Buen provecho

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Cada comida es más densa, un poco más insoportable que la anterior. Los silencios son tormentosos, mas las palabras sí que hieren. ¿Con qué me distraigo, si con el celular no puedo y en la televisión pasan películas antiguas, vistas una y mil veces? Ya leí las etiquetas de todos los envases, ya investigué todo el patrón del mantel y miré los detalles del cuadro frente a mí.

Por lo menos me enfrento a un florero de pintura y no un par de ojos indagadores, orbes que me arrebatarían todas las palabras que acumulo en mi garganta por miedo al futuro, a los instantes siguientes al derrumbamiento de un dique.

La muralla en mi garganta hace que todo me caiga mal, que el dolor de estómago persista y siga sintiéndome mal.

Al menos, me compadezco, éste se muestra físico, porque no creo que sobreviviría a más dolor mental.

Mariposas doradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora