"El Lobo y la Oveja"

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Cuando tenía diecinueve años, tomó una mala decisión.

Oh, si no había admirado la belleza de las modelos en sus revistas, con sus pieles tersas e impolutas y ojos rebalsantes de juventud. ¿Por qué, entonces, Jenny se sentía más carente de la belleza juvenil que aquellas mujeres en sus largos treinta?

Y así es como tuvo que encontrarla el Lobo, quebrada y llorando por lo que había perdido a tan temprana edad (o que tal vez nunca tuvo). ¿Cómo podría ella haber rechazado la amable oferta de quien se presentó como la Oveja?

Pobre Jenny, debería haber rogado menos y preguntado más. Si lo hubiera hecho, habría sabido que estaría atando su alma a la de un monstruo que no había sido capaz siquiera de complacer su deseo.

Su piel no era tersa ni impoluta, y sus ojos claramente no brillaban con juventud. En su lugar, cargaban noventa largos años de llorar frente a un espejo y recibir a cambio la misma cara pérdida que él había visto al conocerla.

Mariposas doradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora