58 |Tres no son Multitud|

63 5 2
                                    

Siempre tenía problemas cuando SungJong tenía sus celos, porque se ponía todo pegajoso y bebé, peor que un día normal. Además, ese dicho de follar como conejos... bueno, algo de razón tenía.

Pero estaba bien, podía manejarlo más o menos bien. El problema venía cuando su celo se coordinaba con el de HoWon, y todo era un desastre.

Bueno, eso fue lo que pasó esta vez.

SungJong despertó algo afiebrado, emitiendo un ruido extraño, quejidos suaves, y comenzó a lloriquear cuando le acaricié la frente, preocupado. Al notar que estaba en celo, sólo suspiré, HoWon olisqueando el cuello de nuestro bebé.

—Hueles muy bien —le murmuró HoWon, dándole un beso en el cuello, provocando que gimoteara con necesidad.

—Hace calor... —lloriqueó SungJong, mirándome con sus pupilas dilatadas.

Volví a suspirar.

—Tranquilo, cariño —le dije con voz suave—, sólo voy...

—¡AY, MIERDA, HOWON!

Me sobresalté al escuchar el grito de SungJong, casi cayéndome de la cama, y observé a HoWon mordisqueando el hombro del conejito, gruñendo de forma juguetona mientras SungJong se removía entre sus brazos.

Una mirada al zorrito y solté un gemido de exasperación porque cuando HoWon comenzaba a morder, significaba que estaba en celo.

—¡Su-suéltame! —lloró SungJong—. ¡Sa-sabes que no me gusta cuando me... me muerdes!

Por supuesto que no, SungJong tenía el instinto de una presa en tanto HoWon el de un cazador.

Golpeé a HoWon en la cabeza, haciendo que soltara a SungJong, que saltó a arrumarse sobre mí. HoWon comenzó a quejarse por el golpe.

—¡Bien, veamos, no actúen así! —dije en un regaño para los dos—. HoWon, ¿qué te he dicho de las mordidas?

Comenzó a refunfuñar.

—Que son malas —gimoteó—, ¡pero SungJong huele muy bien y quiero comérmelo!

Ahora SungJong comenzó a llorar, pero le conocía lo suficiente para saber que estaba haciendo uno de sus múltiples berrinches.

—¡Nada de comerse entre ustedes a menos que sea para el sexo!

Ambos dejaron de lloriquear y quejarse, sus orejas alzándose, sus ojos brillando con suciedad. Ay, dios, por qué...

Acabé atado a la cama, desnudo y con SungJong montándome como si la vida se le fuera en ello. Conejito inocente, JA, menuda mentira que le decía a todos.

Sus caderas se movían sin descanso, gimoteando cuando llegó al éxtasis y semen salpicó su estómago, su expresión llena de placer y deseo. Yo todavía no podía correrme, los muy malditos me habían puesto un anillo en el pene, así que mis orgasmos estaban prohibidos por ahora.

—¡Ya, suéltenme! —me quejé, cuando SungJong se quitó de encima, colorado por la sesión de sexo.

—No, no —HoWon se subió a mi regazo, sonriendo de forma descarada, su lengua acariciando mi mejilla—, DongWoo tiene que satisfacernos ahora...

Le miré, incrédulo cuando acomodó sus piernas en mi cintura.

En nuestra extraña relación, SungJong era el pasivo sin reclamar en algún momento, feliz de ser el que recibía en todo momento, pero cuando se trataba de HoWon y yo... ambos ocupábamos el rol que deseáramos según las ganas que teníamos.

❥ | ➳[YeolSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora