Introducción

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Debería llamarme "Problemas" y no Emma. Y no, no estoy siendo dramática. En apenas 16 años les causé más dificultades a mi familia que cualquier otra joven de mi tiempo. Déjenme explicarles un poco más...

Nací en la peor época imaginable. Un 31 de julio de 1913, en Simmern, Alemania. La vida de mis padres dio un rotundo cambio de rumbo cuando, tan solo un año después de mi nacimiento, se declaró la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial). Como resultado, se vieron obligados a huir del preciado país de su niñez, aventurándolos en un barco que cruzaría el Océano Atlántico sin pasaje de vuelta. Esa es la historia de cómo ambos dejaron sus vidas atrás, mientras la mía recién comenzaba.

En un principio, les parecía imposible huir de la guerra, que al igual que una peste, se había transmitido por todo el mundo. Luego pisaron una tierra desconocida, lejos de los conflictos europeos, pero a su vez tan distinta que tuvieron que hacer frente a nuevos desafíos. Se encontraban en un nuevo continente, en un país dónde las personas hablaban diferente idioma y tenían extrañas costumbres para saludar, bailar y vestir, sin mencionar la comida. Habían llegado a Argentina, mi hogar.

Nos instalamos en una pequeña ciudad de la provincia de Corrientes, llamada Bella Vista. Ahí crecí felizmente, jugando afuera en el campo de maíz de mi padre, siendo enseñada todos los días por mi madre acerca de sus bellísimas flores mientras la veía cuidarlas y la escuchaba con curiosidad. También aprendí por las malas que no debo jugar con la tierra colorada si no quiero arruinar mi ropa para siempre. Las lágrimas por mis vestidos de tonalidades claras -que a causa de mi desobediencia había estropeado- son mis únicos recuerdos tristes de la infancia.

Éramos una pequeña familia, pero feliz. Hasta que luego, no recuerdo bien cuándo, la felicidad optó por abandonar nuestro hogar. La gente que nos rodeaba decía que el amor de mis padres se había enfriado, que era algo natural que ocurría con todos los matrimonios al pasar el tiempo. No obstante, yo jamás pude entenderlo, ni pensar de la misma manera.

Siempre creí en el amor, en aquel sentimiento verdadero de cariño que vincula a personas completamente diferentes, y los impulsa a arriesgarlo todo por el otro. Sino piensen en los paisajes, en animales, incluso las flores; en cada uno de ellos hay amor. Y, ¿Acaso el cariño que expresan y siento en mi interior al verlos se enfría con el tiempo?

Mi nombre es Emma Scheeneberger, y casi podría decirse que meterme en líos es mi especialidad. De todas maneras, no cambiaría mis aventuras por nada en el mundo. Y menos la de aquella noche que... Ups, estoy yendo demasiado rápido. Les pido disculpas, no quiero marearlos, así que vayamos paso a paso.

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¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora