53 |Rutina|

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En qué momento se me ocurrió aceptar cuidar a los demonios de SungYeol, es algo que hasta el día de hoy me pregunto. Tuvo que habérselos encargado a DongWoo, pero sospechaba que no quiso molestar a su amigo porque el rubio ya tenía suficiente con hacerse cargo de dos imbéciles como HoWon y SungJong.

Agradecía a cualquier dios existente que WooHyun fuera más o menos decente, y que no estuviera todo el tiempo en celo como HoWon, o fuera engreído como SungJong, o una bola de pelos gruñona como MyungSoo.

Mi bebé era la cosita más perfecta del mundo (aunque no tanto como yo, por supuesto).

Había pasado sólo un día desde que estaba cuidando a esos mocosos salidos del infierno mismo, y ya estaba sintiendo como una vena en la cabeza me explotaría.

WooHyun tenía a Jjongie acurrucado contra su pecho, aunque podía notar sus orejas levantadas en señal de alerta.

—¿Qué ocurre? —le pregunté, terminando de servir la cena.

—Es Jjongie —explicó en voz baja mientras el menor de los hermanos ronroneaba contra su hombro—, algo en él no me gusta.

Fruncí el ceño, mirando de reojo a los otros cuatro Lucifercitos haciendo un castillo de bloques en el suelo.

—¿Está enfermo? —pregunté preocupado.

Jjongie se enderezó un poco y maulló, lamiendo la mejilla de WooHyun.

Escuché a WooHyun gruñirle en señal de advertencia.

El bebé se sobresaltó, sus ojos llenándose de lágrimas, y me apuré en tomarlo en brazos para calmarlo. No contaba con que sus sobreprotectores hermanitos reaccionarían también, dejando de jugar para crisparse y sisear hacia WooHyun en señal de advertencia: los cuatro mostraron sus colmillos, y las colitas de MyungSung y Jiae se pusieron tiesas.

WooHyun soltó un bufido, pero le miré para que no hiciera nada. Sabía que esos demonios tenían sólo cuatro años, pero MyungSoo les había enseñado un par de cosas que podían hacerle daño a WooHyun, como colgarse de su cuello y tirarle las orejas.

—Es el más gatito de los cinco —explicó WooHyun cruzándose de brazos—, no me agrada.

Jjongie maulló en señal de quejido, haciendo un gesto para que WooHyun lo volviera a tomar.

—No bebé —le dije preocupado—, es un perro malo.

—No —gimoteó Jjongie—, miau. Tío Namu...

—¡No, no y no! —farfulló WooHyun cuando lo miré.

Pensé, preocupado, en qué podía hacer para solucionar un poco esto porque Jjongie parecía que iba a llorar pronto.

Jiae tiró de mi pantalón, llamando mi atención.

—Es su holla de mimos —me explicó, viendo a Jjongie revolverse en mis brazos—, y le gussa tío Hyunnie como papa Myungie.

Jjongie debía reconocer entonces a WooHyun como un reemplazo de MyungSoo en estos días en los que estaría sin él, y recordé la lista que SungYeol me había mandado por correo, lista que había llamado como Rutina. Sabía que Jjongie sufría de una condición especial y estaba acostumbrado a una rutina que seguía paso a paso, así que mientras el bebé lloriqueaba en mis brazos, busqué aquel papel.

20:00 -> ¡Hora de mimos para Jjongie! Es probable que haya terminado con sus dibujos y su lección para aprender a hablar, así que a esta hora MyungSoo suele hacer un pequeño nido con Jjongie para abrazarlo y "bañarlo". A Jjongie le encanta esta hora, así que por favor, dale amor y hazlo ronronear mucho.

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