Capitulo 57: Todo tiene que ser un mal sueño

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—Yulia, levántate de esa cama.

—Mamaaá... —Mi voz se estira de lo cansada que estoy; ronca, seca, dolorosa—. Vete, ¿sí?

—Has pasado acostada tres días, hasta parece que te olvidaste que mañana inicias clases nuevamente, levántate.

—No voy a ir.

—Vas.

—No, quiero ir a buscar a mi novia.

Esas dos palabras la hacen cerrar sus ojos por medio segundo más de lo necesario, demostrando su protesta por mi nuevo estatus.

—No me importa lo que quieras. La policía se encargará de lo de Elena.

—Lena, mamá... Le-na.

—¡Aj, a todo le pones una protesta! —me dice jalando las cortinas a cada lado para que la poca luz del día gris de afuera, entre—. No tiene relevancia cómo yo la llame. Mañana vas a clases y punto.

—La policía no está haciendo nada, tú no estás haciendo nada...

—¡Por Dios, Yulia! ¿Qué quieres que haga? —me reclama harta de que le vuelva a salir con el mismo tema, pero es que no me convence que no sepa más sobre el papá de Lena—. Les informé a los detectives todo lo que recuerdo ¡No puedo hacer más!

Y ahí está el problema, yo no le creo. No puede ser que cuando descubrió la foto en el diario —allá en Sochi— ella sabía muchísimas cosas sobre el caso, sobre las niñas, sobre su desaparición.

Hace poco me preguntó si había descubierto la identidad de la dueña del diario y me contó que su papá las estuvo buscando por medio de la firma de abogados para la que trabajaba, es más, ella estuvo involucrada con el caso. Pero ahora que sabe que la niña del diario es Lena, que además es la pelirroja que tanto desprecia por llevar a su hija hacia el camino de la perdición, ahora sí ya no se acuerda más detalles.

No, no le creo.

—Voy a ir mañana temprano a la comandancia para averiguar qué información nueva tienen...

—¡Te vas a la escuela así tenga que llevarte jalándote de la oreja!

—¡Que no!

—¡Yulia!

—Mamá, ¿entiendes que es mi novia, es «mi novia» la que está desaparecida? —intento hacerla reaccionar, para ella es como si estuviera hablando de la chica de la novela de las siete—. Dime, ¿qué tal si fuese yo? ¿Permitirías que la policía dejara de buscarme?

—¡Por supuesto que no, pero los dejaría trabajar! Apenas son tres días.

—¡Y eso es un montón de tiempo! ¿Nunca has escuchado que en un secuestro hay menos posibilidades de encontrar a alguien con vida después de las primeras veinticuatro horas?

—¡Lena se fue, hija! ¡Por favor, entiéndelo! Ella es la que tomó sus cosas y se fue.

—¡Porque su padre la amenazó o algo, mamá!

—¡Deja de gritarme, Yulia!

"Ya bajemos el tono, no queremos que empiecen de nuevo los golpes".

"Secundo esa moción".

Yo ya no le tengo miedo a mamá.

"Nosotras sí, cálmate".

—¿Por qué no quieres que la encuentren? ¿Crees que eso me hará dejar de ser lesbiana?

"Yulia, cállate".

—Hija... —me dice con un bufido en la nariz, respirando diez veces más hasta que logra tranquilizarse—. Tenemos que pasar ese peldaño y continuar. Acepto tu sexualidad, acepto que digas que te gustan las mujeres, pero...

—No lo digo nada más, me gustan, es un hecho.

—¡Y digo que lo acepto! Estamos en buen camino para superar la crisis que tuvimos hace unos meses, pero...

—Pero, pero, pero... ¡Mamá, no quiero despertarme mañana con mi novia muerta! ¿Puedes entender eso?

Respira con resignación, rindiéndose a los pies de mi cama. Toma asiento quitando las arrugas de la cobija con unas palmadas y lleva sus manos hasta posarlas sobre mis pantorrillas.

—Ayer... —Inicia, decidiendo si vale la pena continuar o no—. Después del trabajo, fui a la comandancia de policía —me confiesa—. Yulia, no hay indicios de... Lena. No hay testigos que la hayan visto salir del edificio, o subirse en un taxi...

—¡¿Ves?!

—Tampoco hay alguien que pueda confirmar que se la llevaron a la fuerza.

—¿Y Boris, el guardia de seguridad? Pasa pegado en ese asiento por horas.

—Lena fue lo suficientemente inteligente como para escabullirse durante el cambio de guardia. Nadie la vio salir.

—Pero eso es imposible. Deben haber cámaras de seguridad en la salida del edificio... ¡algo!

—No hay nada en las grabaciones, es como si hubiese desaparecido en el ascensor.

No encuentro la forma en la que haya podido salir del edificio sin ser vista. No lo entiendo.

—Yo estoy convencida de que está tratando de protegerte o a sus padres, no lo sé.

—¿Y qué sabes exactamente, mamá? —se lo pregunto de frente, que me diga la verdad o yo también prepararé mis maletas para irme de esta casa.

—En esos años, yo no tenía privilegios de divulgación de información. Mi tarea era buscar posibles lugares a donde pudieron haberlas llevado, transcribir la información y archivarla.

—¿Y hasta donde llegó la investigación? ¿Qué descubrieron? Porque algo debe haber en ese expediente que te ha tenido alterada desde el día que encontraste la foto en el diario y conectaste los puntos.

—En eso hay que darle créditos a la policía en Sochi. Todo se manejó con tal cuidado que ni siquiera pudimos encontrar a una persona a quién sobornar por información.

—Lindo trabajo, mamá. Súper honesto.

—No pensé que estaba del lado incorrecto, Yulia. Creo que me conoces lo suficiente como para insinuar algo así.

Todavía no le creo.

"Vamos, no puedes ser tan cínica. Lo que mamá dice es verdad".

"Sí, ella nació con el compás moral grabado en el ADN".

Sí, seguro. Hay algo que no me cuadra, algo que no me dice.

—¿Por qué detuvieron la búsqueda? ¿Fue cuando la policía comenzó a investigarlo?

—No, él tenía una coartada sólida. Gente que lo había visto transitar en la calle, pasear por Korsakovo.

—Pero él mató a Alenka, Lena lo recuerda.

—No lo sé, hija. No logro entender cómo pudo hacerlo, pero él estuvo allí en medio de la gente en un festival de arte popular. ¿Por qué crees que no pudieron arrestarlo?

—¿Entonces, por qué la firma abandonó el caso?

—Simple, el hombre desapareció por varios meses y, sin paga, la firma no continuaría ningún trabajo.

"Yo le creo a mamá, ¿podemos dejarla en paz?"

Necesito encontrar a Lena y esto no me ayuda en nada.

"Pero eso no quiere decir que mamá esté mintiendo".

No, eso es verdad. Pero no puedo simplemente conformarme con todo lo que me digan. Necesito pensar dónde puede estar, necesito presionar a los detectives... hacer algo.

—Hija —me dice dando un muy mal presentimiento—, la policía dejará de buscarla mañana.

—¡¿Qué?! —sentándome de golpe.

—Me lo dijeron ayer.

—¡No pueden hacer eso!

—Se cumplirán noventa y seis horas de su partida y, legalmente, no pueden continuar, no sin una prueba, no sin que alguien haya pedido una recompensa por devolverla.

—¿Y si solo la querían muerta?

Mamá guarda silencio, lo ha pensado, lo está pensando.

Pero yo me rehuso a creerlo. Lena sigue aquí. No ha muerto, yo la siento muy adentro, no murió. Yo lo sabría. Ella sigue con vida.

—Yulia, puedes quedarte hoy en cama, pero mañana vas a la escuela.

—Mamá...

—La mejor manera en la que puedes ayudar a Lena no es buscarla, es pasar desapercibida. Irás a clases, cumplirás con tus obligaciones y, si quieres, dentro de esta casa puedes echarte a llorar —me dice llena de seriedad, me da un apretón y retira su mano, levantándose—. Si la secuestraron y no quieren dinero o algo en particular, es porque la necesitan a ella, es porque es importante.

Créeme, si no lo fuera, si no hubiese un motivo más grande detrás de todo esto... le habrían disparado a distancia y terminaban con el problema.

—Lo que me dices no es un consuelo. No considerando que la policía dejará de buscarla.

—Sergey no lo hará. Un padre nunca deja de preocuparse por sus hijos, él la encontrará.

Dice esto y se dirige a la puerta de la habitación tan solo para girar hacia mí al llegar al marco de madera.

