22 |Madurez|

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Cuando MyungSoo cumplió el mes de embarazo, se puso más mimoso y pendejo que de costumbre.

Y, por supuesto, los problemas comenzaron.

—Quiero comer pescado.

—Ayer comimos pescado, MyungSoo.

—¡Pero yo quiero comer pescado! ¡Mis gatitos quieren comer pescado!

Lo ignoraba y seguía enviándole memes a DongWoo.

—Quiero comer sandía.

—Estamos en invierno, MyungSoo.

—¿Y eso qué?

Pasaba de largo y seguía durmiendo.

—Estoy caliente.

—Pues anda a la nevera y saca el hielo.

—¡Quiero tener sexo contigo!

Miraba la televisión y fingía no haberlo oído.

Pero cuando llegué tres días después, luego de haber ido a una entrevista de trabajo, vi a MyungSoo llorando como desquiciado y no pude pasarlo de largo.

—¡Bebé! —grité alarmado, acercándome para abrazarlo—. ¿Qué ocurre, mi amor?

MyungSoo sorbió por la nariz, sin dejar de sollozar.

—¡Descubrieron a los negros! —lloriqueó para luego apuntar a la televisión, donde estaba viendo...

Qué. Mierda.

¿Dónde están las rubias? se estaba reproduciendo en la televisión, y estaban en la escena donde los dos policías habían sido despedidos y ahora estaban discutiendo en el auto.

¿MyungSoo estaba llorando por esa porquería?

—MyungSoo, ¿no crees que estás exagerando? —dije sin poca amabilidad.

Dejó de llorar y me miró con mala cara.

—¡Ojalá a ti te despidan para que sepas lo que se siente! —dijo para luego romper a llorar y abrazarme—. ¡Estaba bromeando! ¡No lo decía en serio! —le acaricié el cabello y frotó sus ojos—. ¿Por qué no puedo dejar de llorar?

—Porque las hormonas te hacen ser más sensible —le dije suspirando—. Ah, MyungSoo... ¿estás seguro de que estás listo para esto?

MyungSoo me miró con expresión un poco confundida.

—¿Listo para qué?

Mordí mi labio inferior, sin saber si debía continuar con el triste hilo de pensamientos que mi cabeza estaba siguiendo. Con lo sensible que estaba mi pobre gatito, ¿sería bueno que le dijera algo así?

Pero los ojitos rojos e hinchados de MyungSoo me ayudaron a continuar, y suspiré, besándole la frente.

—Para ser papás —le dije con suavidad, y noté la comprensión en sus ojos—. No me malinterpretes, MyungSoo, estoy muy feliz de poder formar una familia contigo, pero eres todavía... todavía un niño para mí, ¿sabes? No sé si seas realmente maduro como para poder criar a cinco bebitos —los labios de MyungSoo temblaron—. No te echaría la culpa si de pronto quisieras abortar, ¿sabes?

MyungSoo se echó hacia atrás, pálido.

Vale, quizás mi elección de palabras no fue la mejor.

Ay virgen, porqué estaba tan pendejo...

—No quieres bebés conmigo —dijo con la voz temblando.

—Si quiero, mi amor —respondí sin soltarlo.

—No quieres —reafirmó MyungSoo—. Sé que soy inmaduro y me ves como un bebé al que debes cuidar y proteger, y me gusta que me trates así, Lee SungYeol —me estremecí cuando dijo mi nombre completo, porque casi nunca lo usaba—, pero lo quieras o no, no soy un niño. Y son mis bebés. Y aunque parezca que no puedo cuidarlos, lo haré porque son míos, y nadie, ni siquiera tú, les va a poner un dedo encima.

Asentí, incapaz de poder decir algo, para luego sonreír con orgullo al ver su expresión madura y estoica, a pesar de que estuviera un poco enojado conmigo.

Pero le di un beso pequeño, pensativo.

—Mañana iremos a ver a mis padres para darles la buena noticia —dije reflexivo.

Su rostro cambió, de total seriedad a una de miedo.

—¿Qué? —preguntó incrédulo—. ¡No quiero, tu mamá me da miedo! ¡Va a llenarme de besos! ¡Y DaeYieong me tirará de la cola! ¡Y tu padre bromeará sobre asarme!

Comencé a reírme.

—¿Dónde quedó mi gatito valiente? —me burlé cariñosamente.

Me sonrió, enamorado, para luego abrazarme por la cintura, acurrucándose a mi lado, ronroneando.

—SungYeol, quiero comer pescado.

Ah, bueno, ¿qué más podía esperar de este gatito mimado?

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