Al final se fue como vino: de la nada

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Me siento mal, y no sé por qué.

Es como si no estuviera despierta. O tal vez como si no fuera yo. O como si yo no estuviera.

Parece que las horas se hubieran pasado de memoria, y aún así no sabía qué era lo que estaba haciendo.

Mi cabeza en otro lado, pero las emociones bien latentes.

Al borde de las lágrimas por todo y por nada. Creo que si dejo de escribir un segundo me voy a largar a llorar.

No sé cómo hacer para que se vaya. Pero si la causante soy yo, ¿Qué hago? ¿Me voy?

Nada me satisface, ni hacer lo que me gusta hacer. Al contrario, sólo terminé con la voz estrangulada y débil, con ojos vidriosos frente a una profesora, y esperando a que me dejara ir para salir lo más rápido de allí.

Me siento abrumada y a la vez no siento nada.

No lo entiendo.

No me entiendo.

Mariposas doradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora