciendo que era momento de peinarme.

—HoWon, MyungSoo es macho —dijo SungYeol dulcemente.

Lo observé, atónito.

—Pero MyungSoo huele como mamá Kahi —expliqué, volteándome, apuntando al cuello de MyungSoo—. Aquí. Huele a mamá —luego, olfateé hasta quedar contra su estómago—. Y aquí huele a bebé. ¡Tendrás una camada, SungYeol!

SungYeol palideció.

MyungSoo soltó un bufido.

—¿Serán gatos con flores como caras? —meditó MyungSoo.

SungYeol se desmayó.

¡Yupi, voy a tener hermanitos!

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