Los humanos están destinados al sufrimiento, siempre lo estuvieron. Su mera existencia es el detonador de un desbalance terrenal que debe —y necesita— alcanzar el equilibrio constantemente, sin importar el costo. Mas el costo, una y otra vez, es los humanos mismos.
Una vida por otra, es el orden natural. Cuando el respirar de alguien causa el sufrimiento de otro ser, el único desenlace que se podría esperar es el mismo dolor hacia el causante. Sin embargo, estos complejos pero rudimentarios seres parecen no comprender las leyes por excelencia, y su idea de justicia los nubla de aquel conocimiento.
Pero no importa cuánto causen, porque estos animales capacitados encontraron la forma de disfrutar el sufrimiento, propio y ajeno. La llaman catarsis, y confían en ella para convertir los castigos en desahogo, las penas en disfrute. Peculiar, sin duda.

ESTÁS LEYENDO
Mariposas doradas
ContoPensamientos, escritos, microrrelatos y todo aquello que no tenga lugar propio. [Ilustración de Peter Xiao, peterxiaoji en Instagram]