6 |HoWon el Zorro|

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Luego de que MyungSoo quedara medianamente satisfecho de todo el sexo que tuvimos, me senté en el borde de la cama, viéndolo dormir abrazado a su peluche recién arreglado de Nemo, murmurando entre sueños un par de incoherencias. Le acaricié detrás de la oreja, ganándome un ronroneo de su parte, para luego ponerme de pie lo más silenciosamente que pude y vestirme a pesar de que olía a sexo.

Pero si quería ir a ayudar a DongWoo tenía que hacer poco ruido para salir de allí, o MyungSoo iba a despertar y me ganaría un golpe donde más me doliera.

A MyungSoo no le gustaba que lo dejara sólo en sus celos, y si se me ocurría salir a alguna parte, se vengaba de la peor manera posible.

Así que tomé mis ropas, salí al comedor, me vestí y fui directo a mi auto, cerrando con cuidado la puerta del departamento al momento de salir. Había recibido minutos atrás un mensaje de DongWoo diciendo que todavía no lograban quitarse de encima a ese maldito zorro callejero que se coló en su casa debido al olor que el celo de SungJong exhalaba, por lo que necesitaba ayuda en ese momento.

Minutos más tarde me estacioné fuera de su casa, frunciendo los labios y entrando al patio, escuchando gritos salir desde el lugar.

Toqué la puerta y un chico de cabello rojo, sonrisa cuadrada y orejas y cola de zorro me abrió como si nada.

—¡Hola, bienvenido a mi casa! —saludó como si nada.

Lo miré confundido.

—¡NO ES TU MALDITA CASA, ZORRO DE MIERDA! —el muchacho, que no parecía tener más de trece años, se agachó en el momento en que DongWoo le lanzó una pantufla—. ¡LLÉVATELO, SUNGYEOL, ESTÁ ASUSTANDO A JJONGIE!

—¿Mi conejito está asustado? —el invasor se volteó con expresión preocupada. Desde la puerta, alcancé a notar a SungJong tratando de ocultarse detrás de DongWoo, sus orejas pegadas a su cabello en actitud nerviosa—. Debe ser por el recién llegado, apesta a semen.

—¡POR EL AMOR A–!

—¡Bien, bien, vamos chiquillo! —le interrumpí a DongWoo, agarrando al zorro del brazo—. Estás allanando una casa, eso es un crimen, ¿sabes?

—¡Pero no quiero irme! —el chiquillo se sacudió, mirándome con ojos apenados—. Mi conejito y mi cerdito huelen muy bien y los quiero para mí. ¡Prometo darles mucho amor y bebés!

—¡QUE NO SOY UN MALDITO CERDITO! —chilló DongWoo con el rostro sonrojado.

—¡Claro que lo eres! —el zorro se soltó de mi agarre, corriendo hacia DongWoo y lanzándose a sus brazos. SungJong chilló—. Eres un lindo cerdito que merece mucho amor, y tú igual —sin saber cómo, atrajo también a SungJong en un torpe abrazo—. Los dos merecen mucho amor de mi parte. Tendremos muchas camadas de pequeños conejitos, cerditos y zorritos, y nadie con cara de caballo va a separarnos.

¡¿Qué mierda tiene el mundo con mi cara?!

Agarré al zorro de la cintura, echándolo a mi hombro, causando que comenzara a gritar, y salí con él a la calle.

—Ya veremos qué hacemos con él luego de que se calme —le dije a DongWoo, que seguía medio aturdido en el suelo—. Por ahora, trata de relajar a SungJong.

—¡Conejitooooooooooooooo! —sollozó el zorrito a mi hombro.

—Tranquilo, campeón —metí al chiquillo al auto, subiéndome a mi lado—. Volverás a verlos en algún momento.

—Adiós, conejitoooooooooooooo —se despidió asomándose desde la ventana.

SungJong, asustado, se despidió con la mano.

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