41 |Primer jodido día de clases|

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MyungSoo estaba a punto de tener un colapso nervioso mientras conducía camino a la que sería la guardería hasta que cumplieran los seis años, un pequeño centro especializado en el cuidado de niños híbridos. Lo mejor de ese lugar era que compartían un espacio también con niños humanos, por lo que trataba de integrarlos en la sociedad para que fueran vistos como personales normales y no sufrieran discriminación alguna.

Mi novio no quería dejar a los niños allí y venía lloriqueando contra mi hombro mientras yo me limitaba a conducir.

—¿Po qué papa Yo ta' iolando? —preguntó Yeollie, sentado en su sillita.

—No estoy llorando —sollozó MyungSoo limpiando sus ojos—, es sólo que les van a arrancar la piel y luego a cocinarlos.

—¡MyungSoo! —regañé espantado.

—¡No quelo moli! —chilló MyungSung rompiendo a llorar.

—¡Miaaaaaaaaaaaaaau!

—¡No van a morir! —solté para calmarlos—. Papá MyungSoo es un exagerado, no deben creerle.

—Si tlatan de matame, me los comelé —comentó Jiae cruzándose de brazos.

—¡Esa es mi hija! —aplaudió MyungSoo.

Oh dios, esto iba a terminar en un desastre.

Suspiré negando con la cabeza mientras seguía conduciendo, y minutos después me estacioné fuera de la guardería, un bonito edificio lleno de colores donde ya varios padres estaban acercándose con sus hijos para dejarlos.

¡Había varios niños híbridos! Podía ver orejitas de perritos, de conejitos, ¡hasta estoy seguro que vi unas orejitas de erizos! Eso fue algo perturbador, pero bueno, no voy a inmiscuirme demasiado en ello, no teniendo a mis cinco demonios.

MyungSoo se bajó del auto, abriendo la puerta trasera para ayudar a los niños a bajarse, y le imité, terminando de arreglarles los delantales que llevaban sobre sus ropitas, que era de color celeste y azul marino con una oveja estampada en el frente.

Le sequé las lagrimitas a MyungSung, sonándole la nariz, para luego verificar que tuvieran todos su lonchera con comida.

—No me guta esto —se quejó Jiae acomodándose el delantal—. ¡Quielo vovel a casa!

—¡Tiene razón! —apoyó MyungSoo—. Vamos, SungYeol, es una pérdida de tiempo.

Solté un bufido, enderezándome.

—MyungSoo, ya tuvimos esta conversación —regañé viendo como sus orejitas se aplastaban contra su cabello en actitud compungida.

Mi gatito me abrazó, enterrando su rostro en mi pecho mientras Jiae, como toda una hermana mayor a pesar de ser la segunda menor, se dedicaba a ordenarles el delantal a los demás demonios, que obedecían en silencio mientras ella los regañaba.

A pesar de ser la niña y una de las menores, era mandona con sus hermanos y ellos habían aprendido, a base de golpes y amenazas, a hacerle caso.

Excepto Jjongie, él les hacía caso a todos sin chistar.

—Pero les harán daño —gimoteó MyungSoo en mi oído—, son todavía tan pequeñitos e inocentes...

—U-edes son unos cel-dos suci-os —estaba diciendo Jiae arreglando el delantal de Yeollie.

—Yo podría criarlos en la casa, así nadie los molestará o les dirá algo... —siguió insistiendo MyungSoo.

Le revolví el cabello, tomándolo de las mejillas para darle un beso cortito en los labios.

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