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Amelie y Nico siguieron caminando hasta que llegan a las profundidades del bosque y fue ahí donde ella pudo hacer viaje sombra hasta su castillo en el inframundo.

Nico se acerco a besarla y ella le correspondió de inmediato. Ambos se hicieron aparecer en la habitación de ella y terminaron haciéndolo. 

Mientras que por alguna parte del mundo mortal, en Argentina se encontraba Apolo haciéndolo con una mortal. Vaya manera de amarse.

Regresando al campamento mestizo, Kian miraba todo con entusiasmo y asombro, los campistas lo miraban con la misma expresión, no es muy visto que dioses menores visiten el campamento y mucho menos que sean hijos de la venganza y el sol.

Días después.

En el palacio del Sol se encontraba la venganza y junto a ella un pequeño admirando las pinturas del sol.

-¿Papá hizo todo esto? -pregunto Kian.

-Si, tu padre comienza a trazar rayas sin ningún significado, pero conforme les va dando color. Les encuentras significado -ambos siguieron caminando hasta que llegaron a una pintura con tonos oscuros, una diosa que desde el vientre radiaba luz.

-Esa la pinte cuando supe que tu madre estaba embarazada -llego Apolo sonriendo y le susurro a Amelie -Se lo que hiciste ese verano -ella lo miro y le sonrío.

-¿Acaso crees que no se lo que tu haces? -respondió ella dejando al dios pálido.

-Me gusta esta pintura -dijo Kian rompiendo las miradas de los dioses.

-Esa la hice cuando naciste y pensé que perdería a tu madre -miro a la diosa con amor.

-¿Cuánto llevan siendo pareja? -pregunto Kian

-Esa es una buena pregunta -dijeron ambos riendo. 

-Llevamos demasiados siglos juntos -dijo Apolo.

-Eso a mi edad cuanto es -pregunto Kian.

-Nada -dijeron los dioses.

-Tendrías que pasar por lo menos 500 vidas para emparejarte a nosotros -dijo Amelie.

-Eso es mucho -dijo el pequeño- ¿Se aman?

Esa pregunta dejo helados a los dioses, nadie sabe si en realidad se aman, simplemente los ven como una pareja normal de dioses, matrimonios sin amor

-Si -dijeron.

-La amo cómo el primer día en que la ví -dijo Apolo mirando a Amelie.

-¿Y tú mamá? -pregunto el pequeño Kian.

-Lo amo como no tiene idea -miro a Apolo- Daría mi vida por ti sin importar absolutamente nada. Sin importar a quién o que deje atrás, mientras tú estés de frente yo seré feliz.

Kian miraba a sus padres con una gran sonrisa, nunca le había tocado presenciar el intercambio de palabras de ellos dos y eso lo hacía sentir sumamente feliz.

-Cariño, es hora de qué vayas a dormir -dijo Apolo sonriendo.

Una de las musas se acercó a ellos, se inclinó y cargo al pequeño Kian en brazos, para después comenzar a cantarle una canción de cuna.

-No quiero mentirle a Kian, Ameli -dijo Apolo.

-¿Y quién dice que estoy mintiendo? -respondió Ameli tranquilamente.

-Entonces ¿Porque lo haces? -Apolo la miro.

-Porque no soporto la idea de que en cada oportunidad que tienes, bajas y te follas a una humana o a una semidiosa, la mayor parte de mi vida he estado aguantando y viendo como follas a las demás teniéndome a mi, cómo les das hijos a las demás teniéndome a mi. Puede ser que yo no tenga el conocimiento suficiente de cómo ser un dios, pero tu tienes el conocimiento y a Zeus cómo ejemplo del mal dios que es, teniendo esposa y acostándote con otras, claramente soy lo suficientemente buena para ti, pero al parecer tú no lo vez, piensas que un par de mundanas son mucho mejor que la diosa que tienes como esposa, piensas que es mejor procrear con humanos que con tu diosa y ya me cansé de siempre aparentar que todo está bien, porque es obvio que nada está bien en mi maldita vida, te vas y no te veo por meses y cuando regresas siempre viene contigo un nuevo semidiós, siempre a sido así y dudo que cambie con el paso del tiempo, porque no a cambiado. Podemos hacer más Apolo, pero no lo miras, podemos lograr cosas grandes y maravillosas, teniendo buenos hijos y todo el conocimiento del mundo para poder educarlos, cosa que evidentemente tú no haces. No quiero seguir de esta manera Apolo, necesito ser tu maldita esposa con todo el respeto de los griegos, necesito que me conozcan  por ser tú esposa no por ser tu maldita burla - Amelí explotó, sacando todo lo que tenía guardado desde hace años.

El dios se quedó helado ante estas palabras y bajo la mirada -Nunca había pensado el como te sentías.

-Tratandose de nuestro matrimonio, no piensas nada -escupío Amelí con veneno.

-Quiero remediarlo, pero no sé cómo hacerlo, ¿Qué puedo hacer? -Apolo se sentía completamente indefenso y adolorido ante las palabras de su esposa.

-Nada, no puedes cambiar años de sufrimiento de la noche a la mañana y mucho menos reescribir los libros antiguos donde todos y cada uno de ellos tratan de tus malditos engaños -la diosa lo miro- A parte, ¿Desde cuándo te importa?

-Desde hoy, que te estoy poniendo toda la atención del mundo.

-Tranquilo, que me doy cuenta de la poca atención que me pones, no es necesario que lo hagas ahora. -Amelí se sentó en la silla del dios.

-Eres mi esposa...

-¿Ahora si lo soy? -la diosa lo interrumpio 

-Siempre lo has sido

-Pues no se nota.

Apolo no supo que responder, ella tenía demasiada razón, siempre la puso de lado, nunca pensó en ella y ahora todo se le está regresando, el dios volteó a verla y pudo mirar cómo se quebraba por dentro aunque trataba de ser fuerte ante sus ojos.

Él miraba la verdadera esencia de Amelí, se encontraba rota y completamente fuera de sí, durante años aguanto todo este dolor hasta que ya no pudo más, la diosa volteó a verle y Apolo se percató de la tristeza en sus ojos, del dolor de su corazón y el dolor de sus mismas palabras.

-No sé cómo ser un esposo, no sé cómo criar a un niño, tampoco sé cómo hacerte feliz, porque mereces más, no esté pedazo de Dios completamente inútil para ti, ¿Qué clase de hombre no sabe cómo hacer feliz a su esposa? Al parecer un idiota, y eso soy, soy un idiota y en mayúsculas, pero quiero hacerlo bien, aprenderé a hacerlo pero no te alejes de mi, porque sé que eso estás pensando y no soportaría perderte -Apolo comenzó a derramar lágrimas a la par de Amelí- Nuestras almas están unidas pero quiero que nuestros corazones también lo estén -el dios de sentó frente a ella- Permíteme enamorarte, permíteme ganar tú confianza, déjame conocerte y prometo que esta vez lo haré bien y serás la mujer más feliz de todo el mundo. Pero por el momento, ¿Cómo debería verte?

-Deberias verme con una corona, te haré temblar y haré que te inclines ante mi -Apolo se quedó callado- Tú silencio es el mejor sonido que puedo presenciar -ella sonrió.

-Bien, te veré con la corona, te veré cómo la reina que eres, ¿Me darías una oportunidad? -él dios tomó las manos de su amada

-Te la daré, pero deberás esforzarte -la diosa se levantó - Por
cierto, no eres nadie hasta que encuentras a alguien -dijo Amelí y se fue.

-Creéme que lo haré -susurro Apolo a su sombra.

Veamos este nuevo comienzo para los dioses. Tal vez y algo nuevo se aproxime.

Eros... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora