Capítulo 45.

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Pov Windie.

Me despierto sobresaltada en la cama, sudando y respirando entrecortadamente, como siempre que tenía una pesadilla como la de ahora. Siempre que se acercaba la nochebuena tenía pesadillas. Siempre en las mismas fechas.

Me quito las mantas lentamente y camino hacia la puerta, la abro y salgo de mi cuarto, cerrándola. Camino lentamente intentando poder normalizar la respiración y me toco el pecho notando la camiseta empapada de mi pijama. Bajo las escaleras intentando no hacer ruido para no despertar a mis compañeros.

Cuando llego al último piso me dirijo hacia la cocina, abro la nevera, cojo el cartón de la leche y la vuelvo a cerrar. Del armario cojo un vaso de cristal transparente, dejándolo en la isla. Quito el tapón del cartón de leche y empiezo a verter el contenido en el vaso y cuando termino vuelvo a poner el tapón en su sitio, al igual que la leche en la nevera.

Me siento en una de las sillas y me llevo el vaso de leche fría los labios, aún afectada por el reciente sueño. Mi mente se acuerda de la conversación que habíamos tenido Adam y yo antes de irnos a la cama.

Italia.

Siempre he querido viajar a Italia con mi familia, era uno de mis sueños, viajar con mis padres más allá de las fronteras de nuestro país.

Evidentemente ese sueño no ha podido cumplirse ni se cumplirá, al menos, no con mis padres. Nosotros no teníamos mucho dinero, pero la felicidad no depende del dinero ¿qué te arregla la vida un poco? Sí, por supuesto, pero aún así éramos una familia feliz. Muy, muy feliz. Claro que teníamos nuestros momentos bajos y altos como todas las familias, pero estábamos bien.

Dejo el vaso de leche en la isla y empiezo a tamborilear los dedos en el mármol, intentando hacer el ritmo de cualquier canción que se me pase ahora mismo por la cabeza.

No me gusta pensar en mis padres o en mi familia "perdida", para eso ya estaban las pesadillas por la noche, pero algunas veces, mi mente volvía a recordar como era mi vida cuando mis padres vivían, o simplemente se conformaba con hacerme recordar el accidente, cosa que no me agradaba en absoluto.

Sé que algún día tendré que decírselo a alguien, que no podré ocultarlo durante toda mi vida y que si eso hago... Me volveré conpletamente loca, viviendo en el pasado en vez de en el presente. Pero todavía no estoy lista para hablar.

Recuerdo cuando era pequeña, íbamos al parque mis padres y yo todas las tardes, en el que ellos intentaban enseñarme a montar en bici. Me caí y me caí y me seguí cayendo una y otra vez, pero ellos no dejaban de animarme e insistirme, de decirme que era completamente capaz de hacer aquello y que nunca jamás en mi vida me rinda ante cualquier circunstancia aunque me pareciese imposible o francamente inalcanzable, y menos si se trataba de un sueño, y que nadie me podía decir que no podía, porque no era verdad.

Les echo de menos.

Dejo de tamborilear los dedos sobre el mármol de la isla y me llevo de nuevo el vaso de leche a los labios, negando con la cabeza, intentando no recordar, intentando dejar... Mi mente en blanco.

***

Como de costumbre el sonido de mi alarma en el móvil me despierta. Me levanto como he hecho por la noche, después de tomarme el vaso de leche me volví a mi habitación a dormir un poco. Y lo poco que había dormido se nota visiblemente en mis ojos, unos ojos que cada dos por tres se me cierran sin previo aviso.

Para seros sincera, no sé como he logrado ducharme y bajar por las escaleras sin antes dormirme por ahí, pero ahora me doy cuenta de que estoy en la cocina preparándome un café. A lo mejor no es tan mala idea ir al psicólogo.

LA FRATERNIDAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora