Capítulo 20: Me ocuparé de ti

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Entrada número once del diario.

20 de Junio, 2015

Me siento como un maldito bicho alienígena y tóxico que debería ser aplastado con la punta de un zapato puntiagudo y olvidado por el resto de la eternidad.

El ogro pasó hoy por la tienda de discos. Es la primera vez que la veo desde que encontré a su novio en paños menores y... ¡debí confesarlo todo!

Desde hace días que traigo el peso del maldito mundo en la boca de mi estómago por lo que mi supuesto amigo hizo, lo peor es que llegó con él. Me retiré al baño antes de que pudieran verme y me quedé allí, esperando a que se vayan. Vasili me cubrió sin saberlo y los atendió. Habían ido a comprar su regalo de cumpleaños anticipado.

A Vasili le encanta el ogro, siempre anda preguntándome si yo creo que terminaría con mi amigo si él la invita a salir. Hasta hace unos días me desvivía asegurándole que no, que ellos se aman. Claro que, con lo que ahora sé, preferiría que lo hiciera, que ella lo acepte y que tire a «mi amigo» por un acantilado.
Después de salir de mi escondite, mi compañero me preguntó si se verían bien juntos. Su piel es muy blanca y no como la de ella, más bien es como la mía. Le dije que no se verían mal.

El ogro tiene tanta suerte de haber nacido tan linda. Tiene unos ojos embriagantes e hipnotizadores, azules preciosos; unos labios de un rosado natural único; y su piel, con un bronceado tan espectacular como solo pueden aceptarse en la ciudad de Sochi. No se compararía con las playas de california, pero considero que nuestras playas son de lo mejor. De hecho, después de Marina estoy segura de que me encanta la piel así de tostadita por el sol en contraste con la mía, que hasta en la oscuridad se nota.
Sí, es muy guapa, para qué negarlo, le tengo envidia. Aunque son esas pocas cosas —y un par más—, lo único que tiene a su favor. Su personalidad es la que tira todo a la basura.

Yo, personalmente, no saldría con ella. El ogro es como una «Mantis religiosa» que después del sexo te corta la cabeza y, no, eso no va conmigo, prefiero otras cosas después del sexo, morir no es una de ellas.


¡Okey!

Algunas... No, todas las cosas que menciona en esta entrada me molestan, casi todas. Lena tiene mucho en qué pensar, no lo discuto, pero debió contármelo. Si no fuera porque la estoy leyendo, no me habría enterado.

—¡Odio a Aleksey... y la odio a ella!

Cierro el cuaderno y lo lanzo en el lado opuesto del sofá, levantándome para servirme una taza de café. Mañana es día de escuela, mamá aún no llega y yo quería mantenerme despierta para seguir leyendo, pero necesito un descanso.

Estoy cansada, molesta, decepcionada, muerta de ira. Por meses Lena sabía que Aleksey me engañaba y no dijo nada. ¡Yo tenía derecho a escucharlo de ella! ¿Se la pasa diciendo que es mi amiga y no puede decirme la verdad?

Sí, yo soy la que rechaza la idea cada vez que la escucho mencionar esa palabra, no debería quejarme si se comporta como lo contrario. El problema es que me duele. He sido una estúpida, ¿cómo no me di cuenta?

El día que fui a hablar con Nastya, me contó que Aleksey se acercó a ella unos días antes. Se quejó de mi actitud, de mi falta de atención, de mi poco amor. Por su puesto, Nastya se puso de mi lado y le dijo que no quería volver a escucharlo hablar mal de mí, que ella sabe y entiende por lo que estoy pasando, que es él quien se está comportando como un niño.

Duras palabras de alguien tan dulce como Nastya. Aleksey debió saber que por más ingenua que nuestra amiga parezca, no lo es y no tiene pelos en la lengua. Por eso se mostró tan distante cuando le comenté que terminamos, hasta se alegró. «Estarás mejor así», fue lo que me dijo y es verdad, estoy mejor sin él... ex-ce-len-te.

Respiro profundo y voy a prepararme para dormir. Mamá no ha llegado y ya es tarde, me preocupa, aunque me dijo que tenía mucho trabajo. Después de lavarme la cara y los dientes me acomodo cubriéndome con la cobija y recojo el diario. Un par de entradas más no me harán daño hoy.

Entrada número doce.

21 de Junio, 2015

Estoy furiosa, rabiosa, figurativamente babeando espuma por la boca. Mi mejor amigo acaba de llamarme, me contó que mi «ex amigo» había hablado con él sobre el ogro. Le había dicho que se sentía triste y desganado, que la vida le pesa, que quisiera terminar su noviazgo para estar tranquilo, que ni siquiera veía necesario festejar su cumpleaños en unos días. Estaba agotado y ya no quería sufrir por ella.

¿Sufrir? ¡¿Sufrir?! ¿Me están jodiendo? ¿Cómo diablos está sufriendo él? ¿Le duele el pito por andar de mete cuernos? ¿Se le agarró la cremallera en las pelotas por querer vestirse rápidamente en el asiento trasero de su auto? ¿Le salieron erupciones, herpes, sífilis? ¡¿Por qué mierda está sufriendo?!

¡Oh, diablos!

¿Y si tiene algo? ¡El ogro! Tengo que decirle. ¿Qué culpa tiene ella en todo esto?

Maldita solidaridad, ¡él ya no es mi amigo!

Bien, me voy, agarro mis cosas y salgo a hablar con él. Tiene que ser sincero, si no es capaz, lo haré yo. El ogro se merece su honestidad...

... ¿Por qué demonios me estoy metiendo en esto?

No, voy. ¡Al diablo todo! Voy, le dejo un ultimátum y juro que lo cumplo. ¡Por las pelirrojas llenas de pecas que lo cumplo!



Me hizo reír. Si no fuese por esa última frase, lloraría por su solidaridad. No, no lo haría, pero la agradezco. Hasta me apena haber dicho que la odiaba hace unos minutos. Aunque, pensándolo bien, no cumplió su promesa, no me lo contó, tampoco Aleksey. Me gustaría saber por qué.

Entrada número trece del diario.

21 de Junio, 2015

Ya, volví, y no me siento mejor. Se lo dije, se lo grité:

—¡Te vi teniendo sexo con una chica el otro día, ni se te ocurra negarlo!

Lo hizo de todas formas, lo aceptó excusándose minutos después, pero nada quitó mi cara de decepción y furia.

—No quiero arruinarle el cumpleaños —me dijo, otra justificación más.

—Entonces confiésate.

—Lo haré después. Ella necesita mi apoyo.

—Aww, dulce. ¡No fue lo que le dijiste a nuestro amigo, o creías que no me lo contaría!

Puso cara de arrepentimiento, no por su engaño, sino de confiar en alguien que tiene más lealtad conmigo que con él.

—No sabes por lo que está pasando y lo mucho que yo sufro por ella, por no poder ayudarla.

—¿Sufres tanto que lloras por el pene adentro de otra chica? —Sí, fui desagradable y vulgar, pero ya había dicho que al diablo con todo—. ¡Vete a la mierda! Tienes una semana, una sola o iré a contarle lo que vi.

No quiero esperar tanto para hablar con el ogro. Insisto en que tiene derecho a saber con quién está y a lo que se expone. Pero ese corto intercambio de palabras me hace dudar. ¿Y si tiene ella problemas graves como él dijo?

Antes de hacer algo necesito saber dónde piso. Sé que no le hace bien seguir con él, pero si hay algo que no debo olvidar es que, entre él y yo, ella lo elegirá siempre a él. Son amigos, son novios por algo, él es un idiota, pero yo no soy nadie para meterme y si lo voy a hacer, tengo que saber que ella está bien.


La leo y me siento protegida, cuidada... y con mucho miedo. No recuerdo que Lena me preguntara cómo me sentía o qué me pasaba. Cómo iba a hacerlo si para ese entonces yo me había mudado de casa, ya estaba en este cochino apartamentucho.

Me aterra seguir leyendo y por esta noche es suficiente. Mañana la veré en la escuela y debo evitar poner cara de idiota. Lena no puede sospechar que yo sé quién es y qué hizo durante el verano.


...


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