Eternas horas

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El oxigeno que comencé a sentir me sobresaltó. Haciendo que un desconocido me sujetará del pecho, evitando que me levantara.

-Tranquila, cariño, estamos yendo a la clínica, ayúdame a ayudarte-yo asentí dándome cuenta que tenía una máscara de oxigeno. Entonces el apretón en mi pierna me hizo ver a esos ojos verdes, preocupados llenos de miedo.

-Hola, preciosa-susurró sonriéndome.

-Hola-mi voz fue un susurró en vano.

-No hables, nena-èl me miraba destruido. Algo en su cabeza lo estaba torturando.

Luego de una hora de tortura en esa ambulancia lúgubre. El enfermero abrió la puerta, cuando iba a levantarme, èl casi me gritó.

-No te levantes-y me volví a acostar suspirando, Harry estaba a mi lado sujetándome la mano, en menos de dos minutos, Dylan y mi madre llena de lagrimas se pusieron a mi lado.

-Hola enana-dijo Dylan sonriéndome, èl estaba más calmado.

-¿Cómo te sientes?-preguntó mi madre.

-Bien-esta vez mi voz sonó más audible.

-Solo un acompañante- dijo cuando estábamos entrando en sala de emergencias.

-Yo iré-dijo mi madre y Harry me miró aun más triste. Antes de que continuáramos, tomé la mano de Harry para detenerlo, me quité la máscara y lo acerqué débilmente plantando mis labios a los de èl.

-Voy a estar bien, te lo prometo-dije entre sus labios.

-Estaré aquí, llámame si me necesitas-èl volvió a besarme.

-Novio debo llevarme a tu novia-dijo èl. Harry asintió y lo vi desaparecer por las puertas. Adentro era aun peor que la ambulancia, había un grupo de enfermeros estresados, cansados y en movimientos, estaban atendiendo a alguien quien no dejaba de quejarse.

-Ubícala en el siete, James-habló un chico de veinte tanto, catire y alto. James me metió en un cubículo con el número siete arriba.

-Bueno, cariño, ahora si vamos a levantarnos-dijo sonriéndome, yo asentí, de la camilla a la otra eran cuatro pasos, me senté y puse mis pies en el suelo, a la hora de levantarme un fuerte mareo me hizo cerrar los ojos. Haciendo que James me sujetará. ¿Dónde estaba mamá? Respiré profundamente.

-Puedo hacerlo-susurré, poco a poco fui caminando hasta tocar la camilla, me senté, hasta llegar acostarme. El chico catire llevaba un envase lleno de una aguja, adhesivo y una bolsita de suero.

-Hola linda-dijo cuando me vio, se situó a mi lado y me tomó la mano derecha, agarro una gomita elástica y me la paso por el brazo, dándole presión, comenzó a tocar mi antemano hasta que sonrió satisfecho, agarró una mota de algodón lleno de alcohol y la paso por donde ubico su mano-Esto puede que duela un poco, linda-yo asentí estaba esperando la aguja desde que apareció. La aguja ardió, dolió y luego pasó, puso el adhesivo alrededor de la aguja para que evitara moverse, èl quitó la gomita y conectó el suero de la aguja.  

-Está todo listo, cariño-habló James, yo asentí.

-Gracias ¿Dónde está mi madre?-pregunté. Aun tenía la máscara en mi cara.

-Ella está dando tus datos, ahora va a regresar-habló el otro chico. Los dos se fueron y me dejaron sola.

-Hola, cielo-dijo mi madre, luego de tardar una eternidad de minutos casi horas.

-Hola mami-mi voz ya estaba mucho mejor.

-¿Cómo te sientes?

-Mejor, podrías decirle a James o a alguien que me quite esta cosa-dije hablando de la máscara. Ella asintió y salió dejándome sola nuevamente, esta vez no tardó una eternidad.

All the love that I have.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora