44 |Mocosos Idiotas|

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Los problemas, para desgracia nuestra, continuaron por lo menos durante el resto de la semana. Todo el mundo en casa estaba tenso, pues los niños apenas hablaban con nosotros, lucían enfurruñados y jugaban sólo entre ellos, respondiéndonos cuando los interpelábamos directamente e ignorando a Jjongie.

Con SungYeol no sabíamos qué hacer, porque a pesar de su comportamiento no nos veíamos capaces de levantarles la voz para generar otra pelea porque sabíamos que apenas lo hiciéramos, ellos nos iban a responder: para desgracia nuestra, sacaron mi humor, y tenía que admitir que no era el mejor de todo a pesar de lo genial que soy, no como ustedes, perras.

Jjongie, por otro lado, se notaba más callado e ido de lo normal, jugando solo con sus juguetes, pintando y llorando cuando se frustraba y no tenía ayuda. Trataba de hablar (o maullar) con sus hermanos, pero ellos simplemente lo ignoraban y Jjongie no podía entender el por qué.

—¿Miau? —me preguntó una tarde.

—Sí, bebé, están enojados —contesté acariciándole el cabello.

—¿Miau miau?

—Porque son tontos.

—¿Miaaaaau?

—No, cariño, no hiciste nada malo.

—¿Miauuuuuuuuuuuu?

—Están celosos, es eso, porque te pusiste a jugar con Jiyong.

—¿Yiyo miau?

—Está bien porque Jiyong es tu mejor amigo y ellos son tus hermanos, no tienen por qué sentir celos.

Luego me sonreía y comenzaba a ronronear, aunque sabía por su expresión que no lo entendía por completo porque a Jjongie le costaba mucho procesar sus sentimientos y entender los de los demás.

Sin embargo, las cosas se arreglaron la semana siguiente, cuando tuvimos reunión de padres y todos los niños fueron al patio a jugar.

Entonces, mientras me sentaba en las piernas de SungYeol, él prestando atención a lo que estuvieran diciendo las profesoras sobre los niños, vi que Jjongie estaba sentado sin compañía alguna bajo un árbol, mirando al resto de los mocositos jugar, moviendo sus labios mientras hacía sonar su chupetito ansiosamente.

Me preocupé porque realmente no tenía a nadie a su alrededor, los niños jugando a la pelota o a las escondidas o pura mierda sin sentido que no entendía. Quise ponerme de pie y salir, pero SungYeol me sostuvo.

—¿Dónde está Jiyong? —le pregunté señalando hacia la ventana.

SungYeol siguió mi dirección, observando a Jjongie con el ceño levemente fruncido.

—MyungSoo —dijo pacientemente—, hablamos con sus padres antes de entrar y dijeron que se enfermó.

Hice un puchero porque cuando salíamos y estábamos rodeados de personas lo abrazaba como un koala para esconder mi cabeza en su cuello, sin querer ver a nadie más, dejando mi olor en SungYeol para que nadie le coqueteara.

Además, no se lo diría a SungYeol, pero a veces me daba miedo perderme como cuando era pequeño y no encontrarlo más.

¡Pero protegerlo de las zorras que me lo querían quitar era más importante, ¿entendido?! Así que no se hagan ilusiones con tenerlo a su lado, estúpidas, que Lee SungYeol es sólo mío y de nadie más.

Volví mi mirada hacia Jjongie y mi instinto maternal se activó cuando vi a un enorme niño-mastodonte acercársele con intenciones poco amigables reflejadas en su rostro.

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