"La calma antes de la tormenta". Nunca había comprendido tanto aquella expresión. Sentada, sola, bajo un cielo morado, parecía estar ante un mundo sordo. La bulliciosa ciudad permanecía en silencio, y ni la naturaleza se movía. El viento no existía.
Luego, apareció un suave murmullo. Al principio, era leve, mas fue creciendo y creciendo y creciendo hasta estallar. Y de un sonido, nacieron miles.
El cielo debe estar aliviado de soltar su carga, pues ronronea sonoramente durante largos segundos sin vergüenza alguna.
¿Luces? ¿Quién las necesita? ¿Acaso ese amable lila rosado no es suficiente motivo para sumirse en una semi oscuridad donde ni los nobles astros son requeridos?
Con cada segundo que corre, me enamoro un poco más de la dulce melodía de las gotas. Quién diría que aquellas serían tan buenas maestras musicales. Sus repiqueteos en los techos, las armonías sobre metales y los tap, tap, tap de las gotitas que aterrizan arriba de plásticos me llenan de paz y me invitan a dejarme llevar por su canción.
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Mariposas doradas
KurzgeschichtenPensamientos, escritos, microrrelatos y todo aquello que no tenga lugar propio. [Ilustración de Peter Xiao, peterxiaoji en Instagram]