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Natasha sonreía aguantando las ganas de reír mientras que conducía alejándose de aquella casa, Peter, sentando en los asientos de atrás, se mantenía callado, con una mirada de sorpresa en sus ojos y el rostro muy rojo. 

—¿Así que eso pasó, eh?—Preguntó la mujer. Peter no respondió.—¡No tenía ni idea de que le gustaras a Loraine!

—No sé si le gusto, fue solo un juego... verdad?

—Sea lo que sea, que quede claro que... no tienes permitido tener novia. Eres muy joven.

—Ni siquiera quiero una...

Natasha paró en una luz roja y volteó a ver a Peter. 

—¿Por qué tan traumado, niño? Petey, ¿fue ese tu primer beso?

Peter se estremeció, abrazó las piernas contra su pecho y sintió que un recuerdo que parecía lejano llegaba a su mente.

Estaba molesto, muy molesto. Como castigo le habían prohibido ir a la excursión a Laboratorios Osborn con los demás niños del orfanato, y a pesar de que normalmente no le gustaban las excursiones porque eso significaba tener que estar cerca de los niños que lo molestaban, aquella le había emocionado al ser un fan de la ciencia, pero en lugar de ir a los laboratorios como había querido estaba en los dormitorios de las chicas sin nada que hacer.

Tras horas de silencio escuchó algo: una voz, suave y melodiosa, proviniendo desde el pasillo. Curioso, se asomó y se sorprendió al ver a una de las niñas del orfanato, no sabía su nombre, pero recordaba haberla visto antes. Ella era bonita, muy bonita, su piel era pálida, sus ojos verdes y su cabello rubio platinado, y llevaba puestas unas orejas de gato negro, y mientras que caminaba por el largo pasillo cantaba una canción.

Quand il me prend dans ses bras, il me parle tout bas, je vois la vie en rose!—Cantó la niña con una voz que bien pudo haber sido la de un ángel. Peter abrió los ojos con sorpresa y sus mejillas se sonrojaron, sintió un sentimiento cálido en su pecho.

Salió de los dormitorios y la pequeña niña al verlo jadeó de sorpresa.

—¡Lo siento!—exclamó nervioso.—¡yo... no quería asustarte!

La niña permaneció mirándolo durante unos segundos, sus mejillas se sonrojaron y sonrió.

—Tú eres esa niña que siempre se está metiendo en problemas, ¿cual es tu nombre...? Perrie Parker, ¿verdad?

Peter frunció el ceño. Odiaba cuando alguien mencionaba aquel nombre.

—¡No soy una niña, soy un niño!—exclamó, molesto.—¡Y Perrie es el nombre con el que nací, pero no el que quiero para mí!

—¿Y cual es el nombre que quieres?—Preguntó la pequeña ojiverde, curiosa.

Peter. Cuando me adopten, le pediré a la pareja que me adopte que cambien mi nombre a Peter.

La niña sonrió ampliamente.

—Peter es un nombre muy lindo.

Peter se sonrojó, sorprendido ante aquella respuesta. 

—¿Lo dices en serio?

La niña asintió y se acercó a Peter.

—Es un placer, Peter Parker.—tomó los bordes de su vestido e hizo una reverencia.—Soy Felicia Hardy.

Peter Parker.

Era la primera vez que alguien lo llamaba así.

Le sonrió a Felicia, sintiéndose agradecido.

—Lo mismo digo, Felicia.

Ella rió de una manera que era tierna.

—¿Por qué estás aquí y no con los demás en la excursión?

—Como tú dijiste: siempre me pongo en problemas. Ésta vez la hermana Margaret pensó que un buen castigo sería que no fuera a la excursión. ¿Qué hay de ti?

—También me castigaron. Me metí en una pelea. Unas niñas intentaron quitarme mi muñeca y al parecer casi les arranco los ojos.

Peter permaneció callado, viéndola y esperando que lo que dijo fuera una broma.

—Bueno... yo también me metí en una pelea, pero no ataqué a nadie, ellos me golpearon primero, pero aún así todo el castigo lo recibí yo...

—Oh...—Dijo Felicia, mirándolo apenada.—¡Eso no es justo!

—Lo sé, pero, ¿qué se va a hacer?—se encogió de hombros y Felicia suspiró, pero luego sonrió ampliamente.

—¿Quieres jugar algo?

Antes de que Peter pudiera responder ella lo tomó de la mano y lo llevó hacia una habitación del orfanato en la que habían muchos juguetes y en la que los niños pequeños normalmente jugaban.

—¿Qué podríamos jugar?—Preguntó Peter mientras que Felicia sacaba unos juguetes de un baúl.

—Yo seré la princesa...—Dijo Felicia mientras que se ponía una corona de plástico sin quitarse las orejas de gato.—¡y tú mi caballero!—le dio a Peter una espada de juguete y un escudo.—y tu deber es salvarme del malvado dragón que me tiene prisionera.—Le dio a Peter un dragón de peluche y él sonrió.

Formaron un fuerte de cojines y Felicia se escondió en él, fingía llorar y soltar llamados de auxilio por su caballero mientras que Peter golpeaba al peluche con su espada de juguete. Luego deshizo el fuerte de cojines y miró a Felicia con una sonrisa, extendió su mano hacia ella y la niña sonrió ampliamente, con las mejillas sonrojadas y los ojos brillando.

—Princesa mía, he venido a salvarla del temible dragón que la mantenía prisionera.

Felicia rió y se abalanzó sobre Peter, abrazándolo fuertemente.

—¡Oh, mi héroe!—Chilló.—Y ahora la princesa va a mostrarle al caballero una muestra de su gratitud con un beso de amor verdadero.

Besó a Peter y él a sus ocho años sintió como si su mente explotara.

—¿Peter?—Preguntó Natasha haciendo que el niño saliera de sus pensamientos.—Niño, ya llegamos.—dijo mientras que se quitaba el cinturón. Abrió la puerta para que Peter saliera y él tomó su bolsa de dulces y salió del auto.—estuviste muy callado en todo el camino, ¿en qué pensabas?—Preguntó mientras que entraban al edificio del departamentos.

—E-En....—tragó saliva.—en nada...—se abrazó al brazo de Natasha cuando entraron al elevador.—Gracias por llevarme a pedir dulces...

Natasha sonrió enternecida y le acarició el cabello a Peter, el cual estaba creciendo en pequeños rizos.

—Por nada, mi niño.

Son Of The Widow [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora