Entrada número cinco.
5 de julio, 2015
Vengo directo del trabajo, de caminar —casi correr, volar, teletransportarme— desde el centro comercial hasta mi casa porque vi algo que no debí, algo que no me incumbe, algo que preferiría olvidar.
Pero ¡¿cómo hacerlo?! Mi amigo es un maldito mete cuernos, un idiota más de esos que cree que puede hacer lo que quiera porque su novia es extraña, malhumorada y antisocial.
Es un estúpido, eso es lo que es. ¡No hay justificación!
Apenas ayer nos vimos. Fuimos en grupo al cine y él se desvivió idolatrándola durante todo el tiempo que estuvimos juntos. Le dijo docenas de «te amo», «bebé» y cosas melosas, además de tocarla por todos lados, y no quiero decir en el teatro, me refiero a su cuerpo.
Puedo decir que hasta un poco de repulsión sentí por su atrevimiento. Más de una vez le apretó sus nalgas frente al mundo entero y yo no sé que le pasaba a ella que simplemente se dejó.
¡¿Qué?! ¿Qué le pasa?
Porque ella no es así. Sí, en la escuela se besan y mucho, en sus videos de el Facebook se tocan y... Tal vez son cosas mías y me estoy pasando una película de monjas.
Ya en la sala se sentaron a mi lado. Los ruidos de sus besos me empalagaron más que el refresco de cereza. Si llegaron a ver dos minutos de la trama me sorprendería y, al terminar casi tuvimos que despegarlos con agua fría.
Se despidieron y fueron directo a su casa, me imagino que a seguir con su festejo; hace algunos días habían cumplido no sé cuántos meses juntos, sin contar sus rupturas, y pues... viva la lujuria.
Pero de qué sirve, ¡¿de qué?! Si él iba a hacer lo mismo con otra tipa al día siguiente. Además, ¡donde pensó que nadie lo vería!
Yo salía del centro comercial terminando mi turno. Los estacionamientos de la parte trasera —que quedan de camino a mi casa— están en mantenimiento. No tengo ni idea de cómo entró, pero reconocí su auto al segundo que lo vi y me acerqué para saludarlo porque creí ver su figura adentro.
Llegué a menos de un metro y estuve por tocar el vidrio, cuando observé bien, no estaba en el asiento del conductor. Di unos pasos más y lo vi. Estaba teniendo sexo en el asiento trasero con alguien y, esa chica, no era su novia, era una castaña cualquiera que no reconocí.
Él estaba de espaldas a la ventana y no me vio, ella tenía los ojos cerrados y gemía como si no hubiese nadie en veinte kilómetros a la redonda. Pero claro, yo, ¡yo tenía que estar ahí!
Di media vuelta y me largué. Llegué a casa en tiempo récord y es que la ira es un buen motivador para hacer ejercicio. No sentí ni dolor del esfuerzo que hice.
¿Qué se supone que debería hacer ahora?, ¿contárselo al ogro?
Me matará por meterme en cosas que no me competen y luego lo matará a él... por imbécil.
¡Aww!, ¿por qué diablos me siento tan mal?!
Días como hoy quisiera clavar una jeringa en el medio de mi pecho para dejar salir todo lo malo que tengo dentro. Y no lo digo como una analogía, de verdad pienso que si tuviese una jeringa gruesa la clavaría justo donde se dividen las costillas y dejaría salir esa incomodidad.
Absurdo lo sé.
Me siento tan traicionada, aunque a la que traicionaron no fue a mí; culpable, a pesar de que yo no podría, ni remotamente, tener la culpa. Nada más fui una testigo casual... y él es mi amigo.
Se supone que uno debe ser leal a sus amigos. Sin importar lo que hagan, tú te mantienes a su lado.
Vamos, la gente tiene derecho a equivocarse de manera épica y arruinarlo todo... ¿verdad? Yo lo he hecho y me perdonaron.
¡Bueno, basta!
No quiero sentirme atrapada o en deuda, porque no le debo nada al ogro, ¡nada!
Ella me lo ha dejado tan claro como el agua, me aborrece... ¡y él es mi amigo! Le estaría clavando el cuchillo en la espalda, eso me convertiría en una maldita arpía, en una traicionera... ¡y no lo soy!
¡Odio esto!
Se me está haciendo tan difícil dejar estos conflictos de lado y acercarme a él para aclarar lo que vi... y es que... no me debe explicaciones. El asunto no tiene nada que ver conmigo, nosotros tenemos otro tipo de relación.
No quiero odiarlo... ¡Maldita sea, A... nimal!!
Quiero dormir el resto de la tarde, hasta mañana de ser posible. Necesito borrar lo que presencié y pasar esta estúpida resaca que tengo por quedarme con Jesús hasta las tres de la mañana en el festejo de ayer.
Okeeey... El ogro es una chica, debería referirse a ella como «la ogresa» y dejar de pensar en lo que su amigo hizo. El lío es de él y estoy de acuerdo, es un idiota.
Pobre su novia.
Soy afortunada por tener a Aleksey, somos lo suficientemente civiles para no hacernos ese tipo de cosas aunque no todo vaya de maravilla. Somos amigos.
A veces creo que demasiado amigos. Las dos veces que terminamos, decidimos regresar porque estábamos más cómodos juntos que solos, también influyó que, en los ojos de la gente, nos convertimos en unos fracasados de diecisiete años que ni siquiera pudieron mantener una simple relación.
Su padre por ejemplo, vive alabándome y me lanza una sonrisa coqueta al verme. Es obvio que cree que soy bonita, me lo ha dicho más de una vez: «Mi hijo tiene una novia hermosa... despampanante. Alyósha, eres un chico con suerte». El hombre no conoce nada de mí aparte de mi escote, pero de alguna manera —de sus dos hijos—, mi novio es el de la «buena suerte».
Mamá siempre creyó que Aleksey era una buena influencia para mí, un chico con los pies en la tierra, con un buen corazón, desinteresado, amable, perfecto. Tampoco conoce mucho de él, nunca le conté que le gusta jalarme del pelo cuando tenemos sexo o que le encanta darme de nalgadas cuando estamos solos. Las apariencias lo son todo.
En la escuela es lo mismo. Todos, maestros y alumnos, me dan el beneficio de la duda al verme con él, a pesar de que yo no soy la mujer mas paciente y amable del mundo, pero algo «bueno» debo tener aparte de mi apariencia física, al menos debo ser buena en la cama si un alma «tan caritativa» como Aleksey está dispuesto aguantarse mi genio.
Es gracioso que hace mas de tres meses solo tenemos sexo cuando es conveniente para mí; últimamente, cuando necesito quedarme a dormir en su casa. A veces ni siquiera cumplimos con el acto completo, con que yo lo ayude de cierta manera es suficiente.
Damos pena..., pero volviendo al punto, Aleksey y yo nos gustamos, nos queremos, ¿necesitábamos más? Ni él ni yo nos pondríamos los cuernos.
Debe ser lo peor enterarte que la persona con la que compartes tanto, con la que te es tan fácil desnudarte —no solo físicamente—, pueda abiertamente y sin pena hacer lo mismo con alguien más.
Se supone que una relación es... íntima, es... No lo sé. para mí, sencillamente, no caben tres o cuatro.
Seguramente es por eso que aborrezco mi porvenir. Siento decirlo y que se escuche tan mal, pero... mamá fue «la otra» y yo una bastarda.
¿Cómo diablos o por qué te inmiscuyes entre dos personas que ya tienen algo establecido? En el caso de mi padre, tenía una familia, ¡hijos! No lo entiendo. ¿No te quieres lo suficiente como para ser la única persona de alguien más?
¿Qué se yo? Tan solo tengo diecisiete años, quizá me haga falta vivir un poco más.
...
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El Diario
FanficQuizá sea la única persona que te entienda, que te conoce en realidad, aunque tú no lo creas. Déjame darte una mano en esta ocasión, no necesitas hacerlo todo en soledad, no hace falta. Y, antes de que te enojes por el hecho de que te tomé fotos esa...