Antes de revisar el mensaje, Idonne ya estaba conectando su CID al acceso remoto para poder llamar a sus padres. La inseguridad la golpeó de repente. No tenía en mente la manera de darles la noticia de la muerte de Gavin. Tampoco quería alertarlos contándoles sobre lo que estaba haciendo, ni mucho menos de la posibilidad de estar siendo perseguida.
Estuvo a punto de cancelar la llamada cuando el rostro de su padre intentando de forzar una sonrisa apareció frente a ella. Al primer momento trató de contener sus manos con un saludo sencillo, pero esperó a que el hombre le dirigiera la llamada.
--¿Qué pasa, papá?
No respondió. Notaba como las comisuras de sus labios estaban curvadas hacia abajo, sus cejas se juntaban peligrosamente en aquella linea que llevaba hasta el llanto. Incluso notó como contenía el aliento cuando finalmente levantó los ojos hacia ella.
Tenía los ojos enrojecidos e hinchados. Una puñalada de dolor se instaló en su corazón al ver al hombre más fuerte que había conocido quebrarse ante ella.
--¿Papi? ¿Y mi mamá?
Fue en ese momento que él no pudo contenerse. Idonne le dejó llorar sin hacer preguntas, rogando la cercanía de un abrazo para poder entender su dolor. Tenía miedo, tanto como para sentir un dolor apretándole el pecho.
No quiso preguntar, pensando que en el mensaje que había recibido estaban las respuestas que su padre no se atrevía a decirle con gestos. Todo era más fácil cuando era leído. Las palabras no tenían rostro, ni lágrimas en los ojos. Idonne finalmente notó que el ambiente en el que su padre era todo menos conocido.
--¿estás en el hospital?
El asintió, volviendo la mirada mientras se limpiaba las lágrimas.
--¿Cómo está mamá?
--Bien, ahora –la joven finalmente pudo respirar—pero ya no podrá vivir con nosotros. ¿Sabes?
--¿Por qué dices eso?
--Se escapó de la casa, sin saber a donde iba hace dos días. La encontraron caminando por los caminos a San Julián, ¿te imaginas?
El pueblo del que su padre hablaba estaba a una distancia de aproximadamente una hora y media en cápsula, era prácticamente imposible que alguien caminara tanto sin ser notada. Idonne supo que había salido en medio de la noche.
--No te había llamado porque me alertaron a declarar en su nombre. Como está registrada como enferma mental, no sabía que se había ido hasta que desperté.
--¿Las alertas no te despertaron?
El hombre se notó avergonzado por lo que tendría que confesar. Apretó los labios mientras gesticulaba.
--No había dormido en días por estarla cuidando.
--¿Y sabes por qué se fue?
El hombre volvió a llorar desconsoladamente. Idonne no pudo hacer más que acompañarlo en lágrimas, alargando su mano a la proyección de su padre que desapareció entre sus dedos, acrecentando el dolor que se fue lavando poco a poco con cada sollozo.
--Dijo que estaba buscando a su bebé. Que se la habían robado.
La estaba buscando a ella.
--¿Y no la puedo ver?
--No. Tampoco la he visto desde que me escribieron al encontrarla.
--¿La van a llevar a un centro?
--Especial, sí.
Idonne se cruzó de brazos. Era imposible que pudiera hablar de lo que había pasado con Gavin a partir de aquellas declaraciones, y tampoco habría una forma de despedirse que no fuera contando la verdad del por qué no podía regresar en ese mismo instante.
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Silencio
Science FictionLa humanidad ha perdido la capacidad de escuchar. Las mentes maestras de todo el mundo no logran explicar el por qué, y ni mucho menos encuentran una solución. Se han adaptado al medio sin ese sentido, creando avances que perfeccionan la manera de...