—Te traeré algo de almorzar. Todo va a estar bien, amor.

Esa declaración, con un beso y un abrazo, habría sido más alentadora. Por supuesto, mamá no sabe cuán sensible se ha convertido su hija mientras vivía sola.

—No... déjalo. Me daré una ducha y bajo.

Ya está. Lena me preocupa, pero sin poner de parte y sacar energías de donde pueda, no lograré nada.

... Me siento tan perdida

**************

Huele a sangre... mi nariz huele a sangre y mi cachete duele, todo mi lado izquierdo duele, mi ojo... ¡¿Dónde está mi ojo?!

Me secuestraron, claro... camino a la escuela. Dios, por qué no recuerdo cómo llegué aquí... Me drogaron, eso, escapolamina seguro, por eso no tengo memoria.

¡¿Dónde estoy y qué le pasó a mi ojo?!

—Hey, alguien despertó —escucho una voz inconfundible. ¡¿Qué mierda?!

—¡¿Aaee?!

¡No puedo hablar! ¿Acaso me tienen vendada? ¡¿Qué pasa?! ¡¿Nos secuestraron a las dos?!

Doy vueltas con mi medio ojo derecho abierto al máximo y veo un cuarto blanco con cortinas celestes. Esto no me dice nada. Giro con mucha incomodidad hacia el otro lado, un suero gotea a un lado con una aguja clavada en mi brazo... o lo que puedo ver de él. Estoy en un hospital, estoy en una habitación de hospital. ¿Qué diablos hago aquí?

—Tranquila, estás muy golpeada —me dice Ade como si fuese noticia, pero ella está bien. Se para a mi lado y no está atada o lastimada.

—Aa me i ueeca, ¿ueé haoo agi?

—Ja ja ja —se ríe con todas las ganas del mundo—, pareces Squirtle: «Vamo a calmarno» —se burla de mí en esta condición y yo sin saber qué hago aquí. Oh, la amistad.

—¡Alla-ee! —intento gritarle, pero sigo sonando a la maldita tortuga.

—Yulia tranquila, no vamo a emputarno... —Sigue riendo y yo ni puedo darle una mirada fusiladora—. Ya, ya, cálmate, en serio. Te desmayaste en la escalera de la escuela y... ya te imaginarás.

—¿Ee aaí?

—Te caíste, desde la primera grada del tercer piso hasta la curva que baja al segundo. Te cortaste la ceja mientras rebotabas en uno de los escalones.

—¿Eeé?

Como instinto estiro la mano izquierda y termino jalando el suero de un tirón que recorre agudo por mi brazo hasta la cara. Maldita aguja.

—Te pusieron anestesia para coserte la herida y también tomarte un par de puntos en el labio.

—¿Eeé?

Vuelvo a intentar tocármelo con la misma mano. Si seré estúpida.

—Por eso no puedes hablar, pero el doctor dijo que no sería por mucho tiempo. Lo bueno es que ya despertaste, eso era lo que más les preocupaba. Hace unos minutos, fue con tu mamá a ver la tomografía para averiguar si no tienes una contusión o algo así.

Mi memoria comienza a funcionar. Recuerdo haber llegado con las justas y fui corriendo al casillero para recoger mis libros. Claro, debe haber sucedido en el camino a la clase de música que queda en la planta baja.

¡Yo sabía que por algo no tenía que ir!

—Tu mamá dijo que no habías desayunado nada ni comido ayer. Tienes que relajarte un poco, Yulia, cuidarte.

—Oo uu amyien.

—¿No yo también, qué?

—Oo uu amyien oon oo ijmo.

—Vamo a calmarno, Yulia. Explícate. —Sonríe la muy idiota.

—¡Aj!

—No lo pude evitar, lo siento, pero hablo en serio. Sé que debe ser muy doloroso y agotador no saber dónde está Lena, pero si no comes o te cuidas, no vas a ayudarla en nada.

—Eengo ueé ujcala.

—¿Buscarla? —me pregunta, yo asiento porque es más fácil que repetírselo. Ni yo me entiendo así—. No, por lo pronto tu mamá acordó con el doctor en que te quedes esta semana en casa y yo tengo vacaciones en el trabajo así que iré a visitarte por las tardes, después de clase.

—Oo ecesioo iyera.

