8 |Discusión|

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MyungSoo no era una persona a la que le gustara salir a pasear mucho, prefería siempre el calor del hogar o quedarse arrebujado en el sillón, durmiendo mientras abrazaba a su peluche Nemo que solía llevar a todas partes.

Además... hubo una experiencia traumática cuando tenía poco más de un año viviendo conmigo.

En ese entonces, MyungSoo lucía como un chiquillo de trece años, pero eso no le quitaba lo juguetón, enojón, celoso y rencoroso que podía ser.

¿Por qué digo esto? Porque un día salimos juntos por las compras, y cuando regresamos, una de las vecinas salió a hablar conmigo. MyungSoo iba en mis brazos entonces, medio dormido contra mi hombro, pero cuando Ellin se asomó y comenzó a hablarme, mi gatito se despertó. En lugar de saludar a la chica, se aferró más a mi cuello, fulminando con la mirada a la pobre de Ellin.

—¡Qué lindo híbrido tienes, Yeollie! —dijo la chica fijando su mirada amistosa en MyungSoo, que seguía en silencio—. ¿Cómo se llama? Es demasiado adorable.

—Es MyungSoo, es mi gatito gruñón —dije con orgullo.

Entonces, sentí como MyungSoo clavaba sus uñas en mi cuello.

—¡Quiero irme! —gritó groseramente—. ¡No me gusta ella, es fea y huele mal!

El rostro de Ellin era un poema.

Tartamudeando, entré a mi departamento, y ya allí, dejé a MyungSoo en el suelo con enfado junto con las bolsas de compra, irritado por haber actuado de esa forma.

—¿Qué te pasa, MyungSoo? —le reté viendo que no se inmutaba ante mi enojo—. ¡Es mi vecina, ¿cómo le pudiste decir eso?!

—¡Esa zorra te estaba coqueteando! —contestó también enfadado.

—¡MyungSoo, ella no es una zorra! —respondí poniendo mis brazos en mi cintura—. ¡Además, no es motivo para tratarla de esa forma!

—¡Es una zorra, una puta! —chilló MyungSoo—. ¡No puede coquetearte porque tú eres mío!

—¡MyungSoo, por el amor de Dios!

—¡Nadie puede coquetearte, sólo yo puedo hacerlo! ¡Y menos esa asquerosa puta!

Antes de darme cuenta, le pegué un manotazo en la cabeza sin fuerza. Eso normalmente solía servir para que se diera cuenta de que estaba actuando como un niño mimado.

—¡NO LE DIGAS ASÍ, MYUNGSOO!

MyungSoo gruñó y me dio un zarpazo en la mejilla.

Me eché atrás, sintiendo mi carne ardiendo. Me había dado un zarpazo con sus uñas, así que lo más probable es que tuviera ahora un rasguño allí. Lo confirmé cuando llevé mi mano a la mejilla y mis dedos quedaron manchados con sangre.

El enfado pareció desaparecer del rostro de MyungSoo.

—Yeollie... —farfulló dando un paso hacia mí.

—No —murmuré ignorando el ardor en mi mejilla—. Voy a salir ahora. Necesito un poco de aire para que ambos nos calmemos.

Fui hacia la puerta.

—¡Irás con esa puta! —acusó otra vez furioso.

Me volteé, ya harto de esto.

—¡Si voy con ella no es asunto tuyo, MyungSoo! —reté deteniéndolo—. ¡Y si sigues portándote así, iré a dejarte al refugio, ¿entendido?!

Una amenaza vana. Cuando MyungSoo solía portarse mal, siempre le decía bromeando que era momento de devolverlo sólo para ver cómo se enfadaba y comenzaba a colgarse de mí cuerpo para no separarse de mí.

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