—¿Jiae puede tener una cama de púas?
—No, MyungSoo, eso la mataría.
—Pero una cama de púas sería genial.
—¿Por qué odias a nuestros hijos? Me giré mientras terminaba de instalar la enorme cuna en el cuarto que usaría los primeros meses para hacer dormir a los bebés aprovechando que serían pequeños y no necesitarían mucho espacio. Eso me daría tiempo para poder organizar sus futuros cuartos de a poco, sin tener que gastar mucho dinero enseguida.
En el suelo, acomodando los peluches que conseguimos, estaba MyungSoo mirando un peluche de Dory que consiguió.
Me miró, pero me dediqué a observar su ahora enorme estómago de cuatro meses.
MyungSoo estaba gordo, pero por supuesto no se lo diría nunca.
Pasaba la mitad del tiempo acostado en la cama, y la otra mitad sentado en el suelo, sin hacer nada excepto mirar el techo, dormir o dedicarse a morder a Nemo mientras su colita se agitaba de un lado hacia el otro.
Ahora quiso ayudarme a decorar el cuarto de los bebés, pero llevaba dos horas acomodando los peluches, y no creía que fuera a acabar pronto. Aunque no me molestaba demasiado, porque así no se cruzaba en mi camino.
—¿Puedo quedarme con Dory? —preguntó mostrándome el peluche.
Me volteé, comenzando a ordenar la ropa de bebés en los cajones, dejando todo mezclado porque no me importaba demasiado qué color era para cada vez. Era sólo ropa, Jesús, no entendía a esos padres que se complicaban por buscar el color perfecto.
—No, MyungSoo, todas esas cosas son para nuestros hijos, nos las regalaron para eso —repetí por décima vez en el día.
MyungSoo soltó un ruido de aburrimiento, comenzando a ordenar otra vez los peluches.
Días atrás tuvimos nuestro baby shower, antes de mudarnos a nuestra nueva casa, con todos nuestros amigos y vecinos que teníamos. MyungSoo no quería hacer nada al inicio porque odiaba estar rodeado de tanta gente, pero cuando lo convencí con una lata de atún, aceptó sonriente.
Mi verdadero motivo para el baby shower era conseguir regalos para los bebés, lo que fue un plan magnífico porque terminé con juguetes y ropas de cualquier tipo para los cinco gatitos –cómo les llamaba MyungSoo– que esperábamos.
—¿Y puedo quedarme con Cabo? —preguntó ahora mostrándome el peluche de pingüino.
—MyungSoo, ¿quieres eso para frotarte contra ellos o qué? —pregunté pacientemente, dejando la ropa olvidada y sentándome a su lado. Siempre podía continuar mañana—. Voy a comprarte otro Nemo, no te preocupes.
Me miró con un leve puchero al mencionar a su ahora difunto peluche Nemo: el día anterior lo estuvo mordiendo y rasguñando con tanta fuerza que terminó partiéndolo en dos, y no había forma alguna de que pudiera arreglar eso, haciéndolo llorar.
Lo abracé, pasando mis brazos por su cintura, y mis manos se posaron en su abultado estómago, sintiendo los suaves movimientos de los bebés.
Sonreí, apoyando mi mentón en su hombro, escuchando su ronroneo de cariño.
—Quiero darle mucho amor a los bebés —dijo en medio del silencio—. Les daré todo el amor que mamá y papá no me dieron.
Me sentí triste al pensar en la infancia de MyungSoo, en el hecho de haber pasado gran parte de su niñez en una jaula, haciendo experimentos con él, y sin conocer una caricia o alguna señal pequeña de amor. MyungSoo hacía comentarios malos de vez en cuando sobre los bebés, tratándolos de molestias y chupasangres, pero sabía que en el fondo amaba a cada uno de ellos con todo su corazón.
—Vamos a jugar todo el día con ellos —le contesté sonriendo, rascando su nuca, y logré que se recostara en mi pecho.
—Jiae será una niña mala —prosiguió MyungSoo—, ¡hará que todos sus hermanos sean unos esclavos! Así como lo eres tú conmigo, humano.
Puse una expresión ofendida para luego comenzar a reír, escuchando la risa de MyungSoo también mientras frotaba mi nariz contra su cabello.
—SooYeol será risueño y feliz —dije pensativo—, y Yeollie será el serio de la familia, aunque seguirá a su hermano mayor a todas partes.
MyungSoo asintió, feliz por lo que estaba hablando.
—¡MyungSung estudiará mucho para tener buenas notas! —continuó mi gatito—. Y Jjongie hará muchas travesuras, sabiendo que no podremos castigarlo por ser demasiado lindo —puso una expresión meditabunda—, pero no importa, yo lo castigaré igual colgándolo de su colita.
Volví a reírme, negando con la cabeza, y comencé a llenar de besos la nuca de MyungSoo, oyendo sus quejas entre risas.
—Ah, tendrás el premio a la madre del año —bromeé entre besos.
MyungSoo soltó un ronroneo de diversión.
—Seremos una familia —dijo feliz volteándose, comenzando a pasar su lengua por mis mejillas a pesar de mis quejas—. SungYeol es mi hogar, ¡ahora seremos un hogar más grande y con más amor!
No pude evitarlo: las comisuras de mis labios se elevaron en una sonrisa de felicidad ante sus palabras, y le abracé con cariño.
—No sabes cuánto te amo —le dije en un susurro contra su oreja.
MyungSoo me dio una pequeña lamida.
—Yo también te amo —se alejó y me mostró a Cabo una vez más, empujándolo contra mi cara—. Ahora, ¿puedo quedármelo?
Esa noche, dormí abrazado a MyungSoo, quien abrazaba a un pingüino como si la vida le fuera en ello.
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❥ | ➳[YeolSoo]
Fiksi Penggemar⇊FAVOR DE LEER⇊ ↝**AVISO IMPORTANTE**↜ ↬¡TENGO! la ¡AUTORIZACIÓN! de su autora original, Cotota, la cual le doy las gracias por ¡PERMITIRME! adaptar su obra original, , al YeolSoo. ↬Por lo tanto, esta historia NO me pertenece. Derechos reservados© a...