XII

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Idonne podría tener razón, contando que su amigo tenía la misma clasificación que ella en el sistema. Sus sospechas estaban infundadas, pensando en la probabilidad de el gobierno yendo tras la pista de aquellos que por alguna razón hayan comenzado a escuchar. La idea era saber el por qué detrás de todo.

—¿Podemos salir y hablar de esto allá afuera? —preguntó Lucas, un poco incómodo por la cantidad de personas reunidas a su alrededor. Idonne asintió, y justo antes de salir, observó como el doctor comenzó a dar instrucciones a las personas a su alrededor.

Sacó de un pequeño cajón su CID, completamente apagado y lo colocó en su muñeca.

—Soy el único que tiene uno de estos aquí adentro. Viví la mitad de mi vida con él. Sé que no puedo estar allá afuera si me notan diferente.

—¿Y qué puedes hacer si lo tienes sin el chip?

El doctor sonrió.

—Absolutamente nada, salvo aparentar.

Salieron por detrás del edificio por el que había entrado.

—Disculpa que tengamos que rodear la plaza. La idea es jamás entrar por el frente, ¿sabes? No hay puertas.

—Por eso sabían que alguien extraño se acercaba, ¿cierto? —idonne sonrió, entusiasmada por la organización que tenía la pequeña comunidad— porque nunca nadie entra por ahí.

—Exacto.

—¿Qué necesitan que les compre primero?

Caminaron de vuelta a la plaza detrás del anfiteatro, aunque por calles y espacios que no estaban tan ocupados como el centro, rodeando construcciones derruidas, en las que el gobierno no se había detenido a arreglar con alguna proyección. Ella se sorprendió de como las piedras seguían resistiendo el paso de los años.

El puente que cruzaba la ciudad había sido inundado con el aumento del nivel del mar algunas centenas de años atrás. Una imagen proyectada justo al lado del rio mostraba el puente de piedra, casi completamente erosionado por el agua y el paso del tiempo, rodeado de corales y peces que pasaban por debajo. Las imágenes eran un video exacto de lo que sucedía en ese momento. Era una clase de recuerdo a todo color.

Cruzaron el puente de repuesto, que había sido colocado justo encima del anterior, para llegar al lado del comercio más informal. Ese lado no era específicamente para turistas. La mayoría de los habitantes de la ciudad transcurrían por las calles con la completa normalidad de un lugar cualquiera. Nadie les prestaba demasiada atención, por no lucir demasiado diferentes.

—¿A dónde vas a llevarme?

—Al lugar donde venden suministros médicos, probablemente al hospital.

—¿Tú eres de aquí?

—No, yo nací en Graz. Pero solía trasladarme acá de ves en cuando por vacaciones.

—¿Tu rango?

—Siempre A, casi todos los médicos lo son. ¿O no lo sabes?

—Acabo de egresar —idonne se cubrió el rostro por un segundo. El sol estaba en su punto mas alto, y el calor era abrasador— ¿Falta demasiado?

—Estaba esperando que lo preguntaras —la tomó de la mano, pasándola por un callejón.

El corazón de la chica se aceleró en su pecho de manera repentina. A veces se culpaba por su instintiva confianza, atada a la simpleza de su estilo de vida.

—No te asustes —el hombre notó su incomodidad— solo no pueden verme por aquí.

—¿El hospital está cruzando la calle?

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora