Capítulo 22: Todo es igual

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Entrada número catorce del diario.

22 de Junio, 2015

Jesús regresó, ¡aleluya! Con su cabello diez centímetros más corto, bronceado y con esa sonrisa suya que me derrite por completo.

Me trajo el dichoso trago brasileño que, según él, haría que pierda mis cinco sentidos. Estuvo rico, pero nada le gana a un o un coctel azul como el de la otra noche.

Marina... Hmm...

Pero volvamos a mi lindo Jesús. Me enseñó sus fotos, viajó por todas las playas de la costa brasileña, linda gente en bikini, hermosas mujeres en micro bikinis. Un día debo viajar a Brasil.
No fui la única que fue por él al aeropuerto. Antoine, mi bartender favorito, fue con su novia, también nos acompañó su amigo Jan y Lauren, su María Magdalena, amiga, ex, confidente, etc.
Regresamos a su departamento, bebimos un poco de cachaza y jugamos Risk*. Hay veces que, aunque me siento madura, me doy cuenta que ellos pertenecen a otra generación. ¿Risk? ¿Podemos mejor comprar un LCD y jugar un videojuego como Mortal Kombat? ¿Qué diablos le ven al Risk?

Conversando de varios temas salió a la luz mi encuentro con las tres chicas del sábado anterior. Antoine les dio una descripción tan gráfica de lo que sucedió, que creo que ni yo lo recordaba de manera tan vívida. Reímos, no parecía nada muy apartado de lo que pasa cualquier noche agitada en el bar y todos ellos trabajan allí, están acostumbrados. Pero una vez que los chicos se fueron, Jesús me dejó saber cuán celoso se sintió de escuchar que me fui a «perder el tiempo» con una rubia de ensueño.

Agradezco que Jesús tiene mucho de su tocayo —el original—, de lo contrario habría terminado en una sala de emergencias. No fue rudo, no me gritó, no me empujó, no me golpeó, no agredió de ninguna forma. Eso sí, hicimos «lo que solemos hacer» de todas las formas posibles y en todas las habitaciones de su suite. Estaba realmente celoso.

—¿La volverás a ver? —me preguntó desde la cama mientras yo me vestía.

—Seguramente —le confirmé.

—Compraré tres cajas de condones —dijo sonriendo. Negué de la misma manera, acercándome para darle un corto beso y salí, mi taxi me esperaba para traerme a casa.

Me alegra que esté aquí, me siento segura con él.


Leer esta entrada, a mí, no me deja tranquila. Lena dice que no la agredió y le creo, pero me pone nerviosa. No me gustaría que un día sus celos se conviertan en golpes, es algo que sucede muy a menudo y no quiero que salga herida.

Entrada número quince.

23 de Junio, 2015

Quise hablar con el ogro. Iniciar una conversación ligera, ver qué tan firme era el terreno donde pretendía pisar. Fui a su casa, casual, llevándole unas películas de miedo que estaba segura me obligaría a ver con ella, unas bolsas de palomitas, un bote de helado. Con eso creí cubrir las posibilidades de que algo saliera mal. No esperaba que un cartel de venta, de color azul con letras blancas, me informara que se había mudado sin decir a dónde.

Llamé a mi otra amiga, la alternativa era su novio y con él prefería no volver a discutir. Sonó extraña, como si la hubiese descubierto en una travesura, no me dijo nada. Mi siguiente paso fue teclear el número del letrero en mi celular y hacer una llamada.

—Inmobiliaria del Pacífico, en qué podemos ayudarle.

—Llamo por información sobre la casa en venta de la calle Salzburgo y Oeste número 15.

—Por supuesto, es una casa que acabamos de liberar de hipoteca. Está en remate a muy buen precio. ¿Le gustaría conocerla?

Le colgué, no necesitaba más información que esa. Una casa liberada de hipoteca es una propiedad que no se pudo pagar y se perdió. La rematan para recuperar la pérdida. No les interesa hacer un gran negocio, no son una empresa dedicada a las bienes raíces, solo un banco cubriendo una deuda.

El ogro perdió su casa. A eso debía referirse su novio cuando dijo que yo no sabía por lo que ella estaba pasando y que él sufría por no poder ayudarla. Aún así, no es excusa para engañarla.


"Oh, no... ¡No!... No, no, no".

Entrada número dieciséis.

24 de Junio, 2015

Ideé un plan. Jesús me ayudó, fue idea suya de hecho. El cumpleaños del ogro es en dos días. Yo no he podido sacarle información a mi amiga sobre su nueva dirección, así que la obligaré a venir a mí y la seguiré. El plan es darle una tarjeta de regalo de la tienda de discos. Ya sé, es súper informal y da la impresión de que no me preocupé por pensar demasiado, pero así irá al centro comercial y cuando se marche yo la sigo, la seguiré todo el día si es necesario, algún rato debe ir a casa , ¿no?

Tengo todo listo y sí, pensé en un regalo. Hace unas semanas pedí un disco que sé que no ha podido conseguir, es una edición limitada de un álbum de The Who que salió a la venta únicamente en Inglaterra. Su edición es muy especial, dos vinilos de colores dentro de una caja de cartón duro con una impresión alucinante. La escuché trescientas mil veces decir que era su sueño tener ese disco, esa edición, así que cuando empecé a trabajar en la tienda, contacté al distribuidor en Londres y pedí por él. Llegó hace unos días y lo tengo reservado para ella.

No dejaré que me vea, me esconderé en el baño o la bodega. Vasili tiene instrucciones para que cuando vaya a reclamar su tarjeta de regalo, él le «sugiera» el disco y me avise inmediatamente. Dudo que se resista a llevarse el disco. El valor de la tarjeta es exactamente el mismo.


"¡Oh por, Dios! ¡¿Mi disco de The Who fue un regalo intencional de Lena?!"

Solo queda esperar. No quisiera hacerlo así, pero su novio no me dirá jamás qué pasó, mi amiga me evade cada que le pregunto del ogro y no tengo otra alternativa, no la tengo.


-Di que no lograste seguirme, Lena. Por Dios, dime que no me seguiste, que no sabes que vivo aquí, dime que no. Por favor, dime que no.

Entrada número diecisiete.

26 de Junio, 2015

Acabo de regresar de la fiesta del ogro, aunque debería decir una salida que consistió en comer hamburguesas y no mencionar que era su cumpleaños. No le gusta cumplirlos. La entiendo, quién quiere volverse vieja y encontrarle el gusto a jugar Risk.

En fin, la vi muy decaída de ánimo, usualmente en su día suele estar de buen humor, le gustan las cosas gratis, le gusta que la mimen. Aunque parezca muy ogro es una chica al fin de cuentas y quién no disfruta de un regalo.

Le di el mío esperando un grito, un desprecio, recibí un: «gracias, tal vez es el mejor que he recibido este año». Estábamos solas en la mesa, los chicos habían ido por la comida y yo me quedé para tener dos segundos con ella.

Quise decirle que estaba ahí si me necesitaba, si quería hablar, si no se sentía bien y quería ver una película, pero no lo hice. Me tomó por sorpresa verla así. No sé qué le ocurre, parece grave. Está tan rara últimamente, menos ogro, más humana. ¡Odio eso! Ella es sarcástica, alegre a su manera, cariñosa con el idiota; ni siquiera eso fue hoy. Quiero que me grite, que me insulte, que se sienta ella, que despierte, que regrese.


-Dime que no, Lena. Por favor, dime que no lo hiciste, dímelo.

Entrada número dieciocho.

27 de Junio, 2015

El plan entró en marcha en la tarde. El ogro fue a la tienda a retirar su regalo. Yo ya no estaba en mi turno, pero Vasili me llamó apenas la vio en el corredor. Se llevó el álbum que le compré, sabía que lo haría. Me alegra, de lo contrario habría tenido que guardarlo hasta navidad y encontrar la forma de dárselo sin levantar sospecha.

Fue sola en su auto, lo que a mi me dificultó las cosas, tuve que pedirle al taxi que me llevó desde casa, que esperara hasta que salió y que la siguiera como en las películas. El viaje no fue tan largo, el ogro se bajó en un edificio de bodegaje donde alquilan espacios privados. Demoró, tuve que pedirle al taxi que se fuera y llamar a Jesús para que me acompañara a esperar en su moto.

Tres horas después, ya en la noche, salió del lugar. La seguimos por la carretera por un tramo largo. El tráfico fue horrible, nos tomó casi hora y media llegar hasta esa parte de la ciudad.
Era un barrio de migrantes y gente de bajos recursos,. Lo reconocí de inmediato porque papá y yo fuimos a repartir juguetes la navidad pasada. Parte de los proyectos de ayuda social de su comandancia.

Aparcamos en una esquina, la vimos entrar a un estacionamiento público y...


—No, no, no, no... ¡Maldición, yo no quería esto, no lo quería! ¡No es justo! —Tiro el cuaderno contra la pared de mi bodega y lo dejo ahí, caído en el piso con las hojas dobladas. No puedo evitarlo, lloro de la ira, de la frustración. Lloro y me lamento; lloro, y lloro un poco más.

Lena me siguió, Lena lo sabe. ¡No quiero que lo sepa! ¡No quiero que nadie lo sepa!

Pienso si desde entonces ella me trató con pena en alguna ocasión. No puedo recordar una sola. Tampoco que haya sido más amable de lo normal.

¿Por qué no me lo dijo? ¡¿Por qué se guarda todo?! ¡¿Por qué no puede ser mi amiga y ya... como Nastya?! ¿Por qué no la dejo? ¿Por qué la desprecio? Quizá no me contó lo de Aleksey por lástima... No, no puedo pensar así de ella, cuando me ha demostrado lo contrario con acciones, con su sinceridad en esas páginas.

Recojo el cuaderno y arreglo sus hojas. Lo estropeé bastante con ese golpe. Me siento y respiro por varios minutos. Mis lágrimas siguen cayendo y sé que esto será difícil de leer, pero debo hacerlo.

...Aparcamos en una esquina, la vimos entrar a un estacionamiento público y me bajé a seguirla. Jesús no quería que fuera sola, se ofreció acompañarme, no lo dejé. No creí necesario llamar tanto la atención y preferí que se quedara con su moto. No me pasaría nada y él no estaba tan lejos.

Pasamos algunos puestos de comida. Ella iba abrazada del regalo como si necesitara cubrir su pecho del frío, pero esta noche hacía calor. Entró al parque de la comuna obrera; yo unos metros detrás de ella. Pasamos no menos de diez vehículos antes de llegar a su calle, me oculté tras unos arbustos y ella entró en un sencillo edificio, un poco viejo. Había una ventana pequeña a un lado, vivía en la planta baja del mismo, así que me acerqué un poco más y la vi saludar con su mamá.

—Solo lo traje para enseñártelo, mañana lo llevo a la bodega.

—¡Es el álbum que querías! —señaló su madre emocionada—. Es de tu amiga, la pecosita, ¿no? ¿La pelirroja?

—Sí mamá.

—No le has contado sobre... —calló, bajando la cabeza aquejada.

—No necesita saberlo... Ella en especial no.

—Sé que es una vergüenza vivir aquí, hija...

—Es lo que tenemos que hacer, mamá. No es gran cosa. —La interrumpió, guardando el disco.

—No creo que sea el tipo de chica que te menosprecie por esto.

—No es por eso —le contestó, haciendo una pausa—, ella tiene la vida perfecta... Odiaría ver su lástima, no quiero eso... no de ella.


«La vida perfecta», no la tengo. Si el ogro se enterara por lo que estoy pasando la que sentiría pena es ella. Yo jamás la juzgaría por su situación. El problema con ella es que no sabe nada de mí, solo tiene la imagen que se hizo a los cinco minutos de conocerme.

Retrocedí mis pasos y me fui. Ella no quiere que sepa su realidad, que sea parte de su vida y está bien, es su privacidad y la respetaré. Pero estoy aquí, si un día viene a mí, seguiré aquí, por ella, para ella, para lo que necesite de mí. Me tiene, así no lo quiera.


*Risk: Clásico juego de estrategia militar cuyo objetivo principal es comandar un gran ejército creando múltiples estrategias para conquistar al mundo y convertirse en ganador.


...


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