Lena Katina me intriga.
La declaración del año viniendo de mí. Especialmente porque no puedo dejar de mirarla, de esperar que algo más pase. Siempre me pareció una niñita mimada a la que le han repetido constantemente que es perfecta y así vive su vida, pensando que lo es, pero ayer...
Llegué a casa de Nastya y los chicos ya estaban allí. Ella, como es costumbre, robándose la atención con alguna historia absurda, sonriendo al tope de sus fastidiosas pecas sobre su cara, enseñando su dentadura también perfecta.
Pasé de ella para sentarme a lado de mi novio después de darle a mi amiga su regalo. Le gustó el peluche y las gomitas que compré. Las guardó en su cajón y dejó al nuevo miembro de su colección de muñecos sobre la mesa.
La conversación sin sentido continuó unas horas más. Comimos y soplamos las velas del pastel (que estuvo delicioso, por cierto) para después bailar un poco hasta que los papás de Nastya se fueron al aeropuerto. Se despidieron de su hija en la puerta de su casa; ella se notaba bastante acongojada por su partida. Nastya ama a sus padres y yo admiro su fortaleza, vivir sola no debe ser fácil. Yo en su lugar..., me hubiese ido con ellos, sin dudas.
Inna, su mamá, se me acercó unos minutos antes y me dio un fuerte abrazo. Seguramente usó ese instinto materno y supo que necesitaba uno. Aunque me desviva negándolo y que huya del contacto con la mayoría de gente, esta vez lo necesitaba. Quería un alivio sincero, uno que no sean los abrazos del caliente de Aleksey o la pena y vergüenza que mamá siente al hacerlo. Tan solo un consuelo, "todo estará bien", "gracias por venir"; un: "sé fuerte Yulia, todo pasará".
Cuando regresé a la mesa, Lena me veía extrañada por lo que acababa de presenciar y me preguntó si estaba bien.
-¿Luzco como si estuviera mal, Katina? -le pregunté molesta, pretendiendo normalidad con mi actitud de siempre.
-Luces cansada y... aunque, como siempre, te veas perfecta, podrías estar mal. Las apariencias engañan, Yulia -respondió entre dientes, girando su cuerpo para apoyarse de codos a la mesa y, sin esperar otra respuesta de mi parte, se insertó en la conversación que Vladímir tenía con Ruslán.
Nastya se nos unió minutos después y decidimos jugar unas partidas de strip-tease póquer. No solemos jugarlo así, pero es su cumpleaños número dieciocho, algo memorable debíamos hacer, ¿no? No había una gota de alcohol en la casa y tampoco saldríamos a comprarlo.
Aleksey y Vladímir perdieron tres veces, quedaron en ropa interior y medias. Ruslán en cambio perdió los pantalones y sus medias, se negó rotundamente a quitarse la camiseta, lo que a todos nos pareció extraño, pero es él, lo dejamos pasar. Nastya debió quitarse su suéter y su top, pero venía preparada; habíamos hablado con anticipación de que jugaríamos de esa forma y llevaba puesto su traje de baño en lugar de sostén. Yo tuve que quitarme solo la chaqueta de cuero y Lena su buzo, ambas perdimos tan solo una vez.
No acostumbro a verla o fijarme mucho en lo que hace, por lo que culpo lo sucedido al incidente de la mañana en el armario del conserje. Y es que no hay otra manera de explicarme por qué la ayudé el momento en que alzó sus brazos para quitarse esa prenda que debía pagar, y su camiseta que pegó a su buzo, subiendo hasta la mitad de su dorso, dejando su piel completamente descubierta.
Como instinto la sujeté con mi mano e impedí que diera un espectáculo, lo que en otra ocasión hubiese disfrutado con mis burlas... por semanas.
Claro que no fue mi repentina solidaridad para con ella lo que, personalmente, me sorprendió. Fue ese diminuto dibujo que tenía marcado justo sobre sus últimas dos costillas.
No debe medir más de dos centímetros y medio, tampoco está muy escondido que digamos, si vamos a la playa o a la piscina seguro lo vería con claridad. Es el tatuaje de una cruz, simple, negra completa; dos rectángulos cruzados entre sí, trazados en su costado derecho.
Nunca habría pensado en Lena como religiosa, mucho menos como el tipo de chica que tendría un tatuaje. No son cosas de niñas pop, simples y vacías, pero ahí estaba.
Lena se quitó la sudadera y se acomodó la remera, en ese momento la solté y volteé hacia Aleksey. Nadie más se dio cuenta de lo que hice o de mi asombro, no estaban prestando atención. La hemos visto en camiseta demasiadas veces como para que sea novedad.
Ella, sin duda, sintió mi agarre y, desde ese momento, me miró por el resto de la noche... tratando de ser discreta.
Estoy segura de que se preguntaba ¿por qué demonios la había ayudado?, ¿por qué no tomé mi teléfono y le saqué una foto de su indiscreción para enviársela a todas las personas que conocía?
No me lo preguntó y yo traté de no ver inconscientemente a ese lugar de su cuerpo. De todas formas, me pillé a mí misma un par de veces mirándola fijamente.
El juego terminó ahí y los chicos se marcharon, quedándonos únicamente Nastya, Lena y yo. Ellas decidieron ver una película, quizá ver unos videos. Yo me retiré a dormir.
La falta de sueño y el cansancio extremo me tenían agotada y me dio un fuerte dolor de cabeza. Nastya me regaló unos analgésicos que parecían somníferos y fui directo a apropiarme de la cama de Olga, compañera de alquiler de Nastya. Cuando hablé con ella en la tarde mencionó sólo una condición para prestármela:
-¡No permitas que Lena Katina toque mis cosas!
Le prometí que no la dejaría, pero siendo honestos, mientras no se apropiara del colchón con el que había soñado desde el medio día, bien podía robarse su vibrador que a mí me tenía sin cuidado.
No tengo idea de a qué hora llegaron a la habitación, o por qué está tan revuelta la cama de Nastya, con ella acostada a los pies de la misma y Lena en el cabezal tan solo en ropa interior.
No quiero saberlo.
El sol va aclarándolo todo y yo no quiero moverme de aquí, quisiera quedarme dos días más, así, en esta posición.
Las observo sin contenerme. Lucen tan tranquilas. Mi mejor amiga hecha un ovillo abrazada de sus piernas y la chica de arriba con sus brazos levantados por sobre su cara, lo que me permite ver otra vez ese pequeño dibujo grabado en tinta negra.
Lena Katina con un tatuaje... me intriga.
...
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El Diario
FanficQuizá sea la única persona que te entienda, que te conoce en realidad, aunque tú no lo creas. Déjame darte una mano en esta ocasión, no necesitas hacerlo todo en soledad, no hace falta. Y, antes de que te enojes por el hecho de que te tomé fotos esa...