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Natasha se despertó de golpe, al escuchar un chillido viendo de la habitación de a Peter.

Rápidamente tomó el cuchillo que guardaba debajo de su almohada, corrió hacia la habitación se Peter y prendió la luz al entrar. Puso el cuchillo abajo al ver que solamente estaba Peter en la habitación, pero el niño lloraba fuertemente y abrazaba sus piernas contra su pecho.

—¿Pete?—Se acercó a Peter y lo abrazó por los hombros.—Bebé, ¿qué pasa? ¿Estás bien?

Peter miró a Natasha con los ojos llenos de dolor. Hizo a un lado la cobija que cubría su cuerpo y Natasha jadeó fuertemente al ver una mancha de sangre en las sábanas entre las piernas de Peter.

—Dios mío...—Miró a Peter dolida.—Petey...

—Temía que esto pasaría... mi cuerpo me esta recordando que no soy un niño, y...—Sollozó fuertemente y sus hombros temblaron.—jamás lo seré...

—No... Peter, no digas eso...—Tomó a Peter de los hombros y lo abrazó mientras que él lloraba fuertemente.—Está bien, bebé, esto no es tu culpa...—Le besó la frente.—No es tu culpa el haber nacido en el cuerpo equivocado, o que sientas disforia. Prometo ayudarte a convertirte en el chico que quieres ser, ¿de acuerdo?—Volvió a besarle la frente.—Vamos, bebé, te ayudaré...

Tomó a Peter en sus brazos, y a pesar de que era tarde en la noche preparó la tina para él, dejó que Peter se sumergiera en la bañera y al ver que no paraba de llorar se quedó ahí para él, ayudándolo a bañarse.

Cuando Peter estuvo listo Natasha le puso una nueva pijama y buscó en el baño para ver si todavía le quedaban toallas femeninas, pero suspiró molesta consigo misma al ver que las había gastado todas la última vez que a ella le llegó el periodo.

—Demonios...—Murmuró cerrando los cajones del lavamanos.—Peter... yo... ya no tengo... iré a ver si hay una farmacia abierta a ésta hora, y tendrás que venir conmigo, ¿de acuerdo?

Peter asintió, Natasha le ayudó a ponerse suficientes capas de papel higiénico en la ropa interior para no volver a mancharse. Ella se puso un abrigo y le puso una sudadera a Peter, tomó su bolso y ambos salieron del departamento.

—Mamá...

—¿Sí, cariño?—Miró a Peter mientras que encendía el auto.

—Me... me duele... me duele mucho...

Natasha sintió ganas de llorar al ver a Peter tan triste, igual o más de triste que la vez que lo conoció.

—Lo sé, bebé...—Le besó la mano.—Dolerá y mucho durante días, pero... por lo menos, solo será durante unos días una vez al mes.

Peter suspiró, Natasha apretó los labios y después de buscar y buscar encontró una farmacia que estaba abierta. Entró junto con Peter, y ya que a él le dolían tanto las piernas que no podía caminar lo dejó sentarse en el carrito con una manta debajo. Tomó un paquete de toallas femeninas y unas pastillas que ayudarían con los cólicos.

—¿Quieres algo? ¿Algún dulce? Te compraré lo que sea.

Peter asintió, metieron varios chocolates al carrito y fueron a pagar por todo. Una vez en el auto ambos suspiraron, Natasha le dio dos de las pastillas para los cólicos a Peter y una botella de agua.

—Esto ayudará un poco con el dolor.—Dijo y Peter asintió para luego tomar las pastillas y un poco del agua.—Peter, lamento que no hayas sido diagnosticado con disforia y que no hayas podido empezar tu tratamiento, pero... todo mejorará, te lo prometo, ya verás.

—¿Cómo lo sabes?—Peter preguntó entristecido, abrió el envoltorio de uno de los snickers que habían comprado y empezó a comerlo.

—Simplemente lo sé. Tienes mi apoyo y el de tus tíos. Nosotros te queremos y te vemos como un niño, y te juro que haré lo que sea para ayudarte a que puedas empezar tu tratamiento, tengas las cirugías necesarias y ayudar con tu disforia.—Extendió su meñique, Peter sonrió y madre e hijo entrelazaron meñiques. Natasha besó ambos meñiques—¿Cómo te sientes?

—Disfórico... muy disfórico... todo el cuerpo me duele y es asqueroso sentir la sangre salir de mí... quiero llorar... gritar... y romper cosas... luego llorar aún más y comer mucho chocolate...

—Hey... veamos el lado bueno...—Le sonrió, intentando calmarlo.—Leí que ya no lo tendrás una vez empieces el tratamiento.

—Entonces no puedo esperar a que empiece el tratamiento.—Peter suspiró y se abrazó las piernas contra el pecho.—Odio esto, mamá... odio que los estúpidos psicólogos no quieran diagnosticarme y que no me crean cuando les digo que siento disforia por mi edad... odio mi cuerpo, cada parte de mi cuerpo...—Sollozó y Nat se inclinó para besarle las mejillas cubiertas por lágrimas.

—Yo te amo, Peter. Incluso si tienes el cuerpo equivocado para mí eres el niño más adorable, más tierno y más amable que conozco. Eres inteligente, caballeroso, creativo y sé que crecerás para convertirte en un gran hombre. Eres lo mejor que tengo, Peter. El amor de mi vida. Mi pequeño y hermoso hijo. Eres un niño para mí y nada va a cambiar eso.

—Yo...—Los hombros de Peter temblaron. Se limpió las lágrimas, pero fue en vano ya que éstas no paraban de salir.—Yo... no soy tu hijo biológico...

Nat lo miró sorprendida.

—¿Y? Para mí nada sería diferente si lo fueras. Eres mi hijo y punto.—Se inclinó y abrazó a Peter.—Te amo Peter, como no tienes idea.

—Te amo, mamá...—Susurró él entre sollozos.—No me dejes... por favor, no me dejes...

—Jamás te dejaré, te lo prometo. De la misma forma que te prometo que jamás volverás a pasar por lo que pasaste con tus tíos biológicos y en el orfanato mientras que estés conmigo.

Cuando llegaron al departamento ambos estaban exhaustos, tanto física como mentalmente. Natasha ayudó a Peter a ponerse las toallas y puso a lavar las sábanas manchadas de sangre. Encontró a Peter dormido en su cama y se acurrucó con él, dejando que su niño descansara en su regazo.

Son Of The Widow [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora