Vivimos en constante movimiento. Estudiamos para poder trabajar, trabajamos para poder ganar plata, ganamos plata para poder comer, y comemos para no morirnos. No paramos nunca, y en la carrera, nos arrastramos a nosotros mismos.
Alentamos a la actividad física; nos anotamos en gimnasios, comemos dietas saludables, y si no funciona, pagamos por tratamientos que nos ayuden a estar lo más saludables posible.
Pero, ¿Y la salud mental? La dejamos de lado, la minimizamos. Tratamos los problemas mentales como excusas o falta de voluntad del otro. Tratamos a la persona con depresión como si "sólo estuviese triste", o como una vaga. Una vez que aparecen los problemas, buscamos ayuda, pero nadie se preocupa por prevenirlos. Nunca aflojamos la carrera.
Vemos el llanto como debilidad, y al que llora en público, como patético. Lo miramos con pena y susurramos a sus espaldas sobre el motivo. Tal vez no haya un motivo, tal vez sólo llegó al límite de su paciencia y explotó, tal vez ya tuvo demasiado. Buscamos una explicación. Y si no la encontramos, la inventamos.
Bueno, al final sólo nos queda esperar que a nosotros no nos toque, que no seamos los siguientes contagiados.
ESTÁS LEYENDO
Mariposas doradas
Short StoryPensamientos, escritos, microrrelatos y todo aquello que no tenga lugar propio. [Ilustración de Peter Xiao, peterxiaoji en Instagram]