capitulo 138

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  el inicio de la pesadilla parte 1

En lo profundo del templo se encontraba un grupo de espíritus heroicos  investigando de manera  minuciosa el pasaje  en busca de una apertura o trampa por la cual pudo haber caído su compañero desaparecido, pero a pesar de sus esfuerzos  no pudieron encontrar  ni una sola pista o indicio del paraderos de su compañero desaparecido, era como si el nunca hubiera existido en primer lugar.

Bernard  - esto no  luce  bien  que opinas.

Excrotor – bueno podría haber caído en un piso inferior por medio de una trampa de un solo uso, aún que claro  ese sería el caso más   optimistas de nuestra parte.


Bernard – y el menos optimista cual sería

Excrotor – *suspiro * dime si fueras un  dios maligno  qué harías con un intruso el cual posible mente sea tu enemigo.

Bernard –* suspiro * supongo que fue una pregunta algo estúpida en primer lugar.

Mientras tanto en La escuela.

Rubí – roca dime sinceramente que tanto hicieron esos tipos con el templo.


Roca – bueno no soy quien para criticar pero si soy sincero creo que se pasaron un poco, especialmente en las zonas inferiores.

Rubí – tan malo es.

Roca – bueno depende de la perspectiva.

Rubí – des de cual perspectiva.

Roca - ……… cielos mira la hora. no deberías estar de camino a clases si sigues hablando llegarás tarde al primer periodo.

Rubí –…*mirada fija *……


Roca - ……. *Lo ignora con todas sus fuerzas *


En el templo


Todos en el grupo eran profesionales que había visto innumerables tragedias y guerras pero lo que tenían enfrente era una experiencia total mente nueva para ellos en todo el sentido de la palabra, desecho su sorpresa era tan grande que sus caras se volvieron de un  color blanco ceniza al ver la  desgarradora escena que los esperaba  tras la primera puerta  en el templo.

Miles de estatuas  tapizaban las paredes y el techo de la inmensa sala  cual macabro  tapiz,  sin duda una vista impactante pero  lo más curioso no eran las estatuas en si lo más curioso  eran las expresiones de dichas estatuas las cuáles eran obligadas a  sonreír  mientras clara mente  lloraban con expresiones retorcidas.

Excrotor – bien, me retiro les deseo lo mejor, adiós *intenta escapar*

Bernard – ni se te ocurra *agarra a excrotor y lo arrastra de nuevo a la entrada *

Excrotor – me reusó no entrare ahí.


Bernard – no seas cobarde, solo mantente alegado de las estatuas  y nada pasará, e incluso si algo pasa simplemente puedes romperla.

Excrotor – *mirada en blanco* serías más convincente si tus manos no sudaran tanto, además que nos asegura poder romper esas cosas.

Bernard –  se que esto no se ve bien, pero aún  no podemos asegurar que estas estatuas representen un peligros, quizás solo sean decorativas como la de arriba, además   talvez solo sea una decoración de mal gusto  .

Excrotor – mal gusto dices que clase de degenerado tendría un lugar así, además ni siquiera tu  pareces   muy  convencido de tus propias  palabras, de echo si estás tan seguro  porque  no vas  tu primero.

Bernard – si iré primero, es mi deber como Capitán guiar el grupo atreves del peligro, al igual que es tu deber cuidar mi espalda como segundo al mando, por lo que  vendrás también conmigo.

Excrotor –…….

Así  fue como el desafortunado batallón paso atreves del mar de estatuas, las cuáles variaban en todo sentido y aspecto, habían niños adultos y ancianos de diversas razas, se podría decir que todas eran únicas y ninguna era igual a la anterior,  a excepción de un detalle,  todos tenían una sonrisa cosida en la cara, aún que dichas sonrisas variaban unas llegaban hasta las orejas otras se arqueaban hasta tocar los ojos incluso habían unas que recorrían media cara. 

Todos se sentían algo  extraños a esas estatuas era casi como una aversión natural la cual causaba tal rechazo y  disgusto que no se atrevían siquiera   a rosarlas y mucho menos hacer contacto visual por el temor de que las estatuas les devolvieran la mirada  también  .

Todos cruzaban el amplio pasillo lleno de estatuas , sin ninguna perdida o contratiempo a simple vista, pero todos no podían evitar sentir  un amargo sabor de boca por lo incómodo que se sentía cruzar este  pasillo, donde tenían la extraña sensación de que cada estatua no era un objeto, más bien parecían un grupo de  cadáveres  y este pasillo un ataúd enorme.

Todos estaban tan  concentrados en no desviar la mirada de las estatuas que  nadie se daba cuenta que las puertas  se cerraban poco a poco gracias a un par de dedos que salían de la pared y el suelo. 



The devourer of soul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora