—¿De qué estás hablando, MyungSoo?
SungYeol me miraba como si me hubiera crecido una segunda cabeza.
Mi garganta picó y quería llorar en ese momento por la situación.
—Eso —dije con voz débil—. ¿Me estás engañando con Taeri?
Pude observar como sus ojos se suavizaron en comprensión y puso una expresión algo triste. Ay, no, iba a soltarme todo ahora...
—MyungSoo, ¿qué tal si llamo a SungGyu para que cuide a los niños? —preguntó con tono suave—. Así podemos hablar a solas.
Oh por dios, iba a pedirme que me fuera y no viera más a los niños.
Me puse a llorar sin control ahora.
Su rostro cambió a uno de pánico.
—¿Me vas a dejar? —sollocé, volviendo a hipar maullidos—. ¿Ya no me quieres?
—MyungSoo, ¿por favor, puedes...?
Lo empujé, alejándolo de mí.
—Necesito aire —jadeé queriendo huir lejos de allí.
—No, necesitamos hablar, bebé —contestó siguiéndome.
—¿Bebé? —farfullé incrédulo—. ¡Anda a hablar con Taeri, idiota!
No escuché su respuesta porque salí de la casa con pena, enojo y llanto, incapaz de controlarme porque no quería escuchar a mi novio decir que ya no me amaba como antes, que quería separarse y era mejor que yo me fuera. Si SungYeol me llegaba a decir eso, yo era capaz de sacarle los ojos para luego llorar sobre su ensangrentado cuerpo por la pena.
Y sí, eso suena malditamente asqueroso, pero estaba histérico y asustado y con mi corazoncito de mazapán roto.
Terminé llegando a un parque cercano de nuestra casa, hipando, maullando, lloriqueando, y limpié mi nariz con las mangas de mi suéter, mi colita metida entre mis piernas, y me quedé allí por lo que parecieron horas, tratando de calmarme, recomponerme un poco. Cuando me sintiera mejor, podría volver a casa, romperle el bonito rostro a SungYeol y llevarme a mis bebés de allí. Probablemente invadiría la casa de DongWoo, pero bueno, iba a tener que aguantarse.
Me tensé cuando vi que una persona desconocida se acercó a donde yo estaba.
No me gustaba salir a solas. No luego del episodio traumático que viví cuando era más niño, con ese viejo verde queriendo abusar de mí, y siempre que podía lo evitaba. Había aprendido de a poco a enfrentarlo porque sabía que SungYeol no iba a poder estar siempre para ayudarme, sin embargo, eso no significaba que fuera más fácil con el pasar de los años.
El recién llegado me miró y solté un siseo de advertencia al notar que era otro híbrido de gato, otro macho como yo.
Debía tener mi edad, con cabello cortito y orejas de color café al igual que su pelo. Sus ojos eran expresivos y dulces.
—Estás en mi banco, gato roñoso.
Hasta que habló, por supuesto.
Parpadeé, mirando el rostro de ese feo gato, y le mostré mis dientes en señal de amenaza.
—¿Tu banco? —pregunté con un bufido—. ¡No tiene tu nombre, inmundo animal!
Me siseó en respuesta.
—¡Si lo tiene! —protestó apuntando a unos rasguños que tenía sobre una de las maderas—. ¡Ahí dice ChenChen!
Me senté sobre el nombre.
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❥ | ➳[YeolSoo]
Fanfiction⇊FAVOR DE LEER⇊ ↝**AVISO IMPORTANTE**↜ ↬¡TENGO! la ¡AUTORIZACIÓN! de su autora original, Cotota, la cual le doy las gracias por ¡PERMITIRME! adaptar su obra original, , al YeolSoo. ↬Por lo tanto, esta historia NO me pertenece. Derechos reservados© a...