—No seré tu niñera, iré para ayudarte a pensar en formas de encontrar a Lena —me dice más bajo al escuchar voces detrás de la puerta—, ya tengo una pista...

Pista, eso es. ¡Ade te amo!

—Bien, despertaste —me dice un viejo de unos cincuenta años con bata blanca y su nombre en una etiqueta azul pegada en la solapa.

—Hija, ¿cómo te sientes?

—Oomo i uera a orir.

Me queda viendo como si hubiese hablado en chino. Cómo si fuera a morir, mamá.

—Sí, hijita, sí —me contesta. No me entendió nada.

—No tienes una contusión o algún problema mayor a los cortes, lo que es bueno. Pero te voy a mandar una dieta especial para las siguientes tres semanas.

Aj, comida, no quiero saber nada de ella. ¿Qué nadie entiende que lo único que me preocupa ahora es encontrar a mi novia?

—En unos cuarenta minutos se acaba el suero y te daré el alta —me dice el hombre para después dirigirse a mamá y darle algunas indicaciones junto con una receta—. Nos vemos al rato. — Se despide y sale.

—Iré a pagar la cuenta hasta mientras, hay una cola larga en la caja —dice mamá, dejándonos nuevamente solas a Ade y a mí.

—Ueé eescuriste.

Eso ya voy recuperando el habla.

—¿Recuerdas a la linda camarera del café al que solemos ir?

—Aaty.

—Sí, Katy. Pues hablé con ella y le pregunté que si de casualidad había visto a la pelirroja con la que fui un par de veces. De inmediato me dijo que sí, que la vio el día anterior a su desaparición, que compró un café y usó una de las computadoras del área de negocios.

Compró un café y fue al computador... ¡Se comunicó con Svetlana!

—Le pedí que me dijera cuál computador utilizó y más o menos a qué hora lo hizo. Dijo que fue a eso de las seis de la tarde y con esa información busqué el historial de navegación —me dice sacando su celular del bolsillo—. Estas son las páginas que navegó, ¿alguna te suena familiar?

¡Ade es la diosa de la investigación! Tomó fotografías a todo el archivo durante esa hora y algunos minutos antes y después... Y ahí está, Love Match, la página de citas por la cual contacta a su detective privada.

Esto es un gran avance. Eso quiere decir que algo de información debe tener esa chica, quizá su paradero. Con esto la encuentro seguro.

—Aeel y aaiz —le digo haciéndole una mímica de lo que quiero porque será más rápido explicárselo así. Tomo el bolígrafo y la libreta que me alcanza y comienzo a escribir.

«Ade, necesito que me ayudes con algo. Ve a comprar un café y pide la factura a nombre de Tasha Poly con...»

Diablos, ¿cuál email usaría? Este plan apesta. Sin todos sus datos no voy a poder contactarme con ella.

Mi amiga me quita la nota, la lee y saca algo más de su bolsa.

—¿Con esta información?

—¿Coo o suiste?

—Katy me dijo que le pareció extraño que la chica que yo llamé Lena muchas veces frente a ella, le pidiera el recibo de compra con datos de un famoso personaje las pasarelas y que todos fuesen correctos. Le pedí de muy buena forma, ya sabes, que me dejara ver la copia de la factura y ta-da.

—¿Aa esaste?

—¡No la besé!... Fue un pico apenas ¡y ni se te ocurra mencionárselo a Rach!

—Vamo a calmano, Aee. Oo iiré aada —bromeo esta vez y ella sale de su repentina cólera con una sonrisa.

—Tu nuevo apodo será Squirtle —me dice y se dirige a la puerta. En cinco minutos tendrás tu café, o mejor dicho, yo tendré el mío porque tu estás a dieta.

La veo cerrar la puerta y tomo de la mesa mi teléfono celular. Tengo que bajarme la aplicación para de la página de citas —con un solo ojo gracias al parche que tengo puesto—, y hacerme una cuenta para esperar a que Svetlana se conecte.

¿Cuál será la frase con la que se encuentran para hablar?

Hay tantos detalles que debí preguntarle puntualmente. Y es que no me imaginaba que algo así iba a suceder. Tampoco terminamos de leer las cartas que Svetlana le mandó, quedó una pendiente, que misteriosamente Lena se llevó con el resto de sus cosas. Había algo ahí que no quería que leyera. Si lo pienso con mente fría debe ser algo relacionado con la última entrevista a la vieja millonaria y qué pasó después de que Lena nació. Ahí está la clave de por qué su papá la quiere, es lógico.

«Café comprado», me llega un mensaje junto con una foto de la factura con los datos que le pedí. Perfecto, ahora a esperar media hora.

Mi perfil está casi listo, unos datos inventados sobre mi adorable personalidad y una foto cualquiera que acabo de encontrar en internet. ¿Mi nombre de usuario? A ver, algo que le llame la atención a la joven detective, algo obvio, ¿PlaTINA?, no. Emm, ¿ELEctra?, no Dios, qué horrible. Listo, lo tengo, ElenadeTroya.

Cinco minutos más. Ingreso mis datos y entro a una sala de chat general donde la gente escribe mil mierdas.

«Busco a una chica con cámara para pasar un buen rato».

«¿Alguien que me ayude con un problemita?»

«Te invito a pasar un buen rato. Tengo cámara y micrófono».

«Con ganas de pasar un buen rato con una chica».

¡Este no es un sitio de citas, es una chat de sexo cibernético! Ge-nial en lo que pasaba metida mi novia.

Bueno y qué será que no llega ya son treinta minutos. ¡Eh, ahí está!

«Tasha Poly: buscando a alguien que quiera charlar».

Listo, le doy doble click.

«Hola, no me cuelgues. Soy la novia de Lena», se lo envío.

«Ya me imaginaba. Debo irme...»

«¡Espera, por favor! Necesito saber de ella, si está bien».

No me contesta, no escribe una palabra. Ni siquiera se ve el ícono de espera. Se fue, maldición.

Salgo al chat grupal y ya no la veo, pero de repente se me abre una ventana con otro nombre.

«SMLA: no puedes contactarme así y preguntarme por ella».

«Pensé que este chat era seguro».

«Lo es, pero tenemos que tener cuidado y tu estás siendo muy impulsiva».

«¿Impulsiva? Mi novia se dio a la fuga sin decirme ni adiós. ¡Pudieron secuestrarla!»

«¡No menciones esas palabras, no digas más de la cuenta! Por seguridad hay robots que se meten en los chats buscando ese tipo de expresiones. La pones en peligro».

«Lo siento, no sé como funciona esto de los secretos y... toda esta mierda», le escribo comenzando a encenderme por la ira.

«No puedo decirte dónde está, ni con quién...»

¿Con quién? ¿A qué se refiere con eso?

«Solo puedo decir que trates de no preocuparte y que la tienen vigilada».

«¿Quién la tiene vigilada? Su...»

Mierda como digo su papá asesino sin decirlo. Le doy enter al teclado, sin explicitar nada. Ella me entenderá si es inteligente.

«Los buenos. Estará bien».

Los buenos, o sea la policía, su papá.

¡Aj, me lleva el diablo! Yo conversé con Sergey y él me dijo que colaborara con los detectives, dándoles toda la información posible. ¿Pero para qué montar ese teatro en el cual sus minions realizaban la investigación?

Debió decirme que Lena entró al programa de testigos, o que la ayudó a viajar fuera del país, o cualquier cosa, menos jugar conmigo de esa manera. ¿Qué ganaba con eso?

«Actúa normal, preocupada y angustiada por un tiempo, es parte del plan», me escribe con apuro. «Ahora debo irme. YV, no vuelvas a contactarme así. Es peligroso y olvídate de esta forma de encuentro, es exclusiva para ella, ¿entendido?»

Con eso se desconecta y me deja con más preguntas que antes.

¿Cuál es el bendito plan y por qué soy parte de él sin saberlo? ¿Dónde la tienen? ¿La recluyeron en alguna parte del mundo hasta que atrapen a su padre?

Eso no sucederá, si no lo han hecho durante los últimos quince años por falta de pruebas —según me contó Lena—, no lo conseguirán ahora. ¿De qué podrían acusarlo, de haber estacionado mal su auto?

No tengo que fingir estar preocupada y angustiada, lo estoy.

¿Y ahora qué diablos hago? Odiaría ser la que ponga en peligro a Lena por testaruda, mas me queda la peor incógnita rondando en la mente.

¿Dónde estás Len y que demonios estás haciendo?

... No quiero más sorpresas.